Hugo López-Gatell sin duda es el típico médico de escritorio. No ve pacientes, sino estadísticas.
Más allá de su fe ciega en las tendencias que arrojan sus modelos de análisis —invariablemente refutadas por la realidad—, su especialidad podría ser llamada macromedicina. Es un hecho que sabe poco de micromedicina —la que día a día busca aliviar a los enfermos— porque quizá no la practica desde que decidió dedicarse a la epidemiología, que se ocupa solo de los grandes agregados (economista presuntuoso dixit).
En su artículo de este domingo en SDP Noticas, un médico que toda su vida ha visto pacientes —uno de los héroes más conocidos en esta ya excesivamente larga temporada de pandemia—, el infectólogo Francisco Moreno Sánchez, del Centro Médico ABC, cuestiona a los médicos de escritorio que han impedido se autorice para su uso en México el remdesivir. Sus argumentos son contundentes:
- “Es bien sabido que para esta enfermedad sirven pocos fármacos, que el tratamiento antiviral temprano es importante en personas consideradas de alto riesgo para presentar una forma grave de la infección”.
- "Remdesivir es un antiviral aprobado desde mayo en los Estados Unidos y en Europa para tratar pacientes con coronavirus”.
- “Es cierto que el fármaco no es la panacea, que el beneficio va en los rangos del 30%, pero cómo quisiéramos tener un 30% menos de fallecidos”.
- “Los estudios que llevaron a la aprobación de este medicamento en muchas partes del mundo fueron también realizados en México, como lo corrobora la publicación del New England Journal of Medicine del 20 de diciembre del 2020”.
- “De toda esta situación surgen 2 preguntas”.
- “¿Que recibió el Presidente para esta infección?”.
- “¿Cuál es la razón por la que no se aprueba el remdesivir en México?”
- “¿Será que el tratamiento —que le dieron a AMLO— contenía remdesivir y que en forma inexplicable sigue sin ser aprobado en México?”-
- “Si el presidente lo recibió, qué bueno, qué bien que se recuperó y que se encuentra bien. Pero entonces háganlo disponible al criterio de los médicos que tratamos a pacientes con covid; que no sea la decisión de un médico de escritorio”.
Médico de escritorio, médico de estadísticas o médico burócrata
Los que tienen en México el poder de decisión sobre los medicamentos que pueden o no usarse para luchar contra el covid, sistemáticamente se han negado a autorizar cualquier cosa que parece útil. Son dogmáticos de un inductivismo atroz —el de los estudios médicos, que por supuesto, tienen limitaciones—.
El doctor Gatell es la verdadera Santísima Trinidad de la Medicina: él es tres personas al mismo tiempo: médico de escritorio, médico de estadísticas y médico burócrata.
Desde el inicio de la pandemia —independientemente de si ha cambiado, o no, de opinión— el subsecretario de Salud ha dicho NO a todo:
- El Doctor No, lo sabemos, dijo NO el uso del cubrebocas.
- El Doctor No, imposible olvidarlo, se aventó la puntada de decir que el coronavirus NO era peligroso, al diagnosticar que causaba menos daño que la influenza estacional (quien lo dude que recurra a Google: sobran videos en los que López-Gatell dijo eso con tono del científico arrogante en su ignorancia).
- El Doctor No, ¿se acuerdan, fanáticos?, fue el primero en decir NO, por razones de bioseguridad, a la vacuna rusa (terminó por aceptarla cuando el presidente de México le ordenó ir a Argentina a buscar razones para aprobarla en nuestro país. Esto es algo que no deberían olvidar quienes insultan en redes sociales a las personas, como yo mismo, que desconfiamos de la Sputnik V. Desde luego, no me voy a poner esa vacuna; la china tampoco. No se me da la gana. Si mi gobierno no me otorga el derecho de elegir, mucho me temo que me quedaré sin vacunar hasta que pueda conseguir por mis propios medios la vacuna que me convenza. Si no lo logro, entonces andaré lo que me quede de vida con dos cubrebocas, y santo remedio; lo bueno es que ya mis nietos no me reconocen sin la mascarilla, que supongo hasta les parece simpática).
La ivermectina
No tengo la menor idea acerca de si la ivermectina sirve, o no, como profiláctico. Si sé que los médicos de trinchera, los que pelean día a día contra el coronavirus la recomiendan. En este sentido es interesante lo que alguien del IMSS publicó en SDP Noticias: que el uso de ivermectina en pacientes con covid-19 es una opción eficaz, económica y segura.
Y es que, contra las recomendaciones de la dizque sapiente burocracia sanitaria, la más grande institución médica de México —por lo tanto, la que más enfermos de covid atiende—, el Instituto Mexicano del Seguro Social, utiliza la ivermectina con sentido práctico: muchos estudios dicen que ayuda, entonces, ante la falta de medicamentos ciento por ciento eficaces, vale la pena usar ese remedio contra los piojos. Total, el único efecto secundario que podría tener sería el de despiojar a la gente.
Con sentido práctico, y con todas las ganas de mandar mucho al rancho del presidente de México a los sabelotodo médicos de escritorio, el gobierno de la Ciudad de México también usa la ivermectina.
AMLO, invencible porque no es un presidente de escritorio
El partido Morena está lleno de gente poco carismática, impresentable en no pocos casos, torpe en sus órganos de dirección e incompetente en la tarea de convencer a los ciudadanos —Salgado Macedonio, Mario Delgado, Polevnsky, Monreal, Citlalli, etcétera—, pero a pesar de ello gana elecciones.
En efecto, muy probablemente Morena conservará la mayoría en la Cámara de Diputados y conquistará al menos 10 de las 15 gubernaturas en disputa en las elecciones de este año.
Ocurrirá así nada más por el hecho de que Andrés Manuel jamas ha sido y jamás será un presidente de escritorio. Sus principales actividades las realiza de pie o fuera de la oficina: las conferencias de prensa mañaneras de lunes a viernes y las giras por todos los pueblos de México los fines de semana.
Si AMLO fuera el típico oficinista, no tendría la comunicación tan cercana y afectiva que fascina a la gente, sobre todo la más pobre, de la que otros gobernantes solo se acordaban en estadísticas, como las del Coneval —sus tecnócratas son algo así como los epidemiólogos de la pobreza: los del primer grupo de expertos jamás han visto a alguien realmente necesitado del mínimo apoyo económico, otros ya se olvidaron de los enfermamos de carne y hueso, pero eso sí, ambas clases de especialistas son, pero que si bien chingones para el manejo de números y tendencias.
El presidente NO de escritorio cuando se contagió ignoró a los médicos SÍ de escritorio
Todo parece indicar —lamentablemente hay opacidad en esta materia, y ello no es positivo— que el presidente López Obrador cuando enfermó de covid se puso en manos de un médico de batalla, aunque ahora sea funcionario público, el doctor Jorge Alcocer Varela, quien rápidamente se olvidó de los médicos de escritorio y consultó a facultativos más prácticos que le recetaron a nuestro gobernante medicamentos ¡¡¡no autorizados por el propio gobierno!!!, como remdesivir, baricitinib, banlaninumav o dexametasona.
Para justificar algo absolutamente correcto, pero prohibido por los médicos de escritorio de la Cofepris dominada por López-Gatell, se sacaron de la manga un protocolo de investigación inexistente, que afortunadamente cumplió su objetivo de decir algo, y ya: terrible habría sido que le hubiera tocado a Andrés Manuel un placebo en vez de la medicina.
El hecho es que tales medicamentos, ¡¡¡oooootra vez!!!, serán estudiados en un nuevo protocolo del Instituto de Nutrición. La verdad de las cosas es que esto no tiene sentido porque, no lo olvidemos, ya fueron sometidos a uno o dos protocolos de investigación.
Cito de nuevo al doctor Moreno Sánchez:
No se necesitan más investigaciones ante una enfermedad que lleva más de 170,000 fallecidos, no perdamos más tiempo. Nunca habíamos tenido en salud un problema como al que nos enfrentamos, nunca habíamos sido restringidos en el uso de medicamentos para tratar una enfermedad.<br>
Dr. Francisco Moreno Sánchez
Querido presidente AMLO:
Sin duda, Andrés Manuel, tienes el poder y la vocación de no conformarte con las decisiones de escritorio. Lo tuyo es el campo de batalla. Entonces, ordena que Gatell y sus colaboradores se bajen de la nube de la burocracia y busquen la manera legal, que existirá, para que los medicamentos mencionados puedan ser usados, o no, según el criterio —basado en sus estudios y, sobre todo, en sus experiencias— de los médicos que SÍ atienden enfermos día a día y que se desesperan, y desde luego sufren, porque los ven morir sin poder darles nada... ¡porque nada convence a los especialistas de escritorio! que exigen más y más investigación en una guerra que estamos perdiendo y en la que todo lo que parezca sensato y haya demostrado una mínima eficacia debería usarse como arma de combate contra el terrible enemigo.
Ojalá ya aprueben tales medicinas para el uso de más mexicanos. Un presidente de lucha en el campo de combate, no de escritorio, entenderá la urgencia de una medida así.