Admiro a la gente que viene de abajo, es emprendedora y trabaja incansablemente.
Luis Donaldo Colosio diría que surgió de la cultura del esfuerzo —y no de la del privilegio— el señor Arturo Cervantes, dueño del restaurante Arturo's de la colonia Polanco en la Ciudad de México.
Su negocio podrá ser fifí o fresa o todo lo que se quiera, pero a don Arturo le llevó 40 años de fatigas convertirse en empresario.
Su historia es la tantos mexicanos que no se dejan aplastar por la falta de recursos económicos.
Él empezó su vida laboral hace más de cuatro décadas como mozo en el Champs Elysees, que fue durante mucho tiempo el restaurante elegante por excelencia en la capital mexicana.
A partir de su función como mozo, Arturo avanzó: fue garrotero, mesero, capitán y gerente en el mencionado establecimiento ya desaparecido.
En 2008 fundó su propio negocio, Arturo's. Invirtió todo su patrimonio y aun lo que no tenía.
A don Arturo le ha ido bien, afortunadamente; a él y a 35 personas que le ayudan en la cocina, la limpieza o sirviendo en las mesas a su leal clientela.
Durante el primer confinamiento, en la etapa inicial de la pandemia —se prolongó más de cien días, algo durísimo para un restaurante— decidió ofrecer sus platillos para llevarlos a casa.
Todos los días de aquel confinamiento Arturo ofrecía por WhatsApp —a mí y a toda la gente que tiene en su directorio telefónico— un menú para consumirlo en casa. Algunas veces, pocas desgraciadamente, le hice pedidos.
En el nuevo confinamiento decretado en la Ciudad de México, obligado a cerrar su restaurante como lo han hecho todos sus colegas, Arturo volvió a contactarme por WhatsApp: otra vez tengo sus menús para llevar.
Este sábado 2 de diciembre me animé y le pedí comida: pollito a la cacerola y lentejas. Para ahorrar en en el reparto, él mismo me trajo los platillos. Un honor, sin duda, pero…
Admito que me molestó ver a don Arturo luciendo un cubrebocas con el logotipo de Sí Por México, el grupo ultraderechista de oposición encabezado por Claudio X. González —en el que participan el PRI, el PAN y el PRD— y que nació no para defender una idea o un proyecto de gobierno, sino nada más para tratar de dañar al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Jamás apoyaría yo a una organización como la financiada por Claudio X., quien me parece un fascista. Entonces, después de saludar al restaurantero que sin complejos sabe ser repartidor, le manifesté mi enojo. Reproduzco la charla que se dio en la calle:
Pregunta: ¿Y esa chingadera, don Arturo?
Respuesta: “Don Federico, es la forma en que quiero expresarle al presidente López Obrador que estoy decepcionado, como seguramente lo están miles de pequeños empresarios como yo, por la falta de apoyo en esta crisis”.
Pregunta: ¿Qué esperaría hiciera el gobierno de la 4T?
Respuesta: “No exigimos rescates. No somos monstruos devoradores de erarios como los bancos que se dejaron pedir en el Fobaproa miles de millones. Solicitamos algo razonable. Por ejemplo, nos ayudaría mucho un poco de comprensión, facilidades, plazos correctos para pagar impuestos y servicios como luz y agua. Acabamos de pagar más de 200 mil pesos en contribuciones, ¡y estamos cerrados!”.
Pregunta: ¿Alguien le ha apoyado en la pandemia?
Respuesta: “El rentero, don Federico, el rentero nos ha apoyado. En el primer cierre le dije: ‘Nos arreglamos o dejo de pagar la renta’. Sin dudarlo un segundo redujo el alquiler y por eso no cerramos. Pero del gobierno no hemos recibido nada”.
Pregunta: Claudia Sheinbaum ha anunciado apoyos para los trabajadores de los restaurantes, ¿no es eso positivo?
Respuesta: “Sin duda es positivo. La gente lo agradece, pero si este cierre se alarga más allá del 10 de enero no sé qué vamos a hacer. Y sin la fuente de trabajo los empleados no van a sobrevivir con lo que les dé la jefa de gobierno. Es la triste realidad”.
Pregunta: ¿Cómo le ha ido en este semáforo rojo?
Respuesta: “El 24 y el 31 de diciembre nos fue bien con entregas a domicilio —por cierto, usted no me compró nada—, pero hoy su pedido es el tercero y último del día. No sé si nos va a alcanzar para llegar al 10 de enero, suponiendo que nos dejan abrir ese día”.
Pregunta: ¿Cómo le fue después del anterior confinamiento, cuando abrió otra vez luego de casi cuatro meses cerrado? ¿Volvieron los clientes?
Respuesta: “Más o menos nos sostuvimos. Nos dejaron operar al 30% y así estuvimos, pero es poco para hacer negocio. Y a veces ni el 30% del restaurante se llenaba. Don Federico, los clientes de mi restaurante tienen su edad, no son jovencitos, y muchos son mayores que usted, como el querido abogado Javier Quijano. Ustedes se cuidan de más, y no quieren salir: se la pasan guardados. Lo entiendo, pero hacen falta en mi negocio. Ojalá este 10 de enero nos dejen operar aunque sea al 30%, y se den una vuelta. Para ya no estarle metiendo tanto dinero al negocio mi esposa y yo. Porque el dinero se acaba, y ya se nos están agotando las reservas”.
Pregunta: ¿Es por la falta de apoyos que usted votará por la propuesta de ClaudioX., la de Sí Por México? Me parecería una razón espuria para entregar el sufragio a una opción política que fracasó en el pasado.
Respuesta: Don Federico, el voto es secreto. Solo le pido al presidente de mi país, don Andrés Manuel, que analice nuestra situación y nos eche la mano. No queremos nada regalado, pero sí algunas facilidades para no quebrar. Ojalá el presidente López Obrador venga el 10 de enero a mi restaurante. Comería bien, lo trataríamos con respeto y, si nos permitiera la confianza, le haríamos un recuento de nuestros problemas, que son los de miles de negocios pequeños”.
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Ya no le dije a Arturo Cervantes, pero quizá la opción con posibilidades de concretarse sea que llame a Jesús Ramírez, pida entrar a la mañanera y ahí en Palacio Nacional, con público, plantee sus inquietudes. Conozco a Andrés Manuel y sé que no le molestará que el restaurantero llegue con su cubrebocas de Sí Por México. La libertad que disfrutamos permite eso y mucho más. Enriquecería a todo el país un diálogo entre el presidente AMLO y el propietario del fifí Arturo's.