Hoy, en su columna de Reforma, Sergio Sarmiento dice que no va a cuestionar a José Ramón López Beltrán y a Carolyn Adams por haber decidido tener a su hijo “en un hospital de Houston, especialmente si consideramos que ella reside en esa ciudad”.
Sin embargo, eso es precisamente lo que ha hecho el señor Sarmiento: cuestionar la decisión de una madre de que su niño nazca en la ciudad en la que ella reside.
Sergio no suele meterse en vidas privadas, ¿por qué lo ha hecho en este caso? Respuesta: (a) por necesidad de tener más lectores o (b) por ganas de molestar al abuelo, Andrés Manuel López Obrador, particularmente porque sin venir al caso el columnista involucra entre sus argumentos el debate del Insabi.
Hay una falta ética grave en el artículo del señor Sarmiento: la de criticar ¡la decisión de una madre estadounidense! —también de nacionalidad brasileña— de tener a su hijo en la ciudad que reside, Houston, Texas.
No solo la pareja tiene absoluta libertad de decidir donde quieren que nazca un hijo (dentro de las posibilidades legales y económicas, claro está), sino que entre más liberal y moderna sea la familia, afortunadamente la mamá ha adquirido más poder de decisión.
Ella reside en Estados Unidos, tenía el derecho de elegir que su hijo naciera donde está ubicada su casa. Punto.
El pequeño —una bendición, como dijo su abuelo— podrá tener la doble nacionalidad (la mexicana y estadounidense, naturalmente: considero improbable que la madre quiera darle la brasileña).
Felicidades a José Ramón y a su pareja —felicidades también al abuelo, Andrés Manuel—, ojalá ignoren la mala leche de muchos en redes y en medios tradicionales.