Vergüenza empresarial

Dijo lo siguiente Alicia Salgado en su columna del 17 de marzo de 2020 publicada en Excélsior:

“#CCE… Ayer se presentó la nueva imagen del Consejo Coordinador Empresarial, que preside Carlos Salazar. No fue sólo el cambio de un logo, que tiene más de 40 años, sino una imagen que recoge una nueva representación, el cambio en la forma de pensar y actuar del empresariado mexicano. Fue realizado por estudiantes de la Universidad Centro de Diseño y asesorado por la prestigiosa Chermayeff & Geismar & Haviv, la que ha diseñado lo mismo la imagen de National Geographic que el logo de Adidas, Mobil o Grupo Imagen”.

Honestamente hablando, la nueva imagen del organismo cúpula del sector empresarial es tan fea como la vieja imagen. No sé cuánto le pagaron a la “prestigiosa Chermayeff & Geismar & Haviv”, pero creo que tiraron su dinero. Por cierto, conociendo a los empresarios y a las empresarias de México supongo que no compensaron en términos económicos, o no lo hicieron con toda justicia, a los y las estudiantes de la Universidad Centro de Diseño.

CCE

Nuestros líderes, en genera son traficantes de influencias

La clase empresarial mexicana necesita una nueva imagen, sin duda. Pero no diseñada por un despacho extranjero tan pretencioso como caro, sino surgida de una nueva actitud frente a los negocios, menos tramposa, más competitiva, más innovadora. Y es que si no tenemos en México al peor empresariado del mundo, sin duda en la tabla de posiciones estamos en los últimos lugares. Nuestros líderes en el sector de los negocios son, en general, traficantes de influencias, no personas creativas que buscan la rentabilidad mediante la fabricación de mercancías útiles para la vida.

Estamos sufriendo una enorme vergüenza empresarial: no hemos podido envasar la vacuna de AstraZeneca —conste, ni siquiera hablo de producir las inyecciones tecnológicamente desarrolladas en otra nación—. El ingeniero Carlos Slim lo intentó, pero por lo visto la ingeniería mexicana no da para sacar adelante proyectos más o menos sofisticados. El problema lo vamos a resolver, ha dicho Marcelo Ebrard, negociando para que Estados Unidos nos mande las vacunas de esa marca que allá sobran. 

Pronto, cuando se pueda vender y comprar las vacunas —algo que tarde o temprano sucederá—, lo que veremos no será a hombres y mujeres de negocios en plan solidario regalando vacunas al personal que colabora en sus compañías, sino a decenas o cientos de gandallas tratando de enriquecerse traficando con los viales.

Con excepciones, dan pena los empresarios y las empresarias de México. No mejorarán su reputación con un nuevo logo tan feo como el anterior.