Más allá del fanatismo que ha caracterizado este proceso electoral... Y que ha alcanzado cúspides insospechadas –y muy poco deseables- en unas redes sociales infestadas de bots, trolls y minnions de los diferentes candidatos, el hecho es que el próximo domingo los mexicanos saldremos a votar con más temores que certidumbres.

Pocos, muy pocos espacios han quedado para presentar y analizar propuestas... A los políticos, nada o casi nada les ha interesado privilegiar ideas y han basado o debido basar sus campañas en descalificar y atacar al adversario.

Y a estas alturas del partido en que solo el fútbol ha podido frenar la brutal polarización, solo queda cumplir -y perdón por la metáfora futbolera- con los pocos minutos que quedan de la compensación y esperar que con el silbatazo del árbitro haya claridad en el resultado y, sobre todo, conformidad con el mismo tanto de los candidatos, como de sus aguerridas huestes.

Llegó la fecha... Y si bien, aún hay espacios para temer por lo que pueda pasar en la jornada electoral, la prioridad ciudadana tendría que estar dirigida a pensar muy bien el significado del voto, revertir los efectos polarizadores de las campañas y seguir con toda atención un proceso de transición que permitirá llegar al cambio de gobierno con un Proyecto de Nación mucho más maduro que lo que pudimos ver en el proceso electoral.

A lo largo de las campañas vimos como partidarios de diferentes candidatos tomaban prestada la frase: “Del Miedo a la Esperanza”, que hay que recordar, fue uno de los símbolos del proceso que permitió poner fin al avanzado estado de descomposición que se vivía en Medellín, Colombia.

Ojalá que quienes se clavaron la frase no la hubieran sacado del contexto para referir ese miedo a lo que pudiera significar el triunfo de un candidato rival...

Ojalá que ahora que estamos a punto de elegir Presidente de la República, 9 gobernadores y un montón de alcaldes y legisladores, reflexionemos sobre la necesidad de que la reconciliación sea inmediata, de tal modo que nos permita asumir compromisos comunes y tener la capacidad de sumar esfuerzos y alcanzar acuerdos.

Queda por delante un  complejo proceso de transición, que además de modelar escenarios que garanticen la gobernabilidad del país y la continuidad de las cosas que deban tener continuidad, habrá también que llevar a cabo un igual de complejo proceso de “desarme ideológico”, que permita desmontar consignas y acabar con la tentación de seguir viendo como enemigos a quienes piensan y votaron diferente.

Sobra decir que el próximo Presidente será el Presidente de todos los mexicanos... De todos... Y no nada más de los que votaron por él.

Sobra decir que el próximo Presidente tendrá que escuchar las posturas de quienes piensen diferente a él, sus asesores y partidarios.

Porque aun y ante la obviedad de que al votar los mexicanos estamos apostando por un modelo de trabajo, habría que considerar que este modelo tendrá que ser complementado, lo mismo para considerar los puntos de vista de quienes votaron por otros candidatos, que para recuperar propuestas que valgan la pena y que hayan sido hechas por las plataformas rivales.

Cuando hablaban en Medellín de convertir el miedo en esperanza, se referían en forma muy específica de enfrentar el altísimo grado de deterioro social que había convertido a la capital paisa en la ciudad más violenta del mundo.

Y esa reconversión se dio con base en una propuesta integral, que en muy, pero muy buena medida, se basó en la generación de obras de infraestructura encaminadas a atender el rezago de los grupos más vulnerables.

Es evidente que si trasladamos esa visión al escenario de un país tan grande y complejo como el nuestro, habría que hablar también de un proyecto integral, que sume voluntades en torno a un proyecto nacional con objetivos de gran alcance tanto en lo social, como en lo económico.

 Habría que privilegiar el objetivo de reducir la grosera desigualdad que se vive en el país... Pero combatirla sobre la base lógica de elevar las condiciones de vida de los más pobres, multiplicando para ellos las oportunidades de desarrollo.

Y esto va de la mano de atender los grandes retos de la agenda nacional, empezando por la violencia que se ha salido de control durante los años recientes...

Pero continuando también por un proyecto de desarrollo económico soportado en el sentido y calidad de la educación, así como en la calidad de las infraestructuras con que queremos garantizar la viabilidad de las vocaciones de cada región del país.

Sí... Son muchas las causas de las faltas de certidumbre... Y es evidente que estas faltas de certidumbre provocan miedos...

Hay dos opciones; atendemos cada certidumbre para eliminar los miedos, o dejamos que esas certidumbres crezcan y terminen alimentando el miedo.

Votemos pues... Pensando muy bien el futuro que habrá de provocar nuestro voto... Sin temores, pero con claridad en cuanto a quienes pueden generar todas esas certidumbres que tanta falta nos hacen.

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano