En Excélsior, Jorge Fernández Menéndez —uno de los periodistas que mejor conocen el tema del narcotráfico y la inseguridad en México— ha contado con uno de detalles la verdadera historia de lo que pasó en Culiacán el pasado jueves. Vale la pena revisar sus argumentos y sus datos porque, en mi opinión, hablan claramente de terrorismo dirigido a doblar al gobierno del presidente López Obrador.
La verdad de lo que pasó en Culiacán, contada en Excélsior
√ Estaban siguiendo a Ovidio Guzmán López desde hacía casi un mes.
√ Jueves 17 de octubre en la mañana: “una unidad militar especializada… tenía ubicado a Ovidio”.
√ El hijo de El Chapo se movía con tranquilidad en Culiacán porque “no tenía orden de aprehensión”.
√ En México, no la hay. Ignoraba la existencia de la orden de extradición en su contra.
√ Los militares que iban por Ovidio sabían lo que hacían.
√ La Fiscalía General de la República estaba enterada.
√ “Muy poco antes de comenzar el operativo se pidió apoyo a la zona militar de Culiacán, y se desplegaron más de 100 elementos para realizar un círculo de seguridad en torno a la zona de Tres Ríos”.
√ Los más de 100 elementos que apoyaban el operativo no tenían idea de que se trataba de arrestar a Olvido Guzmán López.
√ Cuando Ovidio llegó a su casa, alrededor de las dos de la tarde, el comando rodeó la vivienda.
√ Ovidio se comunicó con su gente y pidió un abogado.
√ “Lo que sucedió después no estaba previsto porque nunca había sucedido”.
√ Veinte minutos después de iniciado el operativo “comenzaron las agresiones no desde dentro de la casa, sino desde fuera hacia la casa, contra el círculo de seguridad implementado en torno de la misma”.
√ Los militares repelieron la agresión.
√ Para proteger a la familia de Ovidio los “soldados le dieron a su esposa, a su suegra y a sus niños chalecos antibalas”.
√ El comando, integrado por expertos, tenía capacidad para mantener el control de la vivienda.
√ Pero empezaron “los ataques en la ciudad, y también comenzaron a ir hacia Culiacán sicarios de otras ciudades y estados (sobre todo Durango), al mismo tiempo que se ofrecía entre 20 y 40 mil pesos a cualquiera que participara en los bloqueos”.
√ Los sicarios secuestraron una pipa con combustible y amenazaron “con hacerla estallar en el multifamiliar donde viven familias de militares”.
√ “Sí se tenía previsto, había sucedido en otros operativos similares, reacciones y bloqueos, por supuesto también enfrentamientos, pero nunca había ocurrido que esos ataques se dirigieran contra la población civil”.
√ Esto es, por primera vez la mafia recurría al terrorismo contra la sociedad civil.
√ Eso es algo que no sucedió “ni siquiera en las dos detenciones de El Chapo Guzmán en Sinaloa”.
√ Nunca el Cártel de Sinaloa, ni ningún otro grupo del crimen organizado había reaccionado “con tanta virulencia” amenazando directamente a personas inocentes.
√ “Cuatro horas después de iniciado el operativo, el comando recibió la orden de retirarse”.
√ Los militares especializados en operativos de este tipo tenían la capacidad de haberse llevado al detenido.
√ No lo hicieron para no provocar una catástrofe entre la población civil, ya que “los sicarios sacrificarían a los rehenes que habían tomado en Culiacán y en otras localidades”.
√ “Un soldado murió, nueve quedaron heridos, uno de gravedad, los sicarios tuvieron numerosas bajas, pero se llevaron a la mayoría de sus muertos y heridos”.
√ “No fue un operativo improvisado. Fallaron otras cosas”.
√ Lo que “falló” fue el cálculo de que el narco continuaría respetando a la sociedad civil, pero ya no fue así.
√ Ahora que se sabe que la mafia puede recurrir al terrorismo tendrán que cambiar la estrategia de los operativos y hasta el marco legal de los mismos.
Terrorismo desestabilizador
Excepto en algunos otros lugares durante el sexenio de Felipe Calderón —destacadamente el 25 de agosto de 2011 en el casino Royale de Monterrey, cuando un incendio provocado por delincuentes que exigían cobro de piso terminó con la vida de 52 personas, entre ellas una embarazada—, el narco no había recurrido al terrorismo.
Cabe decir que el terror del Casino Royale probablemente no pretendía matar a tanta gente de la sociedad civil, sino solo dañar las instalaciones de un negocio que no pagaba la cuota exigida por la mafia. A los delincuentes se les pasó la mano, pues. No exigieron nada a cambio de no volver a atentar contra la población.
Lo de Culiacán, según lo narra Fernández Menéndez en Excélsior, fue distinto: terrorismo para doblegar al Estado. Una demostración de poder armado y económico tan grande —los sicarios usaron armas sofisticadas y dieron más de 20 mil pesos a cada persona que participaba en los bloqueos—, además ocurrida muy poco tiempo después del asesinato de 13 policías en Aguililla, Michoacán, solo pudo ser obra del narco en asociación con potentados y políticos enriquecidos que ven en riesgo su patrimonio y hasta su libertad por la cacería de corruptos de la 4T que tiene en la cárcel a personas como Juan Collado y Rosario Robles y en investigación a el ex ministro Medina Mora, al ex líder sindical de Pemex Romero Deschamps y a otros personajes intocables en el pasado reciente. Esto último no lo dice Jorge Fernández; es lo que he sostenido desde la matanza de Aguililla y que hoy, en su columna publicada en el diario propiedad de Olegario Vázquez Aldir, confirma uno de los periodistas que más conocen y trabajan el tema de las bandas criminales.
El presidente Andrés Manuel López Obrador debe resistir. Porque habrá más acciones de este tipo. Los corruptos siempre ligados al crimen organizado no se van a rendir tan fácilmente.