En la trampa
Jaque mate es una expresión de origen persa. Significa, en el ajedrez, que el rey está atrapado y no tiene escapatoria.
Cuando en abril de 2005 la Cámara de Diputados consumó el proceso de desafuero de Andrés Manuel López Obrador, recibí una llamada de Jorge Castañeda. Este analista, después de que contesté solo me dijo: “Jaque mate”. Enseguida calló esperando mi reacción. Lo único que pude decirle fue que era necesario esperar. Aunque parecía definitiva la derrota de AMLO –se le obligaba a dejar la jefatura de gobierno de la capital mexicana, iba a ir a la cárcel y por esa razón no tendría derecho a participar en las elecciones presidenciales de 2006–, como muchos mexicanos tenía la esperanza de que ocurriera un milagro.
El milagro ocurrió: cientos de miles de hombres y mujeres salieron a la calle a protestar por la enorme arbitrariedad diseñada por el presidente Vicente Fox y el entonces presidente de la Corte, Mariano Azuela. Ellos, y otras personas de poder político y económico, se asustaron ante el tamaño de la movilización popular y, simple y sencillamente, dieron marcha atrás al proceso de desafuero.
Escapista
El húngaro Harry Houdini es sinónimo de escapismo. Leí que más de 10 mil veces ejecutó su acto más famoso: su asistente, Jeico, le ataba las manos y metía a Houdini en un saco, que a su vez encerraba en una caja con candados. El asistente se subía a la caja, les cubría una cortina y contaba hasta tres. Sí, en segundos se intercambiaban: Houdini aparecía fuera de la caja que seguía encadenada, la abrían y dentro estaba el saco amarrado con una cuerda; lo abrían y salía Jeico con las manos atadas.
La magia es ilusionismo. Houdini en realidad no escapaba porque ni siquiera estaba atrapado. Lo suyo eran trucos, asombrosos, pero nada más. A Andrés Manuel sí se le ha llevado a situaciones extremas, como el desafuero. No escapó con magia, sino que hubo una fuerza superior a la de quienes le atacaban, el pueblo, que varias veces ha puesto las cosas en orden.
El costo
Sus enemigos han insistido en destruirlo. Le robaron a AMLO la presidencia de México en 2006 y, para terminar de derrotarlo, lo sugirieron hacer lo único que veían sensato: olvidar la protesta social y convertirse en líder de la oposición leal.
Como resultaba imposible aceptar tal humillación, López Obrador hizo lo que a juicio de muchos menos le convenía: radicalizar su movimiento. El plantón de las avenidas Reforma, Juárez y Madero y el Zócalo de la Ciudad de México, de semanas de duración, llevó la popularidad del tabasqueño a sus niveles más bajos. La dignidad exigía pagar un costo, y se pagó.
Otra vez, parecía imposible que Andrés saliera de esa trampa, pero de nuevo, sin habilidades de ilusionista, salió adelante con el apoyo de un sector combativo del pueblo que nunca lo ha abandonado.
Los nuevos feministas
Hoy los grupos de derecha –los conservadores, como llama Andrés Manuel a sus enemigos–, en realidad los grupos de poder político y económico que tantos privilegios han perdido con la austeridad y el combate a la corrupción en la 4T, resultaron extremadamente hábiles para apoderarse de un legítimo y justo movimiento feminista. ¿Cuándo los sectores católicos más conservadores habían apoyado acciones feministas? Tales acciones hoy se explican en función de los feminicidios, pero no deberán parar ahí: tendrían que llevar a conseguir otros fines, como la legalización plena del aborto. Ya se verá, después de la marcha del domingo y el paro de mujeres del lunes, que la división se sembrará cuando la discusión se centre en otros temas fundamentales, como el mencionado.
AMLO así lo quiso
¿Que el propio presidente AMLO ha tenido la culpa de que la derecha se apropie del movimiento feminista por negarse a simplemente usar el lenguaje de las mujeres que más luchan contra situaciones terribles como el feminicidio? Puede ser. Lo mismo se dijo cuando, antes del desafuero, como gobernante de la capital mexicana, López Obrador se negó a ser empático con una marcha contra la inseguridad, enorme y que estaba plenamente justificada, pero que como en la actualidad era un movimiento de masas muy manipulado por gente del sector empresarial y otros grupos conservadores. Le costó a AMLO no apoyar aquello, pagó el precio, pero no se entregó a una estrategia de activistas políticos conservadores con los que no puede de ninguna manera transigir.
Las encuestas
Actualmente Andrés Manuel de nuevo paga el costo de no someterse a las maniobras de grupos de poder que no se rinden e insisten en controlarlo todo en nuestro país. En las encuestas ha caído su aprobación. Pero sigue siendo muy alta. Hay una explicación de la caída: se midió en un momento particularmente difícil del presidente de México. Es decir, se aplicaron los estudios con cierto sesgo. Habría que esperar al menos un mes después de las protestas para volver a medir y entender si continuará bajando la aceptación de López Obrador, si se estabiliza o inclusive si se recupera.
Eso es lo que haría si se tomara a sí mismo en serio un analista profesional con títulos de ciencias políticas del ITAM y de Harvard, como Alejandro Poiré, profesor del Tecnológico de Monterrey y articulista de El Heraldo de México. Es lo que haría, también –repito, si se pusiera a hacer la tarea con seriedad–, un economista y politólogo del CIDE, del Tec, de la Universidad de Texas y de la Ibero, como Macario Schettino, quien publica sus opiniones en El Financiero.
Pero Poiré y Schettino, en vez de esperar para saber qué verdaderamente pasa con la aprobación de AMLO, de la que en gran medida depende el futuro de su gobierno, con olímpica irresponsabilidad han decretado, uno de ellos, Schettino, que el sexenio ya “se acabó”; el otro, Poiré, que pronto van a caer tanto el patriarcado como quien, a su juicio, se ha convertido en la imagen de ese lamentable fenómeno, el presidente López Obrador.
¿AMLO es la imagen del machismo? Curioso que lo diga un tipo que colaboró en un gobierno, el de Calderón, dominado por hombres; es verdad: una curiosidad notable esa acusación contra un presidente, Andrés Manuel, que ha integrado el gabinete con mayor presencia femenina en la historia. La mitad son hombres y la mitad mujeres, pero si se incluye en el gabinete a figuras tan relevantes como la jefa del SAT, Raquel Buenrostro, y la embajadora en Estados Unidos, Martha Bárcena, resulta clarísimo que el grupo femenino en la toma de decisiones de la 4T supera por mucho al masculino.
Además, y lo que voy a decir ojalá no se interprete como grilla, sino como elemental análisis, sobra evidencia de que el movimiento que durante tantos años López Obrador ha encabezado está construyendo las bases para un proyecto político que dé a México en 2024 la primera mujer presidenta.
Hay trabajo por hacer
No sé si Andrés Manuel va a tener éxito o va a fracasar. La experiencia me dice que ha escapado de peores trampas que la actual, como el desafuero que sí parecía, como me dijo Castañeda, jaque mate. Si la aprobación más baja que ha tenido en su gobierno es de alrededor de 60% –altísima para cualquier presidente de cualquier lugar del mundo–, tiene todo para consolidar su idea de país.
En cuanto al tema femenino, creo que es lógico que la responsabilidad de atenderlo en la 4T quedará en manos, por un lado, de Claudia Sheinbaum, la persona con más poder entre el grupo de gobernadores y gobernadoras de México; y, por otra parte, en el gabinete presidencial, ya es un esfuerzo coordinado por una admirable mujer que ha sido abiertamente feminista durante muchas décadas, la segunda en la estructura del gobierno de México, Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación.
Claudia, por cierto, presentó recientemente un onceálogo para proteger a las mujeres. Son 11 acciones –me alegra que no haya recudido al tradicional decálogo que los expertos en comunicación invariablemente recomiendan– que realmente hacen sentido y que deben ser llevadas a la práctica no solo en la Ciudad de México, sino en todo el país, dominado por gobernadores machos: solo hay otra mujer gobernadora, la priista Claudia Pavlovich. Será tarea de la ministra Sánchez Cordero obligar a quienes gobiernan en los distintos estados comprometerse en la aplicación de medidas que sean eficaces, como las de Sheinbaum en la capital. Porque lo cierto es que el feminicidio es un delito del fuero común que debe ser atendido, en principio, en cada localidad.
Lo esperable
En fin, ¿Andrés Manuel escapará o morirá en la trampa en que lo metió la derecha que supo apropiarse del actual momento feminista? La experiencia dice que si ha salido de situaciones bastante más complejas, saldrá de la actual. Por lo demás, es lógicamente esperable que las mujeres, todas muy inteligentes, terminen por entender lo importante que para ellas representa contar con el presidente que, por mucho, más ha permitido la participación de las mujeres en las decisiones relevantes del gobierno.