Una inteligente columnista de El Universal, la señora Sabina Berman, ha hecho esta pregunta: ¿Quiere el presidente López Obrador un periodismo de izquierda vigoroso que suene alto en la radio y la televisión?

Ella responde: “Tendría que imitar lo que los mandatarios de izquierda de otras latitudes han hecho ante la misma pregunta: tendría que multiplicar sus presencias en la televisión pública”.

¿Eso quiere AMLO?

No estoy seguro de que Andrés Manuel busque un periodismo más de izquierda en radio y TV. Pero, si ese fuera su deseo, no lograría su propósito con más periodistas simpatizantes de la 4T en los medios electrónicos propiedad del Estado mexicano.

Para empezar, se trata de estaciones de radio y canales de televisión con muy bajos niveles de audiencia.

Los noticieros de TV con mayor rating son aquellos que se programan después de contenidos exitosos, como telenovelas de alto impacto entre la población mexicana. Si la TV pública no ofrece nada atractivo para la gente, sus informativos nunca van a tener audiencia.

La TV pública debería empezar por mejorar sus producciones, por ejemplo, comprando las de Epigmenio Ibarra, que hace excelentes programas que se ven en todo el mundo; también patrocinando trabajos de otros productores mexicanos muy creativos. Después de esto, rellenar el tiempo o el espacio con periodistas que, la verdad sea dicha, no emocionan a nadie.

¿No se trata de gobernar para todos?

La idea de la señora Berman ofrece un inconveniente democrático, que por cierto ya es un problema para la 4T: la televisión y la radio del Estado deben estar abiertas a periodistas de todas las tendencias ideológicas, es decir, debe ofrecerse a comunicadores neoliberales, como mínimo, la misma cantidad de programas noticiosos o de debate que tengan los de izquierda. Los medios públicos no lo hacen así ahora, y es una falta; incrementar la presencia de periodistas afines a la 4T la convertirá en una falta grave que perjudicará la imagen de AMLO, merecidamente ganada, de líder que ha trabajado sobre todo por la democracia.

La batalla

Es verdad, existe una “batalla por el relato de qué es la patria y a dónde se dirige”. ¿Quién la va ganando? ¿AMLO y sus mañaneras o el grupo, sin duda influyente, de medios y periodistas que a diario cuestionan al presidente de México y a la 4T? Si el “quién va ganando" esa guerra lo reducimos a la política de corto plazo, la respuesta la tendremos en las elecciones de este año; pero si la disputa se da en el terreno, mucho más importante, de qué proyecto era el más adecuado para México en estos tiempos de pandemia, entonces la respuesta de ninguna manera la darán los votantes en unos pocos meses, sino los historiadores en el futuro.

La batalla por el relato de “qué es la patria y a dónde se dirige” no se agota en las columnas políticas de todos los días ni en las mañaneras; tampoco en las elecciones de 2021: esa batalla se decidirá bastante después de que termine el actual sexenio y, seguramente, muchos no conoceremos el desenlace. La batalla por el relato de a dónde dirige AMLO a México yo la plantearía con una pregunta: ¿Cuál será el lugar en la historia de López Obrador? Los periodistas actuales y el propio presidente podemos aportar elementos para tratar de orientar los juicios del futuro, pero se trata de algo que nos rebasa por mucho.

El dinero de los medios

En su columna, la talentosa señora Berman dijo que “en esta disputa sonora, ruidosa y en rumbo a estridencias aún de más altos voltajes, la prensa de simpatías neoliberales ataca a diario al presidente y él la contraataca a diario. Ninguna táctica ha servido mejor al presidente que la de abrir las cajas registradoras de la prensa de oposición, para dejar al público asomarse a sus finanzas”.

Si ella se refiere a lo que se dio a conocer acerca de quiénes patrocinan a Carlos Loret de Mola y a Brozo, creo que el descubrimiento de que ellos viven del dinero de la familia de Roberto Madrazo fue de Álvaro Delgado, un periodista “de izquierda” que sabe ser objetivo, y no el presidente AMLO. De ninguna manera me atrevería a decir, sin pruebas, que Delgado recibió información privilegiada desde Palacio Nacional. Creo que él es un reportero de investigación con recursos intelectuales de sobra para obtener respuestas a las preguntas que le interesan.

Pregunta Sabina Berman si “¿explica el entramado financiero de un medio su línea editorial?”. Responde que “demasiado a menudo sí”. Pero hay excepciones notables. El diario Reforma, por ejemplo: siempre, desde que solo era El Norte en Monterrey, ha cuestionado muy fuerte a los gobiernos panistas y priistas y ahora lo hace con el de Morena. La Jornada jamás ha traicionado sus principios para aumentar sus ventas. Proceso es otro extraordinario ejemplo de verticalidad.

La columnista acepta que “no siempre los dineros explican las líneas editoriales”. No sé qué piense la señora Berman de la línea editorial de El Universal, plural en sus páginas de opinión y ahora bastante crítica respecto de la 4T, lo que contrasta con su trabajo en gobiernos anteriores: las secciones de opinión de El Universal eran sin duda plurales en los gobiernos panistas y priistas, pero en aquellos sexenios la información no era demasiado dura con el presidente; la cobertura, excesivamente suave, que hizo El Universal del reportaje de Carmen Aristegui sobre la casa blanca ilustra muy bien el punto.

Rendirse o subsistir en la precariedad de las redes

Dice Berman que “la prensa opositora ha exigido al presidente el cese de hostilidades –es decir, de parte del presidente, no de ellos—, alegando que los ataques presidenciales, por su enorme visibilidad, tienen un efecto intimidatorio que raya en la censura. Les asiste la razón. De lo que nunca hablarán es de la intimidación que de común los empresarios del periodismo ejercen sobre sus empleados: una intimidación más dura, cruda y definitiva… Así se ejerce la censura dentro de las empresas capitalistas”, donde al periodista se le llama a cuentas, y si no hace caso a la tercera, se le despide. Totalmente de acuerdo con la columnista de El Universal.

Para la señora Berman, lo anterior “explica el corto trayecto que han tenido en medios privados los periodistas con mapas de izquierda. Al principio del sexenio se les abrieron espacios en la radio y la televisión privadas. Salvo un par de esos periodistas que aún tienen sus programas, la mayor parte fueron despedidos –o renunciaron para no renunciar a su autonomía” y ahora ellos “subsisten en la precariedad de las redes sociales, sin patrocinios”.

Si Sabina Berman se refiere al desastre que ha sido la incorporación a Radio Centro de periodistas “de izquierda” como Julio Hernández o Álvaro Delgado, la verdad de las cosas es que se contrataron con la empresa equivocada. Se trata de una compañía en crisis, pero no por haber invitado a gente partidaria de la 4T, sino por su pésima administración basada en el capricho.

Pueden los periodistas de izquierda tener éxito como empresarios

Hay ejemplos de periodistas “de izquierda” que se fueron a las redes sociales y no “subsisten en la precariedad, sin patrocinios”. Carmen Aristegui es el mejor caso de un proyecto de internet exitoso. Otro a quien le irá bien es a Julio Astillero Hernández. Ojalá este no cometa el error de aceptar un programa en la TV o la radio públicas, ya que perdería valioso tiempo que necesita invertir en su empresa de redes, que va muy bien e irá cada día mejor en el futuro.

AMLO, para ganar, simplemente gobernar bien

Para que Andrés Manuel gane la “batalla por el relato de qué es la patria y a dónde se dirige” no necesita a más periodistas de izquierda en los medios públicos, que sin duda deben contar con la presencia de comunicadores de todas las ideologías: lo que debe hacer el presidente de México es, simple y sencillamente, demostrar que su gobierno ha aumentado el nivel de vida de la mayoría, lo que creo ha ocurrido; seguir combatiendo la corrupción, que desgraciadamente ya se asoma en la 4T; alentar las inversiones y la innovación tecnológica privadas, sobre todo en el sector energético; cambiar al equipo que ha fracasado en el combate a la pandemia, y es que, lo acepte o no la prensa de izquierda, López-Gatell es un fraude como epidemiólogo; escuchar mucho más a gente seria y  sensata, y que lo quiere bien, como Julio Scherer, Marcelo Ebrard y Claudia Sheinbaum; y, si le gusta hacerlo, seguir debatiendo con los medios, que afortunadamente, como sucede en las democracias, no dejarán de cuestionarlo.

De nosotros depende

Para mejorar al periodismo somos los periodistas quienes debemos exigir más responsabilidad a las empresas de medios. Está bien que haya en Radio Fórmula una mayoría de periodistas que no elogian a la 4T –cuestionan, sí, pero con sentido de la objetividad profesional, como el líder, Ciro Gómez Leyva–, pero ¿no es escandaloso que uno de sus programas de mayor rating sea el de Chumel Torres, un tipo que hace de la mentira y el insulto su instrumento para ganar audiencias? Ensucia a una empresa líder, extraordinariamente administrada por Jaime Azcárraga, contar con un colaborador especializado en la calumnia como Chumel. ¿Por qué nadie dice nada acerca de esta locura?