1º
Aprobar una ley a favor del aborto. ¿Por qué no lo ha hecho Morena en los dos años que ha controlado las cámaras de senadores y diputados? Ninguna panista conservadora participaría en manifestaciones de mujeres contentas con una legislación de esa naturaleza.
2º
Comprometerse a nunca más volver a colocar vallas o muros de paz antes de las marchas feministas. ¿Por qué el gobierno recurrió a esa medida en los días previos al 8 de marzo de 2021? Medida de protección, por lo demás, perfectamente inútil, ya que menos de dos mil mujeres tiraron las cercas de acero en cuanto se lo propusieron. La única utilidad de las vallas consistió en dar a los y las fifís argumentos para atacar a la 4T.
3º
Rechazar, en la dirigencia del partido en el poder, a candidatos varias veces acusados de acoso sexual y de violación agravada. ¿No entienden los líderes de Morena y el presidente AMLO que la candidatura de Félix Salgado Macedonio es un regalo para la derecha conservadora que sus activistas van a utilizar durante todo el proceso electoral de 2021?
4º
Dejar de llamar en redes sociales fakeministas o feminazis a las mujeres que expresan su descontento dañando monumentos. Pocas veces estoy de acuerdo con Raymundo Riva Palacio, pero hoy quiero hacer mías estas palabras suyas: “A muchos nos costó trabajo entender el porqué la violencia era una característica de las marchas feministas, pero finalmente quedó claro. Para escucharse su voz, en una sociedad profundamente machista, había que obligar a voltear a verlas. Una vez que eso sucedió, la frase que amartilló la conciencia fue inapelable: vale más una vida que una pinta en un monumento”. Debemos dejar de condenar a las jovencitas que se violentan en las marchas. Les sobran razones para actuar de esa manera. Cuestionarlas tan fuertemente como lo están haciendo no pocas personas simpatizantes de Morena solo llevará a más violencia y a la represión de parte del único gobierno, el de izquierda de López Obrador, no diseñado para reprimir.