La depresión se puede describir como el hecho de sentirse triste, desganado, melancólico, derrumbado, sin ganas de hacer nada. Estos sentimientos de ira, tristeza, frustración y a veces hasta dolor interfieren con la vida diaria de las personas.
Todos podemos sentirnos deprimidos durante alguna etapa de nuestras vidas pero otros, como yo, estamos deprimidos casi siempre y esta depresión tiene correlación con las enfermedades crónicas degenerativas que tengo desde hace unos 20 años: la espondilitis anquilosante y la enfermedad de Crohn.
Es muy deprimente tener que depender de alguien para hacer cosas que si estamos saludables no tomamos en cuenta, ya que las hacemos de forma mecánica. Yo en estos momentos estoy pasando por la peor crisis de mi vida y necesito apoyo para ir al baño, cepillarme los dientes, el cabello, levantarme de la cama e incluso tomarme mis medicamentos.
Vivir con enfermedades crónicas es difícil, es aún más difícil cuando tienes un niño de 6 años y no quieres que te vea llorar del dolor o llorar simplemente por desesperación, ya que imaginen no poder ni levantarte de la cama por ustedes mismos, no poder levantarte de una silla de ruedas sin que rueden lágrimas por tus mejillas porque el dolor es insoportable.
En estos momentos puedo decir que estoy deprimida. Estoy triste, lloro y me duele mucho caminar, levantarme, cepillarme los dientes, incluso estar escribiendo hace que mis articulaciones duelan. Y no tengo miedo de decirlo: estoy deprimida.
Mi psiquiatra, Magdaleno Pérez, me recetó un antidepresivo “leve” —el único que en mis condiciones actuales puedo tomar—y espero que funcione, ya que la calidad de vida que tengo ahorita es muy pobre. Sufro al tener que acudir a mi hijo para que me ayude a caminar, sufro tener que despertar a mi familia en la madrugada porque no me puedo mover y como también tengo enfermedad de Crohn, lloro cuando llegan esos retorcijones que avisan que tengo que ir al baño y que va a ser doloroso ya que el simple hecho de llegar a la taza es doloroso.
Imaginen, estoy de vacaciones en un lugar maravilloso y de pronto me entran ganas de ir al baño. Primero pasar la vergüenza de decirle a mi novio “llévame al baño”, pero lo peor es cuando mi novio me deja en la entrada de un baño de mujeres, ya que no existen suficientes baños para personas discapacitadas, y después mi hijo me empuja en la silla hasta la taza mas cercana. Obviamente me pone triste, ya que me duele ver a mi hijo empujando una silla de ruedas, como me duele ver a mi novio o a mi papá, cansados de empujarme y yo no poder caminar bien. Estas situaciones me obligan a estar encerrada en mi casa, en cama y obviamente deprimiéndome más.
Ahora que padezco tuberculosis miliar, generada por los medicamentos que he consumido durante años, pienso que tal vez fue un error tomar medicamentos biólogicos, ya que estos fueron la causa de que me diera la tuberculosis, pero después pienso en la calidad de vida que tenía antes de tomarlos y pues, no quiero vivir así, entonces el beneficio era en ese momento más alto que el riesgo y si pudiera regresar el tiempo me arriesgaría igual. Gracias a los biológicos tengo un hijo, gracias a ellos estuve en remisión y tuve la dicha de ser madre, pero también gracias a ellos sufro tuberculosis y en estos momentos una depresión.
La depresión también llega por estrés, el estrés de no poder asistir a asambleas, festivales, clases públicas de un hijo. El estrés y la impotencia que se siente cuando tú hijo te dice que cuándo te vas a aliviar y no saber qué contestar.
En estos momentos no puedo tomar mucha medicina para controlar mi dolor, ya que hay que proteger a mi hígado y a mi sistema inmunológico. Entonces, estoy controlando el dolor con marihuana, algo de narcóticos, un poco de cortisona y algunos antiinflamatorios.
Sin embargo, el dolor es tan grande que nada me lo quita, solamente aminora y me siento desesperada por no poder hacer las cosas cotidianas que siempre he realizado. No he podido ir a mi trabajo en meses y pienso que voy a renunciar.
Además del antidepresivo que me recetó mi doctor, trato de constantemente tener pensamientos positivos, aceptarme a mi misma, expresar mis emociones y reunirme con mi terapeuta periódicamente.
Puedo decir que es “más sencillo” pasar por la terrible crisis que vivo actualmente gracias a mi familia que me comprende y me da mucho cariño y lo más importante, me tienen paciencia.
Pruebo cualquier cosa alternativa que me recomienden, así sea ilegal en México como la mariguana. Y estoy esperando un tratamiento alternativo que ha funcionado en otras partes del mundo para ver si logro mejorar mi calidad de vida; de este tratamiento les platicaré en cuanto lo este llevando a cabo.
Si alguno de ustedes se siente triste, melancólico, enojado con sí mismo, desesperado, etc., busquen atención medica. Todos tenemos derecho a deprimirnos, no importa la causa. Quitemos esos tabú de que ir al psiquiatra es por estar locos.