Hablo de Carlos Marín, de Milenio. Desde que fue arrestado en Estados Unidos el principal colaborador de Felipe Calderón, el ex director editorial del diario de Francisco González no ha dejado de defender a Genaro García Luna

Lógicamente, en estos días, cuando se ha sabido que la fiscalía ubicada en Brooklyn empieza a señalar a dos colaboradores del súper policía al que debemos la desastrosa guerra contra el narco, Marín rápidamente ha salido a decir que son inocentes.

Tanto a Genaro García Luna como a Luis Cárdenas Palomino y Ramón Pequeño se les acusa —cito a Marín— de “… ‘conspiración para el tráfico de cocaína’ a cambio de sobornos multimillonarios de la banda de Joaquín, El Chapo Guzmán”.

Además de todo lo que ha escrito a favor de García Luna —demasiado, inclusive para alguien poco dado a la prudencia como el señor Marín—, todos sus artículos de esta semana en Milenio los ha dedicado a defender a los tres personajes acusados de hacer negocios ilícitos con el jefe del Cártel de Sinaloa:

El lunes 3 de agosto de 2020 publicó “Los presionarán para que inventen”. El martes 4, “Gran trayectoria de Ramón Pequeño”. Y hoy miércoles 5 de agosto, “Luis Cárdenas, el rescatista”.

Difícil entender por qué Carlos Marín pone en riesgo su prestigio —el mucho o poco que le quede— y aun su seguridad personal defendiendo a tales personas.

¿Lo amenazan los mafiosos para que los elogie en las páginas de Milenio? Improbable. Carlos Marín es todo lo arrogante que se necesita para no dejarse intimidar por nadie.

¿Cree en la inocencia de García Luna y amigos? Improbable. El señor Marín, experimentado periodista, no es tan ingenuo. Conoce lo que son las probabilidades informativas y sus muchos años de trabajo en las redacciones de Proceso y Milenio si algo le han enseñado es que los funcionarios públicos acusados normalmente son culpables.

¿Lo han seducido los tres jefes policiacos/mafiosos acusados en Nueva York? Probable. Ante la falta de otra explicación parece creíble la hipótesis de que Carlos Marín se dejó conquistar por García Luna y amigos. Falta averiguar si el sortilegio se estructuró con palabras bonitas, con favores sentimentales o con regalos materiales. De que se sabrá, se sabrá.