La expresión del título de esta columna me dijo por Whatsapp un amigo al que respeto. La verdad de las cosas es que...
1.- No soy el único que apoya decididamente al presidente López Obrador: millones de mexicanos lo hacen, tal como lo prueban todos los estudios de opinión.
2.- A Andrés Manuel debe apoyársele, en esta etapa de terribles crisis sanitaria y económica, precisamente porque él es ni más ni menos que el presidente de México, es decir, la figura fundamental –de la que tanto depende– en nuestro sistema político. En tiempos más tranquilos valdrá la pena cuestionarlo. Hacerlo ahora es contribuir al desastre de todo un país, y no estoy dispuesto a participar en algo así.
3.- Sobran críticos del presidente AMLO, la mayoría motivados porque perdieron los privilegios económicos de los que gozaron durante varios sexenios; una minoría de los críticos lo hace con honestidad intelectual. El hecho es que ya son muchos en contra del proyecto de transformación de un hombre bueno, trabajador y honesto. No les hace falta uno más.
4.- Una excepción a la cargada mediática contra López Obrador es el diario La Jornada. Recomiendo leerlo.
5.- Pienso que, pese a todo, las cosas en México terminarán tan mal como en el resto de los países del tamaño o la importancia del nuestro. El balance de la pandemia será el de que nos habrá golpeado brutalmente, sin duda, pero no al nivel de naciones con menos población, como España e Italia. La caída de la economía y el crecimiento del desempleo que sufriremos no estará muy lejos del promedio de la OCDE.
6.- Debido a los programas sociales de AMLO se evitará la violencia social. Por cierto, tales programas llegan a millones de personas, mientras que, por hacer una comparación, los apoyos a desempleados temporales o permanentes en España –los famosos ERTE– no han llegado a la inmensa mayoría de la gente: sus sistemas no estaban preparados para operar tan masivamente. En México, pese a algunas deficiencias, la ayuda ha sido recibida por la mayoría de quienes la necesitan.
7.- No estoy de acuerdo en sembrar pánico entre actores económicos con pronósticos que no vienen al caso como los del Banco de México, o con las nuevas encuestas alarmistas y fabricadas con precipitación, como la de empleo del INEGI, realizada por teléfono –y quizá contratada a Roy Campos, Míster Mientofsy; valdría la pena que la institución diera el nombre del encuestador al que recurrió; también, el monto del contrato. Si ya sabemos que estamos mal, no necesitamos que oficinas que se mantienen con dinero público se la pasen jode y jode con que estaremos peor. Lo que han hecho no son pronósticos académicos, sino verdadero terrorismo para debilitar al presidente AMLO.
8.- Si el optimismo es malo, el pesimismo es peor. El realismo es lo correcto, según leía en El Economista a Luis Miguel González. Lo realista es recordar que el sistema depende del presidente de la república; golpearlo es golpear a toda la sociedad mexicana. No lo haré, de eso no seré cómplice.