“Aún quedan jueces en Berlín”
Por lo menos dos comentaristas de los periódicos mexicanos —hoy, en Milenio, Héctor Aguilar Camín, y hace un par de días, en El Universal, Margarita Zavala— han recordado la famosa leyenda del molinero que se enfrentó a Federico el Grande, armado solo de las leyes y protegido por un sistema judicial que funcionaba. Cito a Aguilar Camín:
“Es célebre la anécdota del molinero que tenía frente al palacio de Federico el Grande un molino de viento que interfería el horizonte del soberano, razón por la cual este quiso comprarle el predio. El molinero se negó a vender y el emperador amenazó con expropiarlo. El molinero fue al juez, obtuvo una resolución amparándolo contra la amenaza y llevó el papel al emperador, quien lo aceptó, sonriendo. El molinero dijo: ‘Aún quedan jueces en Berlín’…”.
Es importante y sin duda inquietante la duda que después de ese párrafo deja sembrada el columnista de Milenio: "La pregunta que flota en el aire después del discurso del presidente (López Obrador) demandando a la Suprema Corte que investigue a un juez federal por un fallo contrario al gobierno es si, después de esta batalla, quedará Suprema Corte en México”.
La respuesta no tardará en darla Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Él demostrará si hay jueces independientes en México o si, tristemente, ese es un lujo exclusivo de Berlín y de otras sociedades en las que el Estado de derecho no es una excusa (AMLO dixit) para los abusos de la oligarquía empresarial ni, tampoco, para que el poder ejecutivo haga lo que se le pegue la gana.
Pienso que lo mejor que le ha pasado a México es tener un presidente honesto, modesto y cercano a la gente de abajo como López Obrador. Pero nadie tiene la razón en todo, ni siquiera nuestro gobernante, por inteligente que sea —y sin lugar a dudas, Andrés Manuel es un hombre excepcionalmente brillante—.
Más allá de quién tenga razón en el debate sobre la nueva ley eléctrica, si AMLO o la derecha empresarial —personalmente me parece una mala legislación, pero admito la posibilidad de estar equivocado—, lo cierto es que los jueces son los responsables de resolver esta clase de disputas. Y, en efecto, cumpliendo con su obligación, el juez Juan Pablo Gómez Fierro otorgó la suspensión provisional a quienes promovieron el amparo contra la nueva ley del sector eléctrico. Esto molestó al presidente López Obrador, quien indebidamente ha exigido a la SCJN, en especial a su presidente, el ministro Zaldívar, que se investigue y se sancione al mencionado juez.
El juez Gómez Fierro merece el mayor reconocimiento porque ha probado que hay jueces no solo en Berlín, sino también en México. Si el Consejo de la Judicatura Federal lo investigara, y todavía peor, si lo sancionara, habría que enviar a esa ciudad alemana al ministro Zaldívar —con gastos pagados, faltaba más— para que no olvide lo que es un Estado de derecho, ya que por culpa de él, y solo de él, sería inexistente en México.
El feminismo de Zaldívar y el gol con la mano que ya no es la de dios
Ayer, el presidente de la SCJN dio una buena lección de feminismo en su columna de Milenio. Lo cito:
√ “El pasado 9 de marzo, en un salón virtual de clases con la presencia exclusiva de estudiantes varones, un profesor de derecho anticipa a sus alumnos que va a hacer una pregunta ‘justa, equitativa y constitucional’. ¿Cuándo es el día del varón? ¿Cuándo tienen derecho a faltar, sin que se les ponga falta? Pasados unos segundos, insiste: ‘¿Dónde está la equidad?’...”.
√ “En otro momento, el profesor celebra que, entre hombres, puedan expresarse libremente cuando no hay compañeras. ¿Por qué no hacemos clases nada más así? Yo soy de esa pinche idea. Para que lo vayan promoviendo”.
√ Ello “ocurrió en un día de paro nacional de mujeres en el marco de la conmemoración el Día Internacional de la Mujer”.
√ Evidentemente el profesor de derecho no entendió que “no se trataba de celebrar, no se trataba de descansar, sino de conmemorar las causas, las luchas y las pérdidas de las mujeres. Se trataba de visibilizar el machismo, la violencia, el acoso sexual, la marginación y la opresión constantes”.
√ “Preguntar cuándo es el día del varón en un contexto así no tiene nada de ‘justo, equitativo’ ni ‘constitucional’. En realidad, es una muestra indiscutible de ignorancia sobre lo que implica la discriminación y sobre la opresión sistemática que enfrentan las mujeres en todo el mundo”.
√ “No tiene sentido preguntar cuándo es el día de los hombres, porque no existe punto de comparación entre la posición de privilegio que hemos ocupado históricamente y la discriminación estructural que padecen las mujeres”.
Evidentemente el ministro Arturo Zaldívar es una persona inteligente. Ha estudiado el derecho y lo ha comprendido, de ahí que pueda concluir que nada tiene de “constitucional” la estúpida pregunta del profesor de derecho que quiere un día del varón.
No será por ignorante del derecho, sino por razones políticas, si el ministro Zaldívar permite que el presidente López Obrador imponga su deseo de que se investigue y castigue al juez Juan Pablo Gómez Fierro.
La pelota está en la cancha del jurista que encabeza la Suprema Corte. Don Arturo Zaldívar tiene solo dos opciones: jugar el balón respetando las reglas o ayudar a que el poder ejecutivo meta un gol con la mano, que ya no será la mano de dios…, y es que si dios no existía, con la muerte de Maradona existe todavía menos. Zaldívar sabrá lo que hace, pero ojalá haga lo correcto; en este caso, no darle la razón al presidente de México porque, como todos sabemos, no la tiene. Hasta el mejor gobernante que hemos tenido en muchas décadas, se equivoca cuando se deja llevar por sus impulsos.