Quizás nos morimos, porque no somos <br>capaces de vernos a los ojos.<br>
Octavio Paz
López Obrador dijo que él prefería el nuevo testamento al antiguo testamento, sobre que seguía prefiriendo “abrazos y no balazos”. Ha olvidado que no se le eligió como ministro de culto. Tan solo como titular del poder ejecutivo nacional y como tal, se pide que observe y haga valer la ley, no sus creencias personales.
Andrés Manuel oscila entre una mística mal entendida y una historia modificada a su particular entendimiento. Sigue sin entender que es el dirigente de una nación, no un ministro desde su púlpito donde predica. Aunque en eso se ha convertido la mañanera.
Olvida también que México es una nación laica, donde todos tenemos derecho de practicar la religión que deseemos o no profesar ninguna. Hacer alocuciones como la realizada es obviar a todos quienes no son cristianos; sean judíos, musulmanes, budistas, etc. o agnósticos.
Pero tal vez debería recordar algunas enseñanzas del nuevo testamento.
A cada quien de acuerdo sus talentos. (Lucas y Mateo). Se tiene que aprovechar lo que se tiene, las oportunidades y la posibilidad de salir adelante. Lección ampliamente desperdiciada por López Obrador.
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mateo). Más claro imposible, la parte terrenal de leyes, gobiernos al gobernante, mientras la parte mística, espiritual a Dios. No se revuelven, ni se mezclan. Separación entre ellas. Cosa que el macuspano no ha leído en la Biblia y tampoco lleva a cabo.
Otra referencia a la división del poder divino al terrenal es cuando Jesús dice: “mi reino no es de este mundo” (Juan). Con lo cual, un gobierno no se lleva desde la religión, ni la fe desde la administración pública.
¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? (Lucas y Mateo). Cada vez que protesta y se queja de la oposición, prensa, gobiernos pasados. Errores todos, pero los primeros se encuentran en la 4T y esa viga, no se ve.
Una de las bienaventuranzas (Mateo) “bienaventurados los que tienen hambre y sede justicia, pues ellos serán saciados” señala la equivocación de la idea de “abrazos no balazos”. Ni dejar pasar o castigar de más. Solamente ejercer justicia. Castigar los que cometieron un crimen y al menos que las víctimas o sus familiares, sepan que no ha pasado sin enfrentar un castigo por el delito cometido. Más de 36,000 muertos por violencia exigen justicia.
Hay muchos más episodios, parábolas y momentos del Nuevo Testamento que señalan el poco seguimiento que da López Obrador a su lectura, aunque dice que le gusta.
Como es la necesidad de atender a los enfermos, ver por su cura. No permitir que se haga un circo de la religión, ni se medre con ella. Tampoco queda bien parada la autoridad (Poncio Pilatos) que se lava las manos ante la suerte de un inocente, total, el problema no era de él. Era de dos grupos antagónicos. En pocas palabras, un error pensar en la Biblia para gobernar cuando hay leyes, pero doble error tampoco entender lo que dice.
Tal vez lo que no le gusta del Antiguo Testamento es lo siguiente: Aprende a hacer el bien, busca la justicia, reprende al opresor, defiende al huérfano, aboga por la viuda (Isaías). Hasta ahora su actitud con los delincuentes no es impartir justicia, quitarles el apoyo a los niños y a las mujeres de las guarderías infantiles o las escuelas de tiempo completo.
Más allá de lo que diga la Biblia en el Antiguo o Nuevo Testamento; México requiere un estratega, un gobernante que pueda afrontar los grandes retos y problemas que sufre nuestra patria. No alguien que se siente más cómodo en su faceta de predicador.
Urge alguien quien haga valer la Ley y no la cambie de acuerdo a su sentimiento. O prefiera citar la Biblia (y mal citada) a las leyes que nos rigen. Quien entienda que cualquier grupo criminal que tiene el poder paramilitar del CJNG, aunque amenace a otro delincuente, debe ser frenado y no usar de parapeto que la amenaza no fue contra él o el gobierno.
Queda la pregunta, ¿López Obrador es presidente de México o un ministro religioso? en ambas facetas, deja mucho que deber.