Mi sentido pésame por la muerte de don Luis Reyes Barmbila, un periodista cuya historia es la historia de Puerto Vallarta<br>
Descanse en paz
El 8 de marzo de 2021 encontré al culpable de la campaña de desprestigio contra AMLO: Félix Salgado Macedonio.
Entre los numerosos ataques que ha recibido el presidente López Obrador, solo ha sido eficaz para lastimar su imagen el relacionado con la lucha feminista. Ha ocurrido así por simples, pero al mismo tiempo terribles, problemas de comunicación entre el líder de la 4T y las principales activistas de tal movimiento.
Una verdadera pena porque nunca en la historia de México había habido un gobierno con tantas mujeres en los principales cargos. Ni en el mejor de los sueños se pensó que una jurista como Olga Sánchez Cordero podría ocupar la titularidad de la Secretaría de Gobernación. Pensábamos que era imposible que una científica como Claudia Sheinbaum fuera no solo la jefa de gobierno de la capital mexicana, sino la principal figura política del actual régimen. Hace tres años nadie habría considerado realista que una periodista como Rosa Icela Rodríguez pudiera encabezar la Secretaría de Seguridad. Y hay muchos otros ejemplos que hablan del compromiso de Andrés Manuel con la causa de las mujeres; un compromiso expresado no en palabras, sino en hechos, que es o debiera ser lo relevante.
Sin embargo, no ha sido del todo positivo el diálogo entre el presidente López Obrador y el feminismo, lo que se agravó por la defensa que este hombre hizo de la candidatura de un tipo acusado de violencia contra varias mujeres, el guerrerense Félix Salgado Macedonio.
No se entendió que AMLO de ninguna manera defendía al abusador, sino que simple y sencillamente le interesaba no complicar la gobernabilidad en uno de los estados más conflictivos de México.
Como dijo el abogado Rodrigo Sánchez Villa, “el poder político de Salgado en Guerrero es inmenso y ya controla una buena cantidad de los factores reales de poder en el estado. Por eso el presidente y el partido lo apoyaron y lo apoyarán hasta el final. Están reconociendo una realidad, no impulsando una expectativa”.
Una violador no podía ser gobernador, pero iba a serlo por la complejidad de la política en Guerrero. Además, es un hecho, las deficiencias del sistema de procuración de justicia combinadas con el poder del impresentable personaje hicieron imposible que se le condenara… jurídicamente hablando. Estoy convencido, como miles de mexicanos —sobre todo, miles de mexicanas— de que Salgado Macedonio es un delincuente sexual, pero esa no es la verdad ante los ojos del derecho, sigo citando a Sánchez Villa, “porque NO TIENE UNA SENTENCIA QUE LO CALIFIQUE COMO TAL”.
A pesar de su nula calidad ética, Salgado Macedonio tenía entonces derecho a ser candidato a gobernador. Y, desde luego, ni el INE ni el Tribunal Electoral tenían por qué quitarle la candidatura si solo había cometido una falta legal menor: no entregar un sencillo informe de gastos de precampaña, algo que podía remediarse con facilidad y que merecía como máximo castigo una multa.
El INE y el Tribunal Electoral —reconozco la habilidad política de Lorenzo Córdova, quien está lejos de ser un árbitro imparcial—, no aplicaron correctamente las leyes al quitarle la candidatura a Salgado Macedonio: lo que hicieron fue retar al presidente de México y a su partido, Morena, para obligarlos a responder de una manera que no sea bien vista por la población mexicana fuera de Guerrero, de tal manera de restarle votos al morenismo en otros lugares del país.
De ahí la correcta reacción inicial de AMLO ante el golpe que le dieron el INE y el Tribunal Electoral: aceptar el fallo, cuestionarlo solo con palabras, pedir a sus seguidores no caer en la trampa de las movilizaciones, es decir, lo que siempre ha hecho un demócrata ejemplar como Andrés Manuel, resistir el ataque con dignidad y en forma absolutamente pacífica.
Preocupa, entonces, la posibilidad de que el presidente López Obrador se descuidara y no impidiera la peor solución que Morena podría instrumentar para sustituir a Salgado Macedonio: hacer candidata a su hija, Evelyn Salgado Pineda.
No sería una buena noticia para nadie fuera del grupo más comprometido con Morena y la 4T. Inclusive, se trataría de una ofensa para el movimiento feminista que seguiría viendo en ello un premio al violador que sería gobernador a través de su heredera y que, para colmo, tiene edad para gobernar de nuevo cuando ella terminara su periodo.
En marzo pensaba, y no he cambiado de opinión, que “la campaña de desprestigio contra Andrés Manuel tiene nombres y apellidos: José Félix Salgado Macedonio”. Llegó la hora de hacer a un lado a este cínico, pagando el costo que se deba pagar en términos de la estabilidad de Guerrero.
Todo tiene un límite y el caso Salgado Macedonio ya ha rebasado, por mucho, el del pragmatismo político. Es demasiado el daño que él y su familia le causan a Morena en entidades para nada dominadas por el pensamiento de izquierda como Nuevo León, Jalisco, Sonora, Chihuahua y muchas otras. Es ya excesivo el ataque que el presidente AMLO recibe por culpa del llamado Toro, quien pretende salirse con la suya haciendo gobernadora a su Juanita.
Será un error grave si Andrés y Morena lo permiten.