En la política, lógicamente, todo se politiza. Para bien y para mal. En su significado original, que es el más decente, la política es el arte de ser ciudadanos, es decir, el arte de vivir en sociedad. Lo leí en etimologias.dechile.net y me parece una definición bastante útil para entender lo que está pasando relacionado con la tragedia de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México.

La palabra arte tiene antónimos; en este caso, el que mejor explica el exceso ruindad es incapacidad. De nuevo nos estamos exhibiendo absolutamente incapaces de vivir en sociedad. Todos los vicios del ser antisocial se están acumulando para evitar que la jefa de gobierno de la Ciudad de México cumpla su más importante promesa: “vamos a ir a fondo del asunto”.

Son siete palabras que han desatado el linchamiento contra Claudia Sheinbaum, en medios y redes sociales. Hay personas poderosas muy molestas, y temerosas, porque ella ha decidido encabezar una investigación que encuentre a los verdaderos responsables del desastre que es esa línea del metro capitalino.

La doctora Sheinbaum ha cursado estudios avanzados de física e ingeniería, es decir, entiende con autoridad académica lo esencial del problema. Sabe de lo que habla cuando da una pista de por dónde deben ir las investigaciones: “El tema de fondo con la Línea 12 es que requiere de un mantenimiento diario, así la recibimos y así la hemos mantenido... esto no ocurre en ninguna de las otras líneas del metro”.

Es decir, la Línea 12 presenta serias fallas estructurales atribuibles a su deficiente y corrupta construcción.

De ahí la campaña contra Sheinbaum. Me parece que se busca, con tantas noticias falsas que se han difundido, generar la impresión de que la responsabilidad la tiene el actual gobierno de la CDMX, pero este no construyó la Línea 12, no pagó costos excesivos a los contratistas, no permitió que se realizara la obra con evidentes defectos técnicos..., tampoco recibió el proyecto de parte de la administración capitalina que lo desarrolló ni permitió que operara a pesar de sus notables fallas de todo tipo.

Se entiende que se exija la renuncia de la directora del metro de la CDMX, Florencia Serranía. Es una costumbre del sistema político. Quizá esta mujer debe irse, pero no ahora. No antes de que concluyan las investigaciones, en primer lugar porque ella podría no haber cometido una falta tan grave —eso no lo sé—; la señora Serranía no debe dejar su cargo antes de tiempo porque con su despido se correría el riesgo de que los verdaderos culpables manipularan a la opinión pública para exigir que ahí quedara la cosa. Y no, ahí no debe terminar nada.

Los culpables tienen mucho más poder, político y económico, que la directora del metro. Es obligación de Sheinbaum encontrarlos, exhibirlos y denunciarlos. Caiga quien caiga, cualquiera que sea el costo a pagar. Es lo menos que merecen 26 personas fallecidas en una tragedia perfectamente evitable, que jamás habría ocurrido si la corrupción hubiera estado ausente en la construcción y la inicial puesta en operación de la Línea 12, "la obra pública más lamentable de la historia, y vaya que las ha habido terribles.Los creadores de semejante monstruo de suciedad de ineficiencia no pueden ahora desconocerlo"