De pronto, Miriam Esther Veras Godoy tiró la toalla. La experta dejó la coordinación del plan de inmunización cuando arreciaban las criticas por la politización y el abierto agandalle de las escasas vacunas contra el covid con las que cuenta México —el colmo, algo que sin duda insultó a la población mexicana, fue el espectáculo, presumido por ellos mismos, de que los siervos de la nación se vacunaron antes que el personal médico y de enfermería o de la gente de edad avanzada a la que se suponen van a proteger aplicándoles inyecciones para inmunizarles.

Un directivo de la Secretaría de Salud, Ricardo Cortés, minimizó la dimisión de la especialista en vacunación y la atribuyó a la clásica vacilada de “renuncia por motivos personales”. Digno discípulo del demagogo López-Gatell este señor Cortés.

De todas las explicaciones increíbles que los funcionarios públicos dan en México para tratar de ocultar y justificar conflictos graves al interior del gobierno, la más absurda y risible es la de “renunció por motivos personales”.

En política, sobre todo en una crisis tan grave, nada es personal. Deberían los funcionarios del sector salud dejar de hacer el ridículo con expresiones que ya en los tiempos del viejo PRI eran una burla.

Algo no está funcionando en el plan de vacunación

Algo no está funcionando en el plan de vacunación y la sociedad mexicana tiene derecho a saberlo para vigilar que se corrija. El presidente Andrés Manuel López Obrador, hombre honesto como pocos, tendrá en primer lugar que exigir a sus colaboradores aclaraciones verosímiles acerca de lo que está pasando, y en segundo término, lo admita o no la tan pasada de moda ideología de algunos médicos de la 4T, aceptar la ayuda del sector privado —tanto de los hospitales y cadenas de farmacias y laboratorios particulares como de las grandes empresas con capacidad logística— para diseñar un plan sensato y eficaz de distribución y aplicación de las vacunas.

Es demasiado lo que está en juego como para dejarlo en manos de un grupo de médicos excesivamente ideologizado y para nada eficaz que, de plano, desde hace muchos meses ha sido rebasado por la pandemia. Es algo que todos vemos, pero que al gobierno le cuesta demasiado trabajo aceptar.

Mientras más tiempo tarde la 4T en realizar el diagnóstico correcto para encontrar la solución al problema, peores serán las consecuencias para todos en México, el propio gobierno incluido.