Quizá lo más comentado del segundo informe de gobierno fue lo que dijo el presidente López Obrador acerca de la inasistencia al evento de Alejandro Gertz Manero y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, fiscal general y cabeza del poder judicial, respectivamente:

“Miren cómo han cambiado las cosas, invité al fiscal general de la República y al presidente de la Suprema Corte de Justicia y no pudieron asistir. En otros tiempos eso no pasaba, porque ellos tienen la arrogancia de sentirse libres. ¡Este es el cambio! ¡Esta es la transformación!”.<br>

Andrés Manuel López Obrador

Para buena parte de la comentocracia, como la columna Bajo Reserva, de El Universal, ello representó “un raspón” de AMLO a quienes dirigen la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Fiscalía General de la República.

Mejor informado y con menos ganas de amarrar navajas, el diario digital Regeneración, cercano al presidente López Obrador, niega lo anterior:

"No fue un regaño, ni un reclamo, ni un ataque a la libertad misma, como varios medios y comunicadores interpretaron. La frase ‘la arrogancia de sentirse libres’… ya la ha usado muchas veces antes (el presidente AMLO) y se refiere a la autonomía de los poderes del gobierno y de las instituciones. Estaba elogiando que en su administración se ha procurado que las instituciones y poderes sean autónomos y no estén a su servicio, ‘como antes’, señaló”.<br>

Regeneración

Las palabras tienen variois significados. La persona “arrogante”, sí, es altanera. El Diccionario de la lengua española no miente. Pero, según esta obra editada por la RAE, “arrogante” también quiere decir valiente, alentado, brioso, gallardo, airoso. Y gallardo, ya sabemos, es sinónimo de excelente. Por lo demás, excelente es quien sobresale

"Hay ausencias que se notan más que las presencias".<br>

Adagio

Pienso que por gallardos y excelentes, esto es, por arrogantes en los significados positivos de tal palabra, Gertz y Zaldívar rechazaron la invitación de Andrés Manuel para estar presentes en el segundo informe.

La excelencia del fiscal general y del ministro de la Corte es tanta que, evidentemente, entendieron que había una razón más poderosa que reafirmar su independencia para no acudir al evento presidencial: respeto al covid.

Estaría loco Gertz Manero si, a sus 80 años de edad, se reuniera con numerosos políticos, temerarios o mal informados, que se niegan a usar cubrebocas.

Zaldívar, bastante más joven, pero ya con 61 años de recorrido, es decir, entrando en los grupos vulnerables, seguramente pensó lo mismo:

“Si no se cuidan ellos y ellas —los y las del gabinete—, no seré tan tonto como para no cuidarme yo”.<br>

Pensamiento silencioso del ministro Zaldívar Lelo de Larrea

No era necesario ni fundamental que estuvieran Alejandro Gertz y Arturo Zaldívar, y ejerciendo el derecho sagrado a ser arrogantemente libres, hicieron lo que antes era impensable: dejar plantado al titular del poder ejecutivo.

Hicieron muy bien porque con ello no se expusieron al coronavirus que ha provocado la muerte de más de 65 mil mexicanos y mexicanas, dato terrible que sigue sin convencer a la actual clase política mexicana de la importancia de predicar siempre con el ejemplo, es decir, de jamás quitarse la mascarilla. No utilizan la simple telilla que tapa la mitad del rostro para no quedar mal con el hombre más elogiado del sexenio, el rockstar de la epidemiología, Hugo López-Gatell, quien, arrogante en los otros sentidos de la palabra —soberbio, altivo, altanero— ha hecho todo lo que ha podido contra el cubrebocas. Sin duda, ha dicho muchas veces que debe usarse, pero muchas otras ha negado su utilidad. Él mismo se lo quitó cuando jugó a ser precandidato en la serranía de Puebla y saludó a una mujer pobre. Así no se puede luchar en serio contra una pandemia.

La grilla y la ciencia no se llevan

La única funcionaria importante que siempre ha tomado en serio la mascarilla es la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Ayer, antes del informe del presidente AMLO, se tomó una fotografía con otras mujeres de la 4T. Solo Claudia y la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, traen tapabocas. Si la pandemia se convierte en una crisis humanitaria en México, la doctora (en ingeniería) Sheinbaum no podrá ser señalada por nadie.