“La naturaleza no ha creado al hombre sino para prestar y recibir a crédito.”
François Rabelais
La relatividad de los maravillosos 25 mil pesos
Para empezar, querido presidente AMLO, te digo que estoy convencido de que 25 mil pesos son un extraordinario apoyo para microempresarios formales e informales.
Con 25 mil pesos cualquier familia puede vivir dos meses, no tengo la menor duda.
Hasta el hombre más rico de México, Carlos Slim, podría arreglárselas con 25 mil pesos para alimentarse diariamente, 60 días, él mismo más tres integrantes de su familia. Personas austeras, no tendrían problemas para mantenerse con esa cantidad. No estoy hablado de otros gastos que tengan —electricidad, que si utilizan el aire acondicionado empieza a ser una carga; personal de seguridad, artículo de primera necesidad en el caso de gente tan relevante, etcétera—: estoy haciendo referencia únicamente a lo básico.
En ese sentido, Andrés Manuel, 25 mil pesos son una gran ayuda para que los muy pequeños empresarios sobrevivan con sus familias —y aun para que tiendan la mano a alguno de sus empleados— durante la emergencia por el coronavirus.
Es una cantidad suficiente para que la gente humilde que tiene su propio negocio se quede en su casa, es decir, para que no tenga necesidad de salir a la calle a trabajar en el puesto ambulante, para que no se sienta nadie presionado a abrir la tienda de la esquina o la minúscula sastrería buscando conseguir los recursos que demanda la esposa, el esposo, los hijos, las hijas, la madre anciana a la que se cuida en casa.
Pero todo es relativo. En efecto, presidente López Obrador, la palabra clave en mi opinión es relatividad. Y conste, para nada estoy haciendo referencia a la teoría de Einstein, que nomás no entiendo: renuncié a intentar comprenderla una vez que cierto físico, en la escuela, trató de explicarla.
Todo, señor presidente AMLO, es relativo. ¿Alcanzarán los 25 mil pesos al microempresario para volver a su actividad el primero de junio? En la mayoría de los casos, no lo creo.
La reina María Antonieta
El propietario de una pequeña sastrería, si no tiene empleados, podría volver a su negocio sin problemas: no necesita comprar materiales, es decir, si llegara un funcionario del Banco de México —satisfecho después de haber guardado los remanentes bajo siete llaves— a hacerse un traje, el dueño del negocio le podría cobrar un anticipo para comprar la tela. Y a partir de ahí empezar a reponerse.
Y si otra persona, digamos del diario Reforma, lleva los pantalones de doña Denise Dresser a la sastrería para repararlos porque se les descosió la bastilla —o el dobladillo, nadie piense, por favor, que confundo a tan eminente politóloga con María Antonieta; quizá así se sienta ella, pero la verdad de las cosas, le faltan méritos fifís—, en este caso el sastre tendrá los hilos que se requieran para hacer el trabajo.
Pero no todos los microempresarios están en tal situación. Veamos el caso del vendedor de guajolotas en la calle. No pienso en el ubicado afuera del Palacio Nacional, que tiene asegurada su clientela con los doctores Hugo López-Gatell y Jorge Alcocer. Por cierto, Andrés Manuel, ¿no crees que deberías llamarles la atención? Eso de que se exhiban —o los exhiban, para el caso es lo mismo— comiendo tortas de tamal en la vía pública es un mal ejemplo. Tanto que ellos han insistido en el etiquetado de la comida considerada chatarra para combatir la obesidad, y ahí los tienes promoviendo un platillo que, en definitiva, engorda más que las Sabritas. Con la popularidad que le regalaste a López-Gatell, ese video guajolotero neutraliza el efecto de 10 millones de etiquetas advirtiendo sobre los riesgos de la alimentación que fabrica gordos. Y ni para qué hablar de lo perjudicial que resulta comer en la banqueta. ¿Acaso no estudiaron algún curso de gastroenterología?
Si López-Gatell y Alcocer no engordan, a pesar de sus inadecuados hábitos, seguramente se debe a la naturaleza de ambos. Pero de esto no puedo argumentar mucho más; ellos son los que tienen estudios en genética, yo no.
El gran periodista de las mañaneras
Antes de continuar con el ejemplo del vendedor de guajolotas común y corriente, es decir, el que no paga sus costos fijos con clientela segura como los doctores Gatell y Alcocer, voy a recordar lo que pasó en la mañanera del martes.
A tus conferencias de prensa, Andrés Manuel, asiste uno de los periodistas vivos más importantes y con mejor trayectoria de México, Miguel Reyes Razo. Es un lujo, presidente AMLO, que un personaje de la estatura de Reyes Razo esté presente en las mañaneras.
Él es un hombre a quien admiro, aprecio y respeto. Tú que lo ves, Andrés, pídele un día, en privado desde luego, que te cuente una extraordinaria, breve, pero sobre todo emotiva conversación —la publicó en Excélsior en marzo de 1994— que sostuve con Luis Donaldo Colosio en un municipio de Michoacán una semana antes de que mataran al candidato sonorense. Es un recuerdo tan importante para mí, pero al mismo tiempo tan doloroso. En fin...
Reyes Razo, el pasado martes en la mañanera, le preguntó a López-Gatell por qué las personas como él —como el extraordinario periodista, no como el epidemiólogo—, por qué quienes como Miguel tienen más de 80 años de edad y son prediabéticos corren más riesgo con el coronavirus.
Se nota que López-Gatell está acostumbrado a dirigir operaciones desde los cuarteles generales de la medicina científica, lejos de las trincheras en las que combaten la enfermedad los médicos de infantería, esto es, los que atienden pacientes. Cualquier médico acostumbrado a tratar personas enfermas o en peligro de contraer algún malestar grave, habría parado la mañanera y te habría dicho, Andrés Manuel: “¡Señor presidente, por ética profesional, exijo llame usted de inmediato una ambulancia del ejército o de la Guardia Nacional para que lleve a don Miguel Reyes Razo a su casa; él no tiene que estar aquí rodeado de reporteros profesionales, de youtuberos mamilas y de políticos de la 4T probablemente contagiados por el coronavirus!”.
En lugar de lo que habría hecho o dicho cualquier doctor acostumbrado a pelear cuerpo a cuerpo contra las dolencias físicas, Gatell se aventó todo un rollo sobre biología molecular y epidemiología que a mí, en la comodidad de mi casa, todavía en la cama, me pareció tan entretenido como interesante, pero que a una persona prediabética de 80 años de edad como Reyes Razo no le va a servir de mucho.
Sugiero Andrés Manuel, que al maestro Reyes Razo le des la oportunidad —a nuestro enviado Eduardo Esquivel, también: este economista tiene más de 60 años y su hijo, que es doctor en medicina, lo puso en cuarentena, pero se escapó para volver a las mañaneras—, decía que a Miguel y a Eduardo debes darles oportunidad de que se enlacen desde sus domicilios a las conferencias de prensa para que realicen sus preguntas por cualquier sistema de video. Lo hiciste con el G-20, podrán entonces hacerlo el mejor cronista del periodismo mexicano y nuestro especialista en economía que solo tiene un interés en la vida: apoyar tu proyecto desde el análisis objetivo. A tu portavoz, Jesús Ramírez, no se le dificultará tal logística.
Las guajolotas del microempresario
Un emprendedor sin la clientela segura como el que vende afuera del Palacio Nacional, digamos uno que tiene su puesto en Santa Fe, donde los ejecutivos de los corporativos se fueron todos a sus casas, no va a vender nada en estos dos meses. Le van a caer de maravilla, lógicamente, los 25 mil pesos. Pero, cuando la emergencia termine, si tenía un par de empleados, despedirá a uno o a los dos…
Los 25 mil pesos son suficientes para que la familia del microempresario viva, pero insuficientes para que la empresa informal siga operando como antes de que apareciera el fantasma del Covid-19. Muy bien, las cocacolas que no pudo vender cuando cerró podrá meterlas al hielo y ofrecerlas en la reapertura. Pero tendrá que comprar hielo, lo que ya es un costo. La carne, las tortillas, el pan, los tamales, la verdura que no usó cuando la emergencia se declaró, todo eso en dos meses estará perfectamente echado a perder. Se verá obligado a comprar más mercancía antes de abrir, pero ¿con qué dinero? ¿Recibirá otro crédito de 25 mil pesos?
Si será difícil el regreso para los microempresarios, imagínate Andrés Manuel la situación de los pequeños y medianos, sí, los que tienen decenas o cientos de empleados. Algunos de ellos aceptarán los 25 mil pesos, pero sus costos de nómina, renta, impuestos, pago a bancos pueden en no pocos casos ser de millones de pesos. Si han sufrido en abril y probablemente estarán en la peor situación posible en mayo, ¿qué van a hacer en junio? ¿Quebrar? ¿Morir? ¿Despedir a cientos de miles? ¿A un millón o más de mexicanos, de mexicanas?
Andrés, querido presidente, son ellos los que ofrecen la mayor parte de los empleos formales en México. Necesitarán un rescate. No del tamaño del programa español —por no hablar de economías más grandes— que ofrece solo a las Pymes créditos hasta por 40 mil millones de euros avalados en un 80% por el gobierno. Mira lo que aparece en la app de BBVA España cuando un usuario la abre. Solo este banco ofrece a sus clientes pequeños y medianos 25 mil millones de euros:
Esas cantidades, solo para uno de tantos proyectos de apoyo que se necesitan, son inalcanzables para el sector público en un país como México. Lo sé, no soy ingenuo. Pero algo tendrá que hacer tu gobierno, presidente.
No se debe dejar morir a las pequeñas y medianas empresas, que necesitarían muchísimo más de 25 mil pesos para no quebrar.
Qué bueno que vas a rescatar a los pobres, presidente López Obrador. Lo que sigue es rescatar a los que ofrecen el gran empleo formal. Para esto último necesitarás deuda pública por al menos varias decenas de millones de dólares.
Es mi opinión, Andrés Manuel. Apoyo lo que decidas, para eso eres el presidente. Pero desde la buena fe, pienso que debes replantearte tu tesis y decidir que SÍ endeudarás más de lo que ya está al gobierno de México.
El Banco de México con AMLO
Si la economía necesita más recursos y el gobierno no los tiene, pedir prestado es la salida, sobre todo porque México cuenta con sobrada capacidad de endeudamiento.
¿Cuál es la razón por la que rechazas la opción de la deuda, presidente? Ojalá lo explicaras porque, la verdad de las cosas, es algo que no entiendo.
Tuviste este jueves, Andrés Manuel, una reunión con el gobernador del Banco de México para ver el tema de los remanentes de operación de esta institución. Tales remanentes son la ganancia cambiara en pesos de Banxico cuando se aprecian sus activos en dólares. Los recursos se entregan al gobierno para reducir deuda.
Trascendió que el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, rechazó entregar al poder ejecutivo los remanente este abril; su argumento es que la ley le obliga a otorgarlos en abril del próximo año.
Al margen de en qué termine esa particular negociación entre tú, presidente de México, y el gobernador de Banxico, el tema fundamental es la deuda.
Las mascarillas de oxígeno y la deuda pública
Tal como están las cosas, con el gobierno urgido de dinero para medidas contracíclicas que tarde o temprano deberán tomarse, y ante la inconveniencia política y social de aumentar impuestos, lo que se necesita es más deuda, no menos. Es lo que pienso, Andrés.
¿Es cara la deuda? Sí y no. Para una de las economías más grandes del mundo, la mexicana, con un presidente amigo de Donald Trump, no debe resultar tan complicado endeudarse a un costo razonable.
Jorge El Güero Castañeda, enemigo declarado tuyo, presidente López Obrador —a El Güero le caes mal, Andrés Manuel, por motivos ideológicos, pero sobre todo por ciertos celos: tuviste éxito donde él fracasó—, este personaje tan influyente y además tan inteligente y tan bien relacionado en los ámbitos de la derecha que manda en México y aun en el mundo, entrevistó a un banquero, quien dijo:
"Este amigo banquero estima que México podría levantar grandes sumas de dinero, para bonos soberanos, a tasas entre 4.2 % y 6 % sin ninguna dificultad. No es dinero tan barato, pero tampoco se trata de un precio exorbitante. En vista de que la caída del PIB va a elevar en automático el peso de la deuda pública sobre el PIB, un poco más, en esas condiciones, no perjudicaría la viabilidad crediticia del país."<br>
Jorge G. Castañeda
Antes, cuando los aviones volaban a todas partes —qué lejanos se ven los tiempos en que los intercambios turísticos y de negocios movían las economías de todo el mundo—, los y las sobrecargos decían previo al despegue:
Las mascarillas caen desde un panel superior. Jale usted la máscara hacia el rostro extendiendo el conducto hasta donde se necesite.<br>Coloque la máscara sobre boca y nariz.<br>Con la otra mano, coloque el elástico en la cabeza y ajuste.<br>Los adultos deben ajustar sus máscaras antes de ayudar a los niños. Una persona será incapaz de ayudar si pierde el conocimiento por falta de oxígeno.<br>
Manuel de aerolíneas
En los cursos para rescatar personas que se están ahogando, lo primero que enseña el instructor al aprendiz de salvavidas es:
Primero te nivelas tú y después salvas al de junto. Tu seguridad debe ser la prioridad número uno. Si sientes que tu vida está en peligro, apártate y vuelve a evaluar la situación. Luego, intenta el rescate nuevamente.<br>
Manuel del salvavidas prudente
Si se quiere que los empresarios, las empresarias de tamaño pequeño y mediano rescaten a sus millones de trabajadores, de trabajadoras, primero deben ponerse los hombres y las mujeres de negocios sus mascarillas de oxígeno para después, con toda calma, ponerla a quienes colaboran en sus empresas.
Son mascarillas de oxígeno financiero que tú, presidente Andrés Manuel, deberás construir con decenas de millones de dólares de deuda pública.
¿Que ello comprometerá el futuro de México? Para estos casos fue que Keynes dijo aquello de que, “en el futuro, todos estaremos muertos”. El hecho es que si no se hace algo ahora mismo, morirán muchas empresas en el presente, que no solo nos alcanzó, sino nos rebasó.
Desde luego, se hará lo que tú quieras, presidente López Obrador. Tienes la legitimidad que te dio una inolvidable y contundente victoria electoral en 2018. Yo simplemente doy mi opinión de buena fe y con ganas de ayudar.