Un oficio es la forma como se le llama normalmente a una actividad laboral para la cual comúnmente no se requiere de algún estudio previo, sino que una persona la desarrolla con la mera práctica. A diferencia de las profesiones, actividad para la cual se requiere estudios previos con los cuales una persona puede desempeñarse laboralmente, los oficios siempre han sido demeritados económicamente, sin embargo siguen siendo necesarios para poder tener una vida normal. México siempre fue un país en donde el trabajo de oficio era pintoresco y definía un estilo de vida muy particular con el cual más del 50% de la población se ha llegado a identificar. No me puede negar que en las películas del cine mexicano usted veía lo pícaro de la caracterización del bolero en una plaza colonial, o lo sagaz del personaje aquel que la hacía de bombero, policía, pregonero o hasta repartidor de periódico. El México de los años sesenta tenía una diversidad laboral en oficios muy basta, a diferencia de las profesiones, en las cuales había muy poca oferta y demanda de disciplinas para las cuales tomaban años de estudio efectuar, lo que sí es cierto es que con la llegada de la globalización y el consumismo americano que hemos adoptado los mexicanos, cada vez más son las cadenas multinacionales las que llegan al país o los famosos conceptos de franquicias que incentivan al capitalismo puro, los que se encargan de que por medio de una inversión difícil de igualar o competir para las personas que se dedican a explotar su talento denominado como oficio, lo que ocasiona que muchos de ellos se extingan o estén en peligro de desaparecer. Si bien es cierto que la tecnología permite hacer las cosas con mucho menor esfuerzo, o mejor dicho, sin la ayuda de más personas y por ende, más barato, muchas de las actividades que demandaba un hogar o muchos negocios de las cuales los oficios eran proveedores, han desaparecido o se han convertido las cadenas comerciales en proveedores, dejando de lado a las personas que han desarrollado un talento puro  con años de dedicado perfeccionamiento enfocado en servir, haciendo que se queden sin trabajo o se sumen a la fuerza laboral de las empresas a cambio de un sueldo basado en salarios mínimos, que a pocas palabras es lo mismo. Oficios como el del afilador, el recadero, el desyerbero, el merolico, el nevero, y entre muchos otros ya no existen, y ahora con la llegada de los emporios empresariales del extranjero o de acaudalados empresarios nacionales el oficio de la herrería, la carpintería, la cerrajería, la plomería, el mariachi o muchos otros más, pueden a cierto modo, desaparecer. Aunque lo ?vintage? está ahora de moda, son pocos los que conocen el trabajo de estas personas, y como muchas costumbres que ya ?pasaron de moda? éstas también lo podrán hacer, por lo tanto, es necesario que estos oficios puedan profesionalizarse, actualizarse de cierta forma, para llamar la atención del consumidor joven, que sepa que sus servicios les serán útiles, independientemente de las tecnologías de la información, que son las imprescindibles para su modo de vida, pero es que México tiene muchos oficios que se volvieron tradición y el mismo consumidor los está extinguiendo, ya que no valoran el trabajo de una persona que se ha dedicado décadas en hacer su arte para los demás, o es que acaso no ha llegado usted a ver al tejedor de vejuco pidiéndole unas monedas a cambio de arreglarle una silla clásica que pudo pertenecer a sus abuelos, cuando eso antes era un arte muy valorado por nuestros progenitores, por ello, es importante que valoremos esos oficios y los convirtamos en un concepto tradicional pero a la vez innovador, haciendo que nuestros hijos conozcan y aprecien el trabajo de la gente que se ha ganado la vida honradamente desde años atrás.