El mundo al revés. Así andamos los últimos días de las campañas. El discurso, los posicionamientos, preferencias y promesas de los candidatos, de plasmarlos en tinta y sin firma, se confundirían y los ciudadanos no sabríamos a quien adjudicárselos. Si se convocara a un concurso para acomodar cada declaración con el emisor correspondiente, perderíamos todos.
Señalamientos van, señalamientos vienen. Abonan a la confusión asesores, allegados, acompañantes, miembros de un posible gabinete, comunicadores, académicos y bocones en general. Los spots suben el tono de la burla hacia el puntero y hacia grupos de la población en particular. Ahora resulta que los señores de sesenta y tres años son unos decrépitos a los que debemos temer, anular, encerrar en un lugar seguro por el enorme peligro que nos representan. Cambió el discurso, la amenaza ya no es AMLO por sus características personales, ahora se ha generalizado, ya es cuestión de edad. La desaprobación particular se volvió general. Que se les asignen pensiones, que se les den palmaditas en la cabeza, que se les tenga algo de lastimita y que no se les permita circular.
Joyitas como estas circulan a diario por donde la vista quiera pasar:
Ricardo Anaya, tan apoyador en los tiempos del pacto por México y tan defensor de las reformas estructurales de la actual administración, tan amigo de los Priístas, tan parte del sistema como siempre ha sido, ahora acusa a AMLO de haber pactado con PRI en su lucha por alcanzar la presidencia. ¿Necesita MORENA pactar con la ventaja que hasta ahora muestra, qué podrá ofrecer el PRI en contra prestación?
Se tachan unos a otros de populistas y todos ellos ofrecen entregar cantidades de dinero fijas a la ciudadanía, el concepto es lo de menos: Ingreso Básico Universal (Anaya), Becarios sí Sicarios no (AMLO) Recuperar el dinero de criminales y corruptos para dar becas (Meade).
José Antonio Meade se llena la boca afirmando: “Con criminales y corruptos no se pacta, la cárcel debe ser su destino” ¿Empezará con los que lo pusieron donde está? Y del que se espera los ponga en su lugar asegura, como bien dice Anaya, que no va a perseguirlos.
Aurelio Nuño, autor de la reforma laboral de los maestros, se presenta en los noticiarios de la tele diciendo que los niños y las niñas son la razón de ser de la reforma educativa. Fernando Belaunzarán tiene que tragarse que su candidato se niegue de manera contundente a legalizar la marihuana. López Obrador y su equipo guardan silencio acerca de los impresentables (y algunos innombrables) que forman parte de las fórmulas de sus campañas y de las inconvenientes declaraciones de algunos miembros muy entusiastas que las sueltan con singular alegría. El Peje sigue sin querer opinar sobre la situación interna de Venezuela y se niega sistemáticamente a llamar dictador a Nicolás Maduro.
Ver a Ricardo Anaya con su flautita es todo un poema que ni el mismo soñó. José Antonio Meade visita programas matutinos en radio y televisión demostrando que puede ser más efectivo dando consejos a las amas de casa que como candidato el PRI. Las encuestas que un día te llevan a la gloria, al siguiente reculan y te dejan en empate técnico, los candidatos presumen las primeras y declara amañadas las otras.
Todos visitan los foros más propicios para que la gente les grite el ansiado. “Presidente”, mientras las páginas de nota roja y todas las demás siguen dando cuenta de candidatos asesinados a lo largo y ancho del país. Poco se habla en las campañas al respecto, pero en cuanto hace erupción un volcán en Guatemala, Trump profiere la amenaza de la semana o el papá de Luis Miguel se avienta una nueva canallada, los pronunciamientos aparecen por doquier.
El país sigue despoblándose a fuerza de desapariciones forzadas, asesinatos, impunidades que ya ni volteamos a ver. Nos preparamos para ver el mundial por la tele o para viajar a la mismísima Rusia a presenciarlo, o para volver a encumbrar a Luis Miguel. El asombro ya no nos habita, podrían poner en el próximo spot a la abuelita de Batman encuerada bailando con Pepe Meade y pasaría lo que hasta ahora: nada. Son los últimos días y ya estamos cansados, ansiando el próximo evento que nos venga a distraer de esta locura que yo nos rebasa el entendimiento.
Bendito Luis Miguel, bendito mundial. Ya mejor nos ocupamos de las historias de los perros heroicos de la tragedia de Guatemala. Cualquier cosa es mejor para escapar a este ciclo de esquizofrenia que afortunadamente ya está a punto de terminar.