La historia de cada ser humano es sagrada, personal y única, contiene episodios hermosos, difíciles, alegres, tristes, soledad o compañía. Pero lo cierto es que no toda la gente sabe nuestra historia. Seguramente conozca algo de nuestro presente o algunos detalles de nuestro pasado, pero nadie conoce lo que traemos dentro de nosotros, donde realmente guardamos lo importante. Las alegrías, los miedos, las vivencias, los sentimientos, las frustraciones, el amor y el desamor, lo más lindo de la vida, pero también lo más difícil, que sólo se expresa en el silencio.

Cuando alguien confía en  nosotros y comparte algo de lo que ha vivido, de lo que está viviendo, o de lo que espera todavía de la vida, ya sea física, espiritual o emocionalmente,

nos está dando parte de su esencia, debemos valorar ese momento ya que es difícil que alguien comparta su mundo interno, porque es lo más sensible que tenemos como seres humanos y donde podemos ser especialmente vulnerables.

Las personas al contarnos algo de sus vidas, nos están permitiendo pertenecer a su mundo, un mundo que la mayoría de las veces no teníamos idea de que existía y que por las mismas razones no veíamos. Generalmente sólo vemos cosas superficiales, escuchamos lo que queremos o nos conviene escuchar y negamos muchas formas de ser y de pensar.

Finalmente casi todas las historias comienzan y terminan en nuestra inmensa necesidad de amor, en la poca capacidad que tenemos para darlo y recibirlo, en nuestra incapacidad de escucha y en nuestra demasiada soberbia para juzgar, etiquetar, discriminar y excluir. En nuestra falta de tacto al expresarnos, en no ser conscientes de que las palabras que decimos a veces lastiman y se quedan marcadas en las personas.

Todos vemos sólo lo superficial de las personas, pero no sabemos las batallas en que ha estado luchando, cuando ha ganado o cuando ha perdido. ¿Qué es lo que siente y por qué lo siente? Lo que ha vivido o dejado de vivir. ¿Quién es realmente? Si es feliz o lo que ha luchado por serlo. ¿Qué ha tenido que aprender de la vida que nosotros no sabemos?

Es decir,  los seres humanos tenemos fortaleza interna pero tampoco en demasía, somos muy vulnerables a todo y a todos. Aprendamos a escuchar sin juzgar y a tener respeto absoluto por los otros.

Así y sólo así podremos comprender la vida y a los que vivimos en ella, gracias a ella o a pesar de ella, porque como dicen por ahí: para algunos es vivir y para otros sobrevivir. Pero a pesar de eso las personas generalmente buscamos la forma de salir bien librados de todo y elegimos seguir.

Recordando finalmente que si somos de estas personas, la gente se acercará a nosotros para contarnos algo de lo que está viviendo y sabremos si la gente nos considera capaces de escuchar, de entender y de no juzgar sus vidas. Está claro que de todas las experiencias que podamos tener, las vivencias humanas son las que reinan, porque no hay nada más sublime que compartir lo que traemos en el alma.

¡Buen fin de semana!