Este 9 de marzo una parte apreciable de mujeres en México decidirá no llevar a cabo sus actividades cotidianas como una suerte de visibilización de las inequidades en el trato entre hombres y mujeres. Desde el punto de vista jurídico no hay normativa vigente que sustente un trato diferenciado de género. En efecto, el artículo 1º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos dispone claramente la igualdad entre gobernados sin distinción sobre si pertenecen a un género específico o a otro.
Con la reforma constitucional en materia de derechos humanos del 2011 se amplió esa igualdad y, no sobra decirlo, las ejecutorias de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los tribunales de segunda instancia del Poder Judicial de la Federación han sido consistentes en reiterar, una y otra vez, esa igualdad. Hay además una Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, que desarrolla ese precepto e incluso establece lo que se denomina acción afirmativa; es decir, una política pública para favorecer el acceso de las mujeres a las mismas oportunidades que los hombres como un reconocimiento a la realidad de que no ha habido un avance igual y siguen existiendo oportunidades de desarrollo diferenciadas como un problema sociológico y cultural de la sociedad mexicana. El artículo 5, numeral 1 de la citada Ley define, en efecto, acción afirmativa como “El conjunto de medidas de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de hecho entre mujeres y hombre.”
El punto no es, pues, la ausencia de normatividad, sino la eficacia de esas disposiciones legales que tienen oportunidades de mejora a lo largo y a lo ancho del país y que es importante hacer valer en tribunales y con resoluciones administrativas del Ejecutivo Federal y de los ejecutivos locales para lograr gradualmente la identidad entre el ser y el deber ser.
La movilización de este 9 de marzo ha creado un espíritu de cuerpo para dar vida a esa inquietud. Puede uno coincidir o no con ese camino, bienvenida la libertad de expresión y la libre deliberación pública para que se expresen los más distintos puntos de vista. Tengo muchas objeciones a ese proyecto, pero no es el momento para abonar a la polarización que en nada ayuda ahora. Lo que no se puede hacer es ignorar que esa acción ha ido cobrando adhesión creciente en el país. Es un hecho comprobable, no una opinión. La 4T y el presidente Andrés Manuel López Obrador han mostrado sus distancias con esta acción. No es, en modo alguno, una buena estrategia política la seguida por el nuevo régimen, que pudo haber capitalizado políticamente mediante decisiones de política pública que se encuentran en la esfera del Ejecutivo Federal. Por supuesto, otra parte le toca a la Fiscalía General de la República y a las locales para desmontar prejuicios y valoraciones que no se corresponden con las mejores prácticas de los derechos humanos.
Las oposiciones y los detractores presidenciales, por el contrario, han tenido mayores reflejos políticos y se han sumado a esa causa aprovechando los yerros del Presidente en ese aspecto. Y es, claro está, legítimo que los opositores aprovechen esos vacíos. Es su naturaleza y no se les podría pedir otra cosa. Es evidente que buscan orientar esa iniciativa como un tiro de precisión contra la 4T, pero ello- repito- se encuentra en la razón y medida de quien difiere e impugna un proyecto de nación que no sólo no comparte, sino que apuesta al fracaso de las líneas de flotación de la política del presidente López Obrador por las razones que fueren.
Lo grave para quienes tenemos simpatías por la 4T en sus aspectos de fondo es que se ha ido posicionando el mensaje de que el movimiento de referencia es una medida crítica, abierta o implícita, contra el lopezobradorismo donde las acciones y omisiones presidenciales sobre este tema han sido aprovechadas puntualmente No hubiera habido necesidad de que eso pasara si la estrategia de Palacio Nacional hubiese mostrado una actitud distinta, de suerte que las mujeres, una parte significativa de ellas, se sintieran atendidas y el movimiento se reencauzara para no llegar a este juego de vencidas, donde la decisión asumida por el Presidente habrá de sufrir un revés que se aprecia no menor.
Las alarmas en la Secretaría de Gobernación deben prenderse para que esas acciones no se conciban como desencuentros con la 4T que debe replantear los mecanismos de enfrentar el problema, de suerte tal que se genere una percepción de empatía con esas manifestaciones que- repito- pueden o no gustar, pero hay que poner en práctica decisiones de gran calado en el imaginario colectivo para arrebatar banderas a los detractores del nuevo régimen. Así es la política y hay que actuar en consecuencia. Aquí con este inédito movimiento el rumbo se ha perdido, hay que encontrarlo.
@evillanuevamx
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