Lo he dicho otras veces: me gusta la manera en la que Carlos Arribas, de El País, describe lo que pasa en cada etapa del Tour de Francia. Su nota de este miércoles es filosófica: “Récord de rotondas, vientos variables y caídas en el Tour".

√ “La etapa fue un desfile de desgarros, de carne, de maillots, de culottes, de sangre”.

√ “La civilización es la rotonda, la rotonda es la enemiga del ciclismo y Francia, tan civilizada, es el paraíso de las rotondas”.

√ En la etapa más plana del Tour 2020 el señor Arribas contó 78 rotondas, una cada dos kilómetros.

√ Y sumó muchos otros obstáculos que los ciclistas debieron superar: protuberancias de pasos peatonales, jardineras, adoquines, señales de tránsito en medio de la nada.

√ Para los ciclistas, las rotondas son un tumor, que “no para de crecer y multiplicarse en plan metástasis”.

√ A pesar de ello, la velocidad media de la etapa fue de 46.943 kilómetros por hora.

√ Las numerosas rotondas no detuvieron a los ciclistas que más se esforzaban mientras más fuerte les golpeaba el viento.

El viento, que “siempre es el aliado de los valientes”.

√ Y es que “sin montaña no habría escaladores, sin viento no habría más que ciclistas de salón”.

√ En el ciclismo el viento es la libertad y las rotondas la civilización.

√ “Chocaron la civilización y la libertad, y perdieron los ciclistas”.

√ Dos veces cayó el ciclista filósofo y escritor de obras de teatro, Guillaume Martin, quien va en el tercer lugar de la clasificación general.

El filósofo ciclista dos veces se levantó y no perdió tiempo en la etapa.

√ “Y los veteranos les dicen a todos, esto es el Tour, amigo. ¿No querías una bici? Pues pedalea”.

Politiquería

En la política mexicana las rotondas son las mentiras, las ofensas en las que todos caen. Increíble que se lancen tan irresponsablemente al precipicio de las falsedades algunos de los dirigentes del movimiento fundado, precisamente contra la plaga de semejante deshonestidad, por el hombre más calumniado y más insultado de México, el presidente de izquierda Andrés Manuel López Obrador.

¿Se comprobó la acusación de Emilio Lozoya de que la periodista Lourdes Mendoza recibió una bolsa Chanel de parte del ex secretario de Hacienda, Luis Videgaray? No, pero un político progresista tan culto como Gerardo Fernández Noroña repite alegremente tal versión que, por no estar confirmada y por dañar a una mujer, en mi opinión cae en la categoría de la misoginia.

Lo peor no es el comentario tan de mal gusto del diputado Noroña, sino que no se disculpará y nadie le llamará mínimamente la atención.

La caricatura misógina

En la francia de las rotondas, un caricaturista del diario L’Humanité se burló en un dibujo de la ex cliclista Marion Rousse, actualmente comentarista en la televisión pública de Sui país. Fue una burla machista, surgida del hecho, absolutamente personal y de la esfera privada, de que ella tiene una relación sentimental con uno de los corredores más destacados, Julian Alaphilippe: el monero de L’Humanité la presentó desnuda en la cama entrevistando al pedalista.

Tan misógina caricatura motivó de inmediato el despido del dibujante, Espé, y también el de un columnista, el ex entrenador de ciclismo Antoine Vayer, quien hizo un texto supuestamente cómico del mencionado cartón.

Alberto Contador y la unidad nacional

Hay sistemas políticos más civilizados que otros. Cuando puedo me las arreglo para ver las transmisiones de Eurosport del Tour de Francia. Me agradan los comentarios del ex ciclista Alberto Contador, quien ganó dos veces el Giro de Italia, dos el Tour de Francia y tres la Vuelta a España.

Ayer analizó una situación interesante, mucho muy interesante, con su compañero en la narración de la etapa de las rotondas: la posibilidad de que se unan los cuatro colombianos que están entre los primeros diez de la clasificación general —Egan Bernal (segundo), Nairo Quintana (quinto), Rigoberto Urán (sexto) y Miguel Ángel López (noveno)— para tratar de que la victoria final sea para Colombia y no para alguno de los dos eslovenos favoritos —Primož Roglič (líder) y Tadej Pogačar (séptimo)—.

¿Es posible una alianza nacionalista? Contador no teorizó, sino contó una experiencia personal: antes de que empezara alguno de los Giros de Italia en los que participó, en la prensa los ciclistas italianos más fuertes decían que se iban a unir para que el campeonato se quedara en el país anfitrión. Desde luego, ante la avalancha de patriotismo ciclístico, el español Contador pensó que iba a tener a todos los ítalos en contra. Se tranquilizó cuando, en las etapas iniciales del Giro, los pedalistas locales le dijeron: “No te preocupes, Alberto, no voy a ayudar a mis compatriotas; quiero ser el mejor de mi país, entonces prefiero que tú ganes”.

No es textual lo que cito de Contador, pero creo que es el sentido de sus palabras. Hay sociedades, como la italiana —y como la colombiana, por lo visto— cuyos habitantes no conocen el sentido de la unidad. Para nuestra mayor desgracia, hace años The Economist decía que Italia es el México de Europa. Pienso que tal diagnóstico no ha cambiado.

El México desunido

Entre nosotros, jamás ha sido posible la unidad nacional frente a los peligros que nos amenazan. En las peores crisis sanitaria y económica tenemos al mejor presidente del país, López Obrador, pero también estamos más desunidos que nunca antes.

Son demasiados los ataques entre nosotros mismos, y todos respondemos con más ataques. Ni siquiera Andrés Manuel ha permanecido al margen de lo que no es, todavía no, una guerra civil, pero sí una disputa brutal que pone en riesgo a nuestra economía y que sin duda en nada ayuda a superar la pandemia, cuyos efectos dañinos no paran de crecer.

Debemos cambiar, urgentemente. ¿Es mucho pedir?