Calificar a AMLO de “dictador” o “tirano” es de muy mal gusto. Una gran cantidad de columnistas lo hace en la prensa mexicana, lo que, desde luego, demuestra dos hechos: (i) que la libertad de expresión resplandece como nunca antes en nuestro país y (ii) que, por esa razón, Andrés Manuel López Obrador no solo está lejos de ser el déspota que sus críticos pretenden retratar, sino que inclusive puede ser considerado el presidente más demócrata de la historia. Conste, este último juicio no significa que apoye a la 4T en todo; de hecho, no me parecen adecuados sus principales programas...
En una dictadura de verdad, quienes escribieran que el dictador es, pues eso, un dictador, terminarían en la cárcel. Desde luego, en una tiranía auténtica, los consejeros y magistrados electorales que decidieran invalidar dos candidaturas ganadoras del partido en el poder, también recibirían castigos terribles.
Nada de eso ocurre en el México de las libertades que es la 4T, régimen con el que se puede estar de acuerdo o con el que se puede no coincidir, pero en el que, ¿miento?, quien quiera oponerse al presidente de la nación puede hacerlo no solo sin que se le moleste, sino aun recibiendo el aplauso de un numeroso público que ejerce su derecho de discrepar respecto del actual gobernante.
Personalmente rechazo muchos de los proyectos de la 4T —aunque admiro, aprecio y respeto a AMLO, soy demasiado neoliberal como para estar conforme con la mayoría de sus ideas—, pero lo cierto es que, si se me pega la gana, puedo yo mismo escribir lo que se me antoje contra el gobierno del presidente López Obrador o, si así lo prefiero, alimentar mi repudio al izquierdismo en el poder leyendo a algunos y algunas articulistas que escriben con objetividad y a todavía más comentócratas de plano odiadores de Andrés Manuel que expresan en todos los medios sus argumentos o sus sinrazones contra la administración federal encabezada por el tabasqueño.
Se vale, pero...
Es decir, aunque no tenga sentido hacerlo y desde luego sea una falsedad, se vale y hasta es muy positivo que haya tanta gente en los diarios, en las estaciones de radio y en los canales de televisión diciendo todos los días —y a toda hora— que AMLO es lo que no es: un dictador.
La libertad que gozamos da para eso y mucho más…
Y cuando digo mucho más quiero significar, pues eso: ir bastante más allá de los límites de la mínima sensatez y del análisis subjetivo para caer en llamados al golpismo apoyado desde el extranjero.
Eso hizo ayer en el New York Times el admirado intelectual Jorge G. Castañeda, y por supuesto nadie lo ha molestado por ello; inclusive debe haber recibido no pocas felicitaciones públicas, en redes sociales, de quienes piensan como él.
¿Es correcto pedir que Joe Biden intervenga en México para someter a AMLO, tal como lo ha solicitado en el diario más influyente del mundo el señor Castañeda, excanciller mexicano, autor de libros importantes y profesor en la Universidad de Nueva York? En mi opinión esa es una locura bastante peligrosa, pero en una sociedad libre como la mexicana nadie tiene por qué molestar a Jorge por sus opiniones, por absurdas que sean.
Jorge Castañeda, quien por cierto es un excelente amigo que me cae muy bien, dice que “México deriva hacia el autoritarismo. Y Biden no debería ignorarlo”. Ah, chingao. ¿Qué es lo que Joe Biden no debería ignorar? ¿Que en opinión de Castañeda México se dirige al autoritarismo —porque se trata solo de eso, de su opinión, que puede ser la de mucha gente, pero no la mía ni la de millones en nuestro país y el mundo—?
Hay arrogancia en el hecho de pretender que el presidente de Estados Unidos organice una expedición para invadir México solo porque Castañeda tiene una idea equivocada de lo que pasa en su propia nación, en la que vive bastante bien, trabaja en lo que le gusta, escribe contra AMLO y le pagan por ello, participa en los medios que quiere, se va a comer al restaurante Arturo’s —cada seis meses me invita y a veces hasta paga— y en todas partes cuestiona y aun insulta al presidente y a quien se le antoja del gobierno y del sector privado sin que nadie lo toque ni con el pétalo de la rosa.
No solo Castañeda, también Krauze
Para Jorge Castañeda “es decepcionante y podría presagiar problemas para México” que Biden se haya abstenido de criticar el “creciente autoritarismo” de López Obrador.
No se ha puesto a pensar el intelectual Castañeda que quizá Biden no critica el autoritarismo de AMLO porque simple y sencillamente no ve tal autoritarismo. De hecho, eso es algo que objetivamente no existe. Andrés Manuel ganó las elecciones presidenciales, ha cumplido lo que prometió en su campaña, no ha reprimido a nadie, busca reformar el sistema político en su lógica de izquierda y para consolidar sus transformaciones espera que su partido, Morena, siga ganando elecciones. Quizá lo deseable sería que Morena perdiera en este 2021 o que no ganara tanto, pero es algo que democráticamente los mexicanos, y solo los mexicanos decidiremos en las casillas de votación.
Lo siento, querido señor Castañeda, el presidente Biden no está invitado a nuestro fiesta, y creo que no se meterá por más que se lo pidan prestigiados intelectuales como tú mismo o, inclusive, alguien como Enrique Krauze, destacadísimo historiador quien también cayó en el mismo exceso ¡en el mismo diario estadounidense! Cito lo que publicó Krauze en el New York Times el 15 de marzo de 2021:
Mientras el Estados Unidos encabezado por Joe Biden trabaja para fortalecer el sustento institucional de su democracia liberal, la joven democracia mexicana, encabezada por un líder populista que atiza la polarización, continúa declinando bajo su deriva autocrática.<br>A lo largo del siglo XX, Estados Unidos permaneció indiferente al sistema autoritario de México.<br>Biden debe repensar esa vieja actitud.<br>Biden puede limitar las tendencias autoritarias de López Obrador<br>
Enrique Krauze en el NYT
Es un exceso llamar dictador, tirano y aun autoritario al presidente López Obrador, pero está bien, en la democracia mexicana la libertad de expresión permite eso y más.
Es una doble exceso que mexicanos reconocidos en el extranjero utilicen sus espacios en la más importante prensa global para pedir que Estados Unidos intervenga en México…, pero se vale, la libertad da para tales posiciones extremas.
Celebro que la libertad de los críticos de AMLO les permita, viviendo en México y tomando la copa en Polanco, escribir artículos para pedir una intervención extranjera.
Pero quizá, por elemental prudencia, deberíamos pararle a los abusos verbales. Todos, Castañeda y Krauze, sin duda, y desde luego también Andrés Manuel y el resto de quienes nos expresamos en público. No vale la pena seguir perdiendo el tiempo en dimes y diretes que nada aportan.