La ira es lo de hoy. El encono, la difamación, la provocación, la descalificación, la bravuconada, el insulto. Temporada de elecciones, como temporada de patos: tirar a lo que se mueva. Siéntase usted libre de gritar groserías a su vecina si se entera de que tiene preferencias políticas diferentes a las suyas. Hable mal de ella en voz muy alta cuando vaya pasando y acúsela de borrega, ignorante, chaira, fifí, chayotera, corrupta, según sea el caso. Súbale el tono si lo hace por medio de las redes sociales: difámela, invéntele historias retorcidas, hágala protagonista de delitos, injurie a su familia, corríjale la ortografía, llámela hambreada, come lonches, adora mesías, meada, en fin, de rienda suelta a sus más bajos instintos y sienta la catarsis al dejar aflorar sus complejos, su dolor acumulado, sus frustraciones. Cóbreselas todas con ella y con todos los que no piensen como usted. Para eso está la libertad de expresión, faltaba más.
Cualquier foro es bueno para dejar constancia de lo que uno piensa. Hay que expresar las posiciones en voz alta o en letra indeleble, dándole “enter” al tweet. Y que el país se siga cayendo a pedazos, lo importante no es el contexto ni las precarias condiciones en las que nos movemos, sino la libertad de insultar. Defender la libertad por sobre todas las cosas, no importa que la constitución establezca límites para los decires de los ciudadanos. Aquí lo que importa es expresarse, tener la razón, humillar al de al lado.
Las campañas sucias son bienvenidas en nombre de esa libertad, de esa apertura aparentemente ilimitada. Los partidos y candidatos inauguran desde el primer momento de sus campañas, un ciclo de rabiosas declaraciones unos en contra de los otros, y otras para los puristas del género. ¿Quién fue primero los fifís o los chairos? ¿Qué ofende más, ser pejezombie o peñabot, chayotero o muerto de hambre, nini o prianista?
La división del país es clara y por momentos, alarmante. Circulan por las redes, sobre todo entre grupos de señoras, textos escritos por “no sé quién, pero me parece una excelente idea” animándose unas a otras a decirle al cerillo, al despachador de gasolina, al limpia vidrios, “cuando est es tal la falta de culturanadie va a tener dinero para regalarles y todos seremos mos, "nos movemos, sino la libertad de insultés en contacto con cualquiera de ellos" que si gana López Obrador no volverán a recibir monedas porque nadie va a tener dinero para regalarles y todos seremos más pobres cada día. Y todavía agregan: “ es tal la falta de cultura e información que así como creen que el pinche Peje les va a dar gratis y no saben por qué, cuando lo ven cerca en la boca de quien les da dinero, lo creen también”. ¿Así o más clasista la postura?
Ojalá las cosas se quedaran ahí, pero en la vida pública, los mismos militantes de los partidos y algunos comunicadores, abonan al encono con singular alegría. Ahí está el señor Taibo II llamando a fusilar en el cerro de las campanas a quienes estén en desacuerdo con su movimiento y expropiar empresas a quien disienta de él. El partido del Presidente de la República acusa a Anaya de fraude y hacen una guerra mediática aunque hasta ahora, no le han fincado responsabilidad jurídica alguna. Para coronar el carnaval, el comunicador Ricardo Alemán, propone en redes sociales, que los mismos fans de AMLO le den el destino de John Lennon y Selena. La opinión pública lo condena y a las pocas horas sale un personaje llamado Eliuh Gil secundando la propuesta e informando que “más de uno deseamos que se le apliquen un Colosio al populista ese”.
No son los únicos incitadores, quien visite regularmente las redes podrá constatar las declaraciones de odio que, como en un partido de tenis, van rebotando de un lado de la cancha al otro. Ricardo Alemán fue despedido de Televisa y de Canal 11, pero su queja en las redes es haber sido víctima de los seguidores de MORENA. Insiste el señor en señalar que quienes condenan su publicación invitando al asesinato, son una partida de entes ignorantes y manipulados. Otra vez, el deslinde de la responsabilidad, la descalificación de los contrarios, el intento de polarizar lo que ya de por sí está polarizado.
Cuando un medio de comunicación es utilizado para incitar a la violencia, va en contra del postulado constitucional, pero, legislaciones aparte, los ánimos de los mexicanos están sumamente exaltados ya sea por el miedo tan afanosamente sembrado por unos, como por el enojo social de algunos más. Hemos llegado a un estado en el que ya no nos escuchamos los unos a los otros. Cada quien se escucha a si mismo y al discurso que quiere reivindicar sin solución de continuidad.
Los candidatos, por su parte, en su mayoría, se dedican a denostar al otro sobre todo en los millones de spots que a diario nos recetan, con una irresponsabilidad y una falta de respeto absolutas hacia el electorado y la delicada situación del país. No hay ideas, solo descalificaciones. Creo que en ellos, que aspiran a gobernar este país, debe hacerse presente el espíritu conciliador, constructivo, que abone a recomponer el ánimo de la electores, quienes deben, en poco tiempo, tomar una decisión vital para todos, y al conocerse el resultado, habrá mucho aún que hacer por parte e la ciudadanía para seguir muy de cerca las acciones de quien resulte ganador de la contienda.
De seguir actuando como hasta ahora, solo seguirán demostrando el deficiente nivel que, a pesar de las credenciales extranjeras y los discursos y arengas, han demostrado tener. Harían bien estos señores en elevarse por sobre ellos mismos y sus más cercanos colaboradores para sobresalir de entre los otros y abrirnos, por primera vez en muchos años, la opción de elegir a alguien con convencimiento, no solamente para ir por el menos peor.
El miedo y la ira no son los mejores consejeros, y alguien debería detenerse en la loca carrera por el poder a reflexionar sobre una máxima del maestro Thich Nhat Hanh: “La paz solo puede alcanzarse observando profundamente las raíces de la violencia.”
Para no salir del mainstream: A ver quién se avienta el tiro.