Varias personas interesadas en la política me han dicho en conversaciones privadas que fracasaron en Coahuila e Hidalgo los programas sociales del presidente López Obrador —sí, los diseñados para apoyar a la gente más necesitada, la que vive en pobreza en nuestro país—, ya que no se tradujeron en una aplastante mayoría de votos para el partido de Andrés Manuel, Morena.
Me han preguntado, con ganas de debatir, por qué fallaron los programas sociales electorales de la 4T.
Les he respondido recurriendo a la Navaja de Ockham, según la cual "la explicación más sencilla suele ser la correcta”.
En efecto, les he dado la explicación no solo más simple, sino la única que existe, del fundamento de los programas sociales del presidente AMLO: “NO SON programas sociales electorales”.
Es la diferencia con acciones de pasados gobiernos supuestamente dirigidas a ayudar a los pobres, que sí pretendían beneficiar al PRI o al PAN.
Los programas sociales de Andrés Manuel ha sido creados genuinamente para contribuir a mejorar las condiciones de marginación de millones de mexicanos, de mexicanas que viven en el más lamentable abandono.
Más allá de que es sincero Andrés Manuel cuando dice que la esencia de su gobierno es que “por el bien de todos, primero los y las pobres”, sabe que no tendría éxito si él intentara manipular con fines electorales a tantos ciudadanos, ciudadanas de abajo a quienes dio lecciones de política durante décadas —sobre todo la de no permitir que los gobiernos les compren su voluntad con unos cuantos regalos, como el “frijol con gorgojo”—.
En Coahuila e Hidalgo no se votó a favor o en contra de los programas sociales de la 4T ni tampoco fue un ejercicio de medición de la aprobación del presidente AMLO.
La gente simplemente votó por políticos de distintos partidos. Resultaron más eficaces, más creativos, más disciplinados y en general más competitivos los abanderados del PRI que los de Morena.
Si el partido de izquierda pretende ganar elecciones en el futuro —ya vienen las de 2021— tendrá que organizarse mejor. Dependerá de la militancia y los liderazgos de Morena ganar en los próximos procesos electorales, y es que, lo crean o no, nadie desde la cúpula de la 4T les auxiliará de ninguna manera.
Así debía ser la democracia que queríamos, así es la democracia que tenemos. Impensable ahora lo que vimos en el sexenio de Vicente Fox: al presidente de México usando todo su poder contra un candidato de oposición, López Obrador.
Si Morena puede triunfar sin los recursos del gobierno, qué bueno. Si Morena no puede lograr la victoria sin el empuje del presupuesto de la 4T, también qué bueno.
Al fin tenemos juego limpio electoral, podemos estar satisfechos.