Si algo le hacía falta a la conmemoración de la expropiación petrolera para convertirse en una fecha más del calendario, el feriado de la primavera que bajo el pretexto del natalicio de Benito Juárez otorga un largo fin de semana a los mexicanos, muy pocos se acordaron del acontecimiento.
Como era previsible, el gobierno federal aprovechó el aniversario 79 para emitir un discurso más para hablar de su reforma energética, cuyos resultados siguen sin ser fehacientes para la población, aun cuando los artificios fiscales han permitido que el precio de los combustibles manifieste un abaratamiento aparente, pero sin lograr desterrar la desconfianza ni el resentimiento a lo que se calificó como el “gasolinazo”.
El festejo encabezado por el presidente Peña Nieto no fue diferente a cualquiera de los que tradicionalmente ha llevado a cabo el PRI. Tampoco los de los partidos de oposición.
Llamó la atención que la ceremonia oficial se llevara a cabo en Ciudad del Carmen. Precisamente en la Sonda de Campeche, en el yacimiento que dijera López Portillo le daría a México la riqueza suficiente por la que tendríamos que “administrar la abundancia”.
Paradojas de la vida nacional. Ahora, no hay abundancia por administrar y nuestro país es gravemente dependiente en materia de hidrocarburos, como en otros productos también.
Pemex ya no es la empresa líder en su ramo; por el contrario, se ha tenido que asociar con trasnacionales, no como resultado de una operación de búsqueda de ventajas competitivas globalizadoras, sino como resultado de la ineficacia e las políticas públicas incapaces, en su momento, de promover nuevas tecnologías y ampliar fuentes de capitalización.
Se tuvo que modificar la Constitución para tratar de enmendar el deterioro de lo que fue columna vertebral de soberanía política y soporte cultural de un nacionalismo que pudo ser adaptado a las condiciones que establecía la apertura que impuso el inevitable liberalismo económico.
Fue necesario establecer un esquema de negocios para evitar la quiebra total de Pemex mediante la Ronda Cero que, si bien le mantiene a México el control sobre 83 por ciento de las reservas, pero solamente de las probables, porque las probadas (las que sabemos que son reales son para quienes quieran asociarse bajo este esquema) y que la paraestatal recibirá 21 por ciento de los recursos prospectivos, la realidad es que son los inversionistas extranjeros los que, en la práctica obtendrán los beneficios del corto y mediano plazo.
Solo a la larga, y sobre recursos no renovables, es que los mexicanos hemos de intentar ver si alguna vez es posible administrar la abundancia.
En los hechos, a raíz de la Reforma Energética, en México ya participan 112 empresas que han invertido alrededor de 70 mil millones de dólares, que pueden llegar a los 100 mil millones de dólares al finalizar este año en función de la rentabilidad prevista y de los beneficios fiscales que se han ofrecido.
Por estas razones, entre otras, pero sobre todo por la campaña desarrollada desde el mismo gobierno, fechas como la expropiación petrolera tienden a dejar su lugar no solo en la memoria colectiva sino también en el calendario.
Como acaba de ocurrir.
@lusacevedop