Científicos, académicos y escritores recientemente dirigieron una carta pública al presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Le solicitaban:

√ Destinar recursos de obras públicas a la compra de vacunas

√ Hacer obligatorio del cubrebocas.

√ Apoyar la investigación científica y tecnológica para producir vacunas desarrolladas en nuestro país, tanto para enfrentar la actual pandemia de covid, como para hacerlo con otras que aparezcan en el futuro.

Cubrebocas

Quienes firmaron la carta —más de cien personas, entre las que hay algunas muy conocidas como Enrique Krauze, Sergio López Ayllon, Héctor Aguilar Carmín, Antonio Lazcano y Alma Maldonado— sin duda tienen razón en exigir que se obligue a todo el mundo a utilizar la mascarilla en espacios cerrados. Esta es la mayor falta del gobierno de México en lo relacionado con la crisis de la pandemia.

Las grandes obras

Desde luego, los firmantes se equivocan al pedir que se cancelen obras públicas enormes ya en marcha, y que al margen de si eran necesarias o no cuando se iniciaron —esa es otra discusión—, de ninguna manera deben quedar a medias. Sería absolutamente perjudicial abandonar, sin más, la refinería Dos Bocas, el Tren Maya, el aeropuerto de Santa Lucía y el proyecto de Chapultepec, que guste o no generan actividad económica en las regiones en las que se están construyendo.

Por lo demás, el gobierno de México, país que tiene una de las mayores economías del mundo y una fuerte capacidad para endeudarse en caso de ser necesario, no necesita recurrir a tales medidas para disponer de dinero que pague las vacunas.

Los contratos se han hecho y se cumplirán los compromisos financieros pactados en los mismos. Si las vacunas no han llegado en las cantidades que se necesitan se debe a escasez y acaparamiento en las naciones más desarrolladas de Europa y Estados Unidos. Pero este muy pronto dejará de ser un problema, ya que se han ampliado las plantas donde se producen los viales o, de plano, se han abierto nuevos centros de fabricación, como en México, donde se envasaran los desarrollos de AstraZeneca y Cansino.

La vacuna mexicana

Creo que fue en la mencionada carta de científicos, académicos y escritores donde por primera vez se habló de la necesidad de apoyar investigaciones para producir vacunas mexicanas y dejar de depender del extranjero.

Pues bien, el presidente López Obrador les ha hecho caso y ha anunciado que se trabaja para desarrollar nuestra propia vacuna, llamada Patria.

De plano saca de onda ver en las redes sociales a personas que estuvieron de acuerdo con tal carta burlarse del anuncio realizado por Andrés Manuel con el argumento de que ni en sueños podremos tener una vacuna nacional.

Si nos descalificamos a nosotros mismos jamás saldremos de las crisis en las que estamos. Sin duda hay un atraso en lo relacionado con la investigación científica y tecnológica, pero se ha dado un paso adelante, de miles que se necesitan, para intentar emparejarnos con el mundo desarrollado. ¿Tiene sentido rechazar de inmediato una propuesta absolutamente racional?

Primero las zonas rurales

Llegaron a México 870 mil dosis de la vacunas de AstraZeneca. Poco a poco llegarán más de esta y otras marcas. Por lo pronto tal es la cantidad, bastante reducida, con la que contamos.

El gobierno tomó una decisión inteligente: aplicarlas sobre todo en zonas rurales.

Desde el anuncio de que así iba a ocurrir, hubo críticas, la principal, que no tenía sentido empezar la inmunización de adultos mayores donde hay menos contagios. Muy rápidamente se pusieron al frente de los criticones políticos de oposición como Felipe Calderón.

Confieso que ese argumento en principio me convenció y estuve dispuesto a sumarme a los cuestionamientos que recibía la 4T. Cambié de opinión cuando escuché la explicación del presidente López Obrador: se empezará donde hay menos acceso a la atención hospitalaria. Sin duda es lo justo.

Otro argumento muy fuerte a favor de empezar en zonas rurales la vacunación de los viejitos —como yo mismo— la dio el director general de Promoción de la Salud, Ricardo Cortés Alcalá: “Si nos enfocáramos primero a cubrir todas las áreas urbanas, sólo son 870 mil dosis en este momento, y el impacto epidemiológico que tendrían esas 870 mil dosis sería prácticamente nulo si lo hacemos en zonas urbanas”. Tiene razón, las ciudades tendrán que esperar a que lleguen los cargamentos fuertes o a que el envasado en México opere a plena capacidad.

Pero ni siquiera ante lo razonable de los argumentos para ir a las zonas rurales con las —muy pocas— primeras 870 mil vacunas de AstraZeneca contuvo las críticas, que desde luego tienen un origen politiquero.

El colmo

Se pasan, de plano, quienes con indignación exigen que tales 870 mil vacunas de AstraZeneca se utilicen mejor para la segunda dosis del personal hospitalario que ya recibió la primera y, por la escasez —global, no lo olvidemos—, no ha podido completar el tratamiento.

Tales críticos son los mismos que, con toda razón, se espantan ante el anuncio de Hugo López-Gatell de aplicar una dosis de una marca de vacuna y una segunda de otra empresa. Se les olvida que el personal médico y de enfermería que tiene pendiente la dosis final fue originalmente inmunizado con el producto de Pfizer. ¿Proponen ahora inyectarles el de Astra/Zeneca? Si no van a ser lógicos, sean serios.

Seamos positivos

Las cosas ahí van. Quiero ser optimista. Por lo pronto, me registré en la página de internet creada para ordenar la campaña de vacunación. Por mi edad podía ya hacerlo, y lo hice; aunque, en realidad, el trabajo lo realizó por mí Liz Flores, editora en jefa de SDP Noticias. Ella no pensó en facilitarme ninguna tarea, sino en usar mi información para comprobar que tal sitio web ya funciona correctamente. Entre el personal periodístico de nuestra empresa soy el único con el que se podía hacer el ejercicio, es decir, el único de tercera edad ya bien entrado en la cuarta. El hecho es que la página funciona. Si dejamos de grillar todo lo demás funcionará también.