Contra lo que yo pronosticaba, ha sido muy exitosa —y en más de un sentido ejemplar— la campaña de vacunación en México, sobre todo en la capital del país. Hay que decir la verdad y, sin duda, así han sido las cosas.
La notable eficacia se debe a que la logística no se dejó en manos de la gente del sector salud, rebasada en sus capacidades desde hace tiempo por la brutal fuerza destructora de la pandemia de coronavirus.
En la campaña de inmunización evidentemente intervienen solo personas del gobierno que sí tienen habilidades de organización de enormes proyectos. En efecto, como los servidores de la nación, a quienes tanto critiqué, pero que han hecho su trabajo con profesionalismo y sin politizar las vacunas.
Pero, ni hablar, sí se ha politizado la vacunación —era inevitable en un periodo electoral—; conviene precisar, para ser rigurosos, que eso no lo han hecho ni el gobierno de la 4T ni el de la CDMX.
Quienes han buscado beneficiarse de la aplicación masiva de las vacunas —y lo han logrado en algunos casos— son alcaldes que buscan reelegirse.
Pero el mérito por la campaña de vacunación es del presidente AMLO, quien puso a todas las áreas de su administración a hacer la tarea, en especial a la Secretaría de Relaciones Exteriores, encabezada por Marcelo Ebrard. Desde luego, también debe reconocerse el apoyo operativo que han dado al proceso de vacunación las autoridades locales, que por motivos electorales o por simple responsabilidad, han terminado por ponerse las pilas.
Estuve recientemente en un país rico —que no es Estados Unidos— y la gente con la que conviví, bastante informada, me envidiaba cuando platicaba mi experiencia con la primera dosis que me apliqué el pasado febrero en un centro de salud de Cuajimalpa; en aquel país, donde no ha avanzado la vacunación con la velocidad que esperaba su opulenta sociedad, estaban admirados por lo bien que lo ha hecho México. Por cierto, espero esta semana acudir a un centro de convenciones en Santa Fe para que me pongan la segunda inyección. Extraordinario trabajo el de los encargados de la vacunación.
Sin duda, es para presumirse la alegría de muchos miles de mexicanos y mexicanas que se han vacunado en la Ciudad de México, en Monterrey y en otras regiones de nuestro país; presumirlo, sí, sobre todo por lo mal que le fue a la Europa más desarrollada en los meses iniciales de su campaña de inmunización. Fracasaron gobiernos tan relevantes como el de Angela Merkel en Alemania.
Conozco ya a mucha gente que se ha vacunado en México; ayer lo hicieron mis hermanos en Monterrey, donde la autoridad municipal, con bastante sentido común, decidió imitar el sistema de organización establecido en la CDMX por el equipo de Claudia Shienbaum.
Supongo que lo bien que se ha dado la vacunación en la Sultana del Norte mejorará, de manera natural, la posición electoral del alcalde con licencia Adrián de la Garza, quien busca ser gobernador de Nuevo León postulado por el PRI.
La que no ha sacado ventaja de la campaña de vacunación del gobierno de la 4T, porque no se le ha autorizado a hacerlo, es Clara Luz Flores, la candidata del partido del presidente López Obrador. Se trata sin duda de un hecho que habla bien de Andrés Manuel, a quien se acusó de que iba a utilizar las vacunas para darle ventaja a Morena en las elecciones. No ha ocurrido así, es la verdad.
Otro candidato que se ha visto beneficiado por la campaña de vacunación de la 4T es Miguel Trevino, presidente municipal independiente del que podría ser el municipio más rico de México, San Pedro, Nuevo León: creció muchísimo en las encuestas después de que los sampetrinos se vacunaron; todavía no ha ganado su reelección, porque enfrenta la competencia de uno de los más inteligentes y carismáticos políticos que conozco, Mauricio Fernández, pero sin duda Treviño aprovechó el buen trabajo del gobierno de López Obrador en lo relacionado con las vacunas. No critico al alcalde de San Pedro y hasta admiro su habilidad de goleador oportunista, pero lo cierto es que sin pagar don Miguel ni una sola jeringa, amplió en más de 10 puntos su ventaja sobre Mauricio.
Es un hecho que los alcaldes en campaña le han sacado provecho a un proyecto que han apoyado, sí, pero que no es de ellos, sino de AMLO. Se entiende que no le den las gracias al presidente López Obrador, no les conviene, sobre todo si son de oposición, pero éticamente hablando estaban obligados a hacerlo. Acertaron como políticos con ambiciones legítimas que están en campaña; fallaron en la moral.
El único pero de las vacunas…
Como se ha comentado, si a alguien le consta la excelencia y el humanismo de la medicina privada en México es al presidente López Obrador. Cuando se infartó sus familiares no lo llevaron a un centro de salud del gobierno; desde luego, hicieron lo correcto al preferir trasladarlo a Médica Sur. En general es de mayor calidad la atención en los hospitales particulares que en los públicos. Hay hospitales propiedad del Estado mexicano de primer nivel, como el de Nutrición, pero son muy pocos y siempre están llenos.
En México la campaña de vacunación empezó correctamente con los médicos y médicas que atienden covid, pero indebidamente solo en los hospitales del sector público. En realidad, y fue muy bueno que así se hiciera, no solo se vacunó a doctores y doctoras que tienen contacto directo con los enfermos de covid, sino a la totalidad del personal médico que trabajan en los centros de salud del gobierno.
Se vacunó también a unos pocos médicos, médicas de hospitales privados que han estado en contacto con enfermos de covid. Pero muchos otros profesionales de la medicina de los centros de salud particulares no ha tenido esa suerte. Y todos, lo quieran o no, invariablemente conviven con gente sintomática o asintomática contagiada por el cornavirus.
Es una pena advertir que para vacunarse han tenido que viajar al extranjero médicos y médicas de los hospitales privados que atienden enfermos de covid tanto en sus consultorios como en las salas de urgencias, los quirófanos, etcétera. Lo han hecho por elemental sentido de la responsabilidad, invirtiendo sus ahorros —dos viajes ida y vuelta por avión a Texas o California cuestan bastante—, han actuado así, y los aplaudo, para protegerse y proteger a sus familias, pero desde luego también para ofrecer una atención más cuidadosa a sus pacientes.
Es triste que los médicos y las médicas que pueden pagar el viaje vayan a Estados Unidos a inmunizarse dado que en México no pueden hacerlo debido a una mala decisión del sector salud, que a mí me parece irracional porque está evidentemente infectada de ideología y de resentimiento.
Pero más triste es que muchos otros médicos, los de los barrios populares y las farmacias, no tengan recursos para viajar a EEUU a vacunarse. Tampoco lo pueden hacer en su país y a diario reciben enfermos con síntomas que parecen ser propios del covid y que muchas veces lo son.
¿No valdría la pena, presidente López Obrador, que un cargamento de vacunas se destinara exclusivamente a los profesionales de la medicina privada? Me encantaría conocer las razones de un hombre sabio, un humanista con sobrados conocimientos de salud, como el doctor Jorge Alcocer Varela, para no exigir con gran energía al gobierno al que sirve atender a la brevedad posible a los médicos particulares.
Si no fuera criminal, sería risiblemente cursi el odio que algunos funcionarios médicos de la 4T sienten respecto de sus colegas de la iniciativa privada.