Tras las declaraciones del Presidente Andrés Manuel López Obrador, que ponen en el centro de la resistencia contra la llamada Cuarta Transformación a lo que denomina la mafia del poder o los conservadores, hay una preocupación central: El golpe de Estado.
De acuerdo a información del más alto nivel, la inteligencia del gobierno de Estados Unidos ha advertido a AMLO sobre esta posibilidad de acuerdo a las lecturas y a los análisis de los últimos acontecimientos en el país.
Efectivamente, después de un año de gobierno, los enemigos jurados de AMLO deben tener claro que, a pesar de todas sus campañas y resistencias al nuevo régimen, la popularidad del Presidente sigue fuerte y que, por la vía institucional, será difícil crear condiciones para socavarlo y deponerlo.
Ya hicieron varios intentos en el marco de la lucha legal, entre ellos las convocatorias a marchas y manifestaciones con las que pensaban que la gente se iba a desbordar en las calles y plazas del país; fueron tan insignificantes que la palabra ridículo se queda corta.
Queda claro que a la derecha ya no le interesa jugar en el terreno de marcos constitucionales, de democracias avanzadas, como el plebiscito y la revocación de mandato. De hecho no solo rechazan estas figuras, sino que abiertamente argumentan que se trata de argucias legales para que AMLO se perpetúe en el poder.
Saben, igualmente, que en el terreno electoral, de antemano, están perdidos.
Existen informes que al interior del CISEN, se ha conformado un grupo de expertos de alto nivel que han seguido el comportamiento de los radicales de la derecha a través de las redes sociales, enfocado a crear contenidos para generar ambientes de caos y animadversión profunda entre los que, aunque alejados de las pretensiones de la llamada mafia del poder, mantienen una oposición legítima, crítica y de malestar hacia el actual gobierno.
Por eso, los análisis de los expertos en temas de sedición, sabotaje y propaganda conspirativa, advierten que la derecha en México, a estas alturas, está convencida que la vía constitucional no es el camino y que sus esfuerzos se centran en dos objetivos inmediatos: Primero: Posicionar la idea del enojo al interior del ejército y de que el país transita por el caos y la violencia extrema y, en consecuencia, que la única posibilidad de terminar con ello e implantar el orden es la rebelión traducida en golpe de Estado. Segundo: Alentar al narcotráfico y al crimen organizado para que, con el poder de su violencia, siembren el terror y la idea de que en el régimen de AMLO no hay capacidad para gobernar y desarrollar al país.
Por supuesto, dentro del objetivo de la derecha extremas en el país, destaca centralmente desprestigiar en el ámbito internacional al gobierno de AMLO y crear las condiciones que justifiquen la intervención del Ejército.
Lo anterior es tan real que el Culiacanazo ha sido la experiencia central de este plan en marcha y que las posteriores matanzas, como el de la familia LeBaron, forman parte de las acciones sangrientas que podrían continuar próximamente.
Mientras el régimen hace esfuerzos para sembrar su espiritual tesis de abrazos y no balazos, la extrema derecha y sus destacados líderes, entre ellos Carlos Salinas, Diego Fernández, Vicente Fox y Felipe Calderón, de acuerdo a los análisis de este grupo de expertos, estarían de algún modo, de forma paralela, indirecta, circunstancial o coincidente, alineados a los actos de terror, sobre todo a las masacres “atípicas”, que en los últimos meses el crimen organizado protagoniza en el país.
De hecho a quienes más concretamente identifican con estos actos, es a Felipe Calderón y a Vicente Fox.
El primero porque se le ha detectado una actividad incesante en redes sociales a través de cuentas que alientan a la rebelión. También porque quien fuera su subsecretario de la defensa nacional, el General Carlos Gaytán Ochoa, se ha reactivado pronunciando discursos que prácticamente llaman al Ejército no solo a rebelarse contra las políticas de seguridad de López Obrador, sino que, con base en la propia Constitución, deponer al Presidente y que sean las fuerzas armadas, transitoriamente, las que se encarguen de gobernar al país.
Fox por su parte no para. Un día sí y otro también, con la absoluta irresponsabilidad que lo caracteriza, convoca a “darle en la madre a la Cuarta Transformación”, tope en lo que tope. No oculta su odio extremo hacia el Presidente y a sus políticas de Estado. El mismo Fox, en su momento, cínicamente declaró que como Presidente de México había intervenido directamente para impedir que AMLO llegara a la presidencia y, de esa manera, favorecer a Felipe Calderón, harto señalado como el “espurio”. Por eso, desde los análisis desprendidos del grupo de inteligencia del actual régimen, no hay absolutamente duda que estos personajes son capaz de todo.
De acuerdo a la información, hasta hoy la relación de los ex Presidentes con los últimos acontecimientos violentos no son específicos o, al menos, no existen elementos vinculatorios directos aunque, eso sí, se han prendido de la reacción de los mismos, no condenándolos, sino responsabilizando al régimen.
En el diagnóstico de las conductas de los señalados, ante los hechos violentos y declaraciones golpistas se detectan prioritariamente posturas no solidarias, sino incendiarias, propio de las derechas extremas. Hasta ahora no han condenado la idea golpista ni abonado a la pacificación del país. Por el contrario, le atizan. Se trata de propiciar climas radicales adversos contra el gobierno de AMLO, y de mantener en lo posible al país en vilo para sacar toda la raja electoral posible en el 2021, en tanto se presente la posibilidad del llamado golpe de Estado; desde luego, afortunadamente, posibilidad alejada de la realidad del país.
Claro, en la mente de los extremistas, ante las pocas expectativas de luchar y ganar en el terreno constitucional, está fija la idea de la asonada militar porque saben que es su única vía para regresar al poder. Ya ensayaron de todo. En su mente extrema, soñaron con derrocar a AMLO por la vía de la rebelión ciudadana. Se equivocaron. Creían a pie juntillas que la gente se desbordaría en las calles y exigiría la renuncia del Presidente. Marchas pírricas; evidencia clara de que la gente abajo está consciente de lo que ha hecho y, sobre todo, que tiene memoria. Que tiene claro quiénes, por más de 30 años, vaciaron sus bolsillos y saquearon al país impunemente.
Esto último es realmente el obstáculo enorme de quienes fueron echados del poder. No es propiamente López Obrador el enemigo, sino la indignación histórica del ciudadano, ofendido aún más porque luego de la rebelión constitucional del primero de julio del 2019, los derrotados los tachan de chairos, ignorantes y manipulados.
Los que se fueron no han logrado entender que la gente en México ya despertó y que, incluso, el día que AMLO y su Cuarta Transformación no le respondan al país, no será el PAN, el PRI, el PRD, ni MORENA incluso, los que lo echen del poder, sino los ciudadanos.
Difícil que lo entiendan. No conciben el poder de la memoria ni aceptan, en consecuencia, el poder de la decisión del ciudadano. Ellos, los líderes de organizaciones y partidos tradicionales, se enriquecieron brutalmente, oprimieron y pisotearon a la gente y, en lugar de la reivindicación y el compromiso de cambios profundos, se empecinan en seguir despreciándola, ofendiéndola, tratándola como zombies y esclavos. Así tampoco le van a ganar a López Obrador, más allá de si estamos de acuerdo o no con su modelo de gobierno.