El presidente de la nación, en efecto, se equivoca. Los empresarios no son sus enemigos. Tampoco de México. No buscan lastimar a la patria y no tienen reuniones para urdir destrozos. Con demasiado poco tiempo cuentan para buscar ganancias, generar empleos, ser competitivos y pagar impuestos.
Como en todas partes, hay empresarios comprometidos con sus empleados y aquellos que no lo están. Aquellos que cierran en la pandemia y procuran pagar sus salarios y aquellos quienes escudándose en ser amigos del ejecutivo federal, no pararon actividades.
Pero en general las empresas tampoco están peleadas con su dinero; no lo regalarán ni tampoco lo invertirán donde no obtengan ganancia. Eso no es malo, por más satanizado que ahora se encuentre con la 4T.
Los empresarios buscarán a los mejores empleados, lo cual implicará también que les paguen mejor y compitan por tener más clientes. Procurarán ser los mejores en su nicho de mercado y con ello, invertirán en mejores tecnologías, en capacitar a sus empleados y generarán mayor riqueza para ellos y para la región donde se encuentren. No lo olvidemos, los empresarios y sus empleados son quienes pagan impuestos, lo que mantienen a cualquier gobierno y sus programas.
No hay empresarios sin empleados, ni empleados sin empresarios. Hacen un tándem para producir, crear y ser competitivos. No existe uno sin otro, aunque cada día por la tecnología el número de empleados necesarios disminuya. Más razón entonces apoyar a que los empresarios mantengan a sus trabajadores en esta época de crisis.
Pero no nos confundamos, el dinero es finito y son muy pocos los empresarios que tienen la capacidad de sostener a su plantilla, pagar impuestos, renta, servicios (luz, agua), IMSS, etc. si no tienen ingresos de forma constante. En muchos casos la utilidad después de pagar todo lo anterior es pequeña y no alcanza para ahorrar para épocas de vacas flacas como la que estamos viviendo.
Los empresarios no son enemigos de México. Son en su mayor parte mexicanos y aquellos que no lo son y han invertido su dinero en nuestra patria, han apostado doblemente al confiar en esta tierra. De cierta forma, los vuelve mexicanos. En ningún caso apuestan por tronar, ni por fastidiar al país; saben que, de hacerlo, los primeros perjudicados serán ellos mismos.
Debería ser momento de que alguien se lo haga saber a López Obrador; si quiere en realidad mejorar a México, debe trabajar con los empresarios. No solo con los de su comité asesor o con quienes van a cenar tamalitos millonarios a Palacio.
Es el momento en que confíe en los cientos de miles de MiPymes, las cuales les urge liquidez para afrontar la crisis que estamos atravesando. Que les permita endeudarse, dado que no quiso o no pudo otorgar los créditos suficientes a todas ellas. No lo olvidemos, los créditos que se están otorgando a los empresarios desde el gobierno federal (mediando carta notificación firmada por el ejecutivo) no toman en cuenta los verdaderos censos levantados por el INEGI, tampoco a los socios de “x” o “y” cámara empresarial, tan solo a los “censados” en el Censo del bienestar.
Los empresarios requieren un verdadero Estado de Derecho y no ver en riesgo sus inversiones en fierros y edificios por una consulta popular como sucedió en Mexicali. Aunque se les devuelva su dinero, el tiempo y lo proyectado se pierde.
En el resto del mundo, los jefes de estado, están trabajando de forma conjunta con sus empresarios, pues entienden que los gobiernos, sin proveedores de fondos, también terminarán por cerrar la cortina.