El gobernador Javier Corral podría fácilmente ser el candidato presidencial del PAN en 2024. También, aunque necesitaría para lograrlo trabajo político extraordinario, podría ser el único abanderado de la oposición cuando se elija al sucesor de Andrés Manuel López Obrador. Más difícil le resultaría, pero de ninguna manera debe considerarse imposible, ganar las próximas elecciones presidenciales. Corral, sin duda, ha hecho adecuadamente su trabajo, tanto en lo administrativo como en la construcción de una sólida imagen nacionalmente reconocida. No pocas veces parece contar con mejor reputación que el otro gobernador —Enrique Alfaro, de Jalisco— con potencial para encabezar un proyecto electoral capaz de realmente retar a Morena, al presidente AMLO y a la 4T.
Pero todos los activos mencionados en el párrafo precedente Javier Corral los pondrá en riesgo si insiste en su imprudente enfrentamiento actual con el presidente López Obrador. El conflicto relacionado con la presa La Boquilla deberá resolverse con diálogo y acuerdos, no con politiquería. La ética de un gobernador lo obliga a, primero, gobernar con sensatez y solo posteriormente pensar en futuras elecciones. Debe Corral recurrir a las instancias del gobierno federal responsables del manejo de las aguas nacionales y aplicarse para que el conflicto se solucione. Todo lo demás que haga es grilla que en nada beneficiará ni a Chihuahua ni a México.