“Los ricos no son como nosotros, pagan menos impuestos.”<br>
Peter de Vries<br>
Enrique Dans, profesor del muy neoliberal Instituto de Empresa de Madrid, España dijo en un artículo de 2016 lo siguiente acerca de los impuestos:
"Según la frase, habitualmente atribuida a Benjamin Franklin pero utilizada anteriormente por Daniel Defoe, la muerte y los impuestos son las dos únicas cosas completamente ciertas en la vida".<br>"Pero la gran realidad es que el mundo actual ya no es como cuando Daniel Defoe en 1726 o Benjamin Franklin en 1789 acuñaron la famosa frase: hoy, eso de los impuestos puede ser una certeza absoluta para muchos, pero decididamente no para todos.<br>En esto de los impuestos, es cada vez más claro que no todos somos iguales, sino que unos son más iguales que otros."<br>
Enrique Dans
En México, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador con otras palabras casi a diario expresa lo mismo que el señor Dans: la mayoría de las empresas pagan impuestos, pero unas cuantas (algunas muy grandes) nacionales y extranjeras no lo hacen. De las personas físicas no hablaré aquí, aunque en tal caso, en nuestro país ciertamente, la mayoría de la gente que debiera pagar impuestos se abstiene (el 60% de la PEA nacional). Estas empresas recurren a complicados esquemas de ingeniería fiscal para, sin volar la ley, salirse con la suya. Esto podrá no ser ilegal, pero sí es inmoral. El colmo se presenta cuando algunos grandes contribuyentes, convencidos de que México es el reino de la impunidad, simple y sencillamente comenten el delito de defraudación para no entregar al Estado los recursos que son de todos.
Los números del miedo
AMLO ha dado a conocer cifras que espantan: 15 grandes compañías no han querido pagar 50 mil millones de pesos —alrededor de dos mil millones de dólares.
El Servicio de Administración Tributaria, buscando eludir conflictos innecesarios, ha llamado a los directivos de tales corporaciones para pedirles llegar a arreglos convenientes para todos. Hasta donde he entendido al presidente de México, varios de los empresarios señalados han aceptado la negociación y ofrecido pagar cantidades razonables de dinero; en tales casos los expedientes se han cerrado. La civilidad se ha impuesto, y qué bueno.
Pero, tristemente, otros hombres de negocios no han aceptado ponerse voluntariamente en orden y, bravucones, han retado al gobierno: “nos vamos a los tribunales donde litigaremos tantos años que terminaremos ganando los juicios cuando la 4T haya dejado el poder”.
¿En serio no puede Arturo Zaldívar reformar los procedimientos judiciales para acortar los tiempos de los litigios?
Está bien, no debe haber una reforma fiscal que aumente los impuestos y, tal vez, no sea posible simplificar tanto las leyes por la necesidad de estar más o menos en la lógica del resto de los países de la OCDE, pero a nivel de la operatividad del poder judicial algo se puede hacer.
Tendrá Andrés Manuel que convencer al presidente del poder judicial, Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea, de instrumentar alguna reforma organizacional que, sin violentar el debido proceso, acorte los tiempos de los litigios. Las cosas no tienen por qué ser, a fuerza, tan complicadas.
Christine Lagarde, ex directora del Fondo Monetario Internacional y actual presidenta del Banco Central Europeo, en una conferencia de 2019 sobre la tributación internacional de las empresas citó a un destacado científico que dominaba la física y las matemáticas avanzadas:
“Lo más difícil de entender en el mundo es el impuesto sobre la renta”.<br>
Einstein
Vale la pena leer con cierto detalle lo que Lagarde expresó:
√ Quizá, como dijo Einstein, sea difícil pagar impuestos, “pero es posible crear un sistema de tributación empresarial que refleje mejor los cambios en la economía mundial”.
√ “Necesitamos reglas nuevas”.
√ “La percepción del público de que las grandes empresas multinacionales pagan pocos impuestos ha dado lugar a exhortaciones políticas para que se tomen medidas urgentes. No resulta difícil entender por qué”.
√ Un nuevo enfoque es urgente.
√ “La facilidad con la que las multinacionales parecen evitar pagar impuestos, junto con la disminución observada en los últimos 30 años de las tasas de impuesto que pagan las empresas, socavan la fe en la equidad del sistema tributario en general”.
√ “Las economías avanzadas han sido las que han definido las reglas de tributación internacional de las empresas, sin considerar cómo afectarían a los países de bajo ingreso”.
Si Einstein hubiera tratado de entender la complejidad de los litigios fiscales en México, para más o menos analizarlos habría necesitado realizar un esfuerzo intelectual muy superior al que debió recurrir para desarrollar la teoría de la relatividad.
No veo ninguna razón para que el ministro Zaldívar no pueda crear tribunales especiales capaces de resolver rápidamente los juicios fiscales y en los que, además, los jueces o magistrados no se escuden en exceso de trabajo para alargar eternamente los procesos.
El miedo empresarial
Al margen de si se simplifican o no los juicios relacionados con impuestos que, al eternizarse, suelen perjudicar a la tesorería del Estado mexicano, Andrés Manuel ha dicho que un equipo de abogados que dependen de él coadyuvara con el SAT o la procuraduría fiscal cuando se enfrenten a los grandes despachos jurídicos que las empresas contratan. Ello emparejará los pleitos y, quizá, mejorará el récord de victorias del gobierno en los litigios fiscales.
Mientras el presidente AMLO cuestionaba a los potentados solo con argumentos ideológicos, las organizaciones empresariales respondían con ideología y algo de grilla.
Después del anuncio de la mañanera de este martes —que se ha denunciado, inclusive por la vía penal, a una de las mayores empresas de México—, la Coparmex se quitó la capucha y respondió reclutando a uno de los activistas de ultraderecha más radicales, Javier Lozano, quien trabajó con Felipe Calderón, fue vocero en la pasada campaña presidencial del PRI y, desde el arranque del sexenio de López Obrador, se ha dedicado no solo a cuestionar, sino a insultar al presidente de México en redes sociales y en los medios de comunicación que le abren sus puertas.
La derecha es previsora. Si Gustavo de Hoyos no crece, y no ha crecido, ahí está Lozano. Seguirán los radicales del conservadurismo ocupando posiciones en el sector empresarial. El CCE, de Carlos Salazar, y el Consejo Mexicano de Negocios, de Antonio del Valle, deberán llamar a la prudencia antes de que todo se complique.
Por el bien de la economía de libre mercado, AMLO debe ganar esta batalla
No tengo la menor duda. En la primer batalla ya abierta que los duros del sector empresarial le han declarado al presidente de nuestro país, por el bien de todos —en este caso, especialmente por el bien de la economía de mercado, basada en la sana competencia— mi apoyo total es para Andrés Manuel.
Aquí no hay nada personal. Lozano hasta me cae bien, pero si su fanatismo ya era peligroso sin la fuerza que ahora le dará la Coparmex —dejé un debate en el Heraldo Radio, con Adela Micha, porque me cansé de sus calumnias y ofensas contra AMLO—, ahora como vocero de la más radical de las organizaciones patronales, Lozano será el principal instrumento de la derecha golpista que jamás ha buscado que en México exista un sistema competitivo de verdad, sino que se aferra a los privilegios indecentes en complicidad con el gobierno que les urge recuperar.
Por el bien de la economía más eficiente, la que se basa en la libre empresa que no maximiza utilidades cometiendo delitos y pactando con el poder, no podemos permitir que ellos ganen. Sería terrible para México.