Querido presidente:

Se llama Angelina Veloz y ha destinado siete horas cada noche, durante seis días de cada una de las veintiséis semanas que lleva México luchando contra el coronavirus.

Aunque el periodo de trabajo nocturno de los hospitales es más amplio que el diurno, de las 11 horas que habitualmente tendrían que laborar, las y los enfermeros acortan sus horas dentro de las áreas covid por dos razones: la primera, el pesado equipo de protección que deben portar, integrado por lentes quirúrgicos, dobles guantes, petos de protección biológica, un estricto ritual de baño al entrar y salir del área de servicio, sanitización y un breve momento de comida o descanso.

Sin romantizar ni exagerar, Andrés Manuel, te cuento que un esposo fallecido y una hija única han sido el motor para que desde los 28 años Angelina comenzara a trabajar. Aunque nunca imaginó enfrentar una pandemia, a sus 56 años y muy cerca de ser considerada como población de riesgo, intercala días de asistencia en el servicio de terapia intensiva para recién nacidos con sus labores como inhaloterapeuta de personas adultas.

El ISSSTE ha lanzado la condecoración Miguel Hidalgo para reconocer a trabajadores, trabajadoras de la salud que han afrontado la crisis sanitaria con entereza. Si hay alguien merecedora de este reconocimiento, presidente López Obrador, es esta enfermera que como muchas, ha acompañado hora tras hora a pacientes críticos, haciendo todo lo humanamente posible por su salud. Con la diferencia de que ella lo ha hecho en dos hospitales distintos. En uno a recién nacidos (con covid-19 y bajo); en otro, adultos mayores y hasta personas poco más jóvenes que ella.

Desde marzo a la fecha, ha atendido a dos pacientes por noche (en días críticos, hasta 4 o 5). Los seis meses de pandemia, para Angelina se han traducido en poco más de 366 pacientes. Todos ellos, dentro de la estadística de sobrevivientes.

A la nostalgia de una señora que mira sus inicios laborales desde los 17 como secretaria, en una constructora que comenzó parte de la Central de Abasto —la “señorita Veloz” como se le conoce en sus hospitales— tiene una segunda virtud: la de estar orgullosa por colocarse al frente de la primera línea de combate contra el covid y sentir que es su forma de luchar por México y hacer patria.

Contra un enemigo que nadie esperaba y a todos nos amenaza, da gusto saber que no luchamos solos, sino con un gran equipo de 132 mil enfermeras, enfermeros que lo dan todo por nosotros.

Te suplico, Andrés Manuel, apoyes a Frida Gómez en la petición de que se premie a su mamá, mujer heroica y ejemplar. .