En la India han comenzado con una innovación educativa muy interesante: clases de felicidad para los niños, para los estudiantes de nivel primaria. Inició su implementación en Nueva Delhi, aparentemente para más de 100,000 estudiantes. El emprendimiento consiste en que los niños aprendan a ser felices, una riqueza espiritual que está muy escasa en nuestros días.
La notas comentan que los niños aprenderán a través de historias y actividades que nada tiene que ver con los libros de texto, es decir, practicarán terapia de la risa, ejercicios de meditación, y supongo que una amplia variedad de dinámicas que les ayuden a ir conociendo ese tema tan amplio y que tanto ayuda a lograr seres humanos equilibrados, funcionales y más productivos en todos los aspectos de la vida.
La sociedad actual se caracteriza por vivir con altísimos niveles de estrés, una enfermedad que como colectividad decidimos inventar, y que también nos hemos encargado de impulsar a su máxima expresión.
Son múltiples las opiniones de especialistas de la salud, que señalan que el estrés es uno de los principales detonadores de muchos padecimientos que hoy nos aquejan, y que se ha convertido en un verdadero problema de salud pública.
Precisamente por eso, creo que debemos de celebrar la implementación de políticas públicas como esta, porque se trata de invertir dinero público en construir mejores sociedades, en fomentar y desarrollar personas más sanas, personas con mayor calidad humana, personas que estén preparadas para aprender a ser felices.
Quizá pueda sonar ambiguo, pero, ¿A usted le enseñaron a ser feliz? ¿Le comentaron en su hogar que era muy importante que lograra la felicidad antes que nada? ¿Usted practicó, durante su etapa educativa, ejercicios de introspección e identificación personal, para establecer su escala de valores y prioridades como persona?
Me atrevo a pensar que a la gran mayoría no nos tocó nada de eso, y no por deficiencias de nuestros padres o docentes, sino simplemente porque es un tema que no existía y que no existe en nuestra formación personal y cívica. Al menos no como una política pública sólida y con arraigo.
Imaginemos cuántos temas nos generan estrés hoy en día: el éxito profesional; la necesidad de cierto ingreso económico para lograr determinado estilo de vida; la apariencia personal; competir por la riqueza; los proyectos que tenemos para los hijos; nuestra imagen en la sociedad; y cientos de tópicos más que cada persona decidimos echarnos encima para sufrir y complicarnos el día con día.
Y mire que no me refiero a que nos volvamos todos unos desobligados y despreocupados de las responsabilidades básicas, sino a que en muchas ocasiones compramos el estrés que nos vende la sociedad que vivimos, y pasamos nuestra cotidianeidad sin reflexionar qué es lo que cada quien queremos como persona, sin determinar y sin ponernos de acuerdo con nosotros mismos, sobre qué es lo que sí va a ser importante en nuestra vida y lo que no.
Por eso creo tan importante este esfuerzo del gobierno hindú, porque la salud emocional es parte de la salud pública, y mejorarla puede ayudar muchísimo a una infinidad de temas y problemas que hoy andamos buscando cómo corregir, en lugar de haberlos prevenido hace años.
Es un esfuerzo que no podrá medirse pronto, pues tomará años comenzar a ver los resultados en esa generación que hoy estudia la primaria, pero es plausible y es importante, porque nunca es tarde para empezar.
En México, nuestro próximo presidente ha debatido mucho sobre la importancia del bienestar de la población, incluso ya tendremos una Secretaría de Estado con esa encomienda. Aquí hay un tema importante que bien vale la pena comenzar a analizar y prospectar, nos vendría muy bien en este país tan lastimado, estresado y confrontado.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted.
Con gusto recibo sus comentarios en Facebook: @OHvaloragregado