Que la derecha me considere y me señale como “persona non grata”, es para mí un timbre de orgullo. Pero que se enmascaren queriendo hacerlo a nombre del pueblo de Nuevo León, simplemente no se los tolero.
Lo anterior viene a cuento porque el Congreso de Nuevo León decidió nombrar “persona non grata” a Pedro Salmerón y a un servidor; y lo hizo violando toda garantía constitucional. No le reconozco al citado Congreso, autoridad alguna para hacer juicios sumarios sobre ningún tema nacional, ¡qué digo nacional, sobre ningún tema! Mucho menos le reconozco autoridad para censurar mis opiniones políticas e históricas.
La resolución del Congreso de Nuevo León sentaría -si lo permitimos-, un precedente de censura muy grave. Es además violatoria del artículo primero constitucional; el artículo establece que nadie debe ser discriminado por sus opiniones. La resolución que me califica de “persona non grata” es discriminatoria contra mi persona y busca además alentar un franco linchamiento público en mi contra.
La abusiva e ilegal resolución, también violenta el artículo sexto constitucional que manifiesta la libertad de expresar libremente las ideas. Dicho artículo, textualmente establece:
“La manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público...”.
Artículo 6º de la CPEUM
Otro artículo que violenta es el séptimo constitucional, el cual asienta:
“Es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías ni medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones”.
Artículo 7º de la CPEUM
Violenta también los derechos de asociación, libre reunión y libre manifestación de las ideas garantizados así mismo dentro del marco de la Constitución.
Particularmente grave es la violación del Artículo 61 constitucional que establece a la letra: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”.
Por otra parte, de ser un tribunal, como pretenden serlo -aunque no lo sean-, de la Santa Inquisición del siglo XXI, están obligados a respetar el derecho de audiencia, (de ser escuchado el afectado en su defensa), establecido en los artículos 14 y 20 constitucionales; mismos que violaron flagrantemente.
El hecho que desató la ira de la derecha y con el cual pretenden los legisladores neoleoneses erigirse en tribunal de inquisidores trasnochados, fue un artículo publicado por Pedro Salmerón que narra la tragedia en que perdió la vida el empresario regiomontano Eugenio Garza Sada.
Gerardo Fernández Noroña
El 14 de septiembre de 1973, un comando de la Liga Comunista 23 de septiembre intentó secuestrar al empresario. Sin embargo, la operación falló y en el fuego cruzado que se dio entre el guardaespaldas y los integrantes del grupo guerrillero, resultó herido de muerte Eugenio Garza Sada.
Sin dejar de reconocer la enorme aportación que Garza Sada hizo al país, Salmerón relata que el comando estaba integrado por un puñado de valientes. Esa aseveración, sacada de contexto, generó una violenta campaña de linchamiento en su contra, que parecía haber culminado con la renuncia del citado funcionario al Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, pero a los congresistas neoleoneses la renuncia no les pareció suficiente y decidieron declararlo “persona non grata”,
En mi caso, debo suponer que por apoyar al historiador, los legisladores determinaron seguir el mismo camino y declararme también “persona non grata”.
Ciertamente, yo fui más lejos que Salmerón, y reitero que, esos jóvenes no sólo eran valientes sino además, revolucionarios.
El Estado Mexicano de la segunda década del siglo XX era brutalmente represor. Sólo por hacer un recuento no exhaustivo, en 1959 reprimieron brutalmente la huelga ferrocarrilera y mandaron once años a la cárcel a Valentín Campa y a Demetrio Vallejo, líderes de aquel movimiento, únicamente por encabezar una huelga. No hay que olvidar que Valentín Campa vivió 20 años de su vida en la cárcel, sólo por pensar diferente.
En 1961 fue reprimido el movimiento médico; Rubén Jaramillo, líder campesino fue asesinado en 1962; en 1965 y 1966 fue reprimido el movimiento universitario. Y el 2 de octubre de 1968 se dio una brutal represión en el corazón de la capital y del país: en Tlatelolco murieron asesinados centenares de jóvenes que exigían respeto a la democracia y a la libertad en nuestra patria. El 10 de junio de 1971, un regiomontano, Alfonso Martínez Domínguez, perpetró una nueva y brutal represión contra el movimiento estudiantil, asesinando a jóvenes estudiantes.
El Estado usó grupos paramilitares para reprimir la pacífica manifestación que se realizaba en la capital del país.
Otro caso fue el de los maestros y luchadores sociales Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas, convertidos en guerrilleros frente a la cerrazón y represión del gobierno que terminaron siendo asesinados en 1972 y 1974 respectivamente.
Justo en 1974, la guerrilla de Lucio Cabañas secuestró al senador priísta de Guerrero, Rubén Figueroa. El día de hoy, nadie que yo sepa, se ha atrevido a acusar de vulgar ladrón y de cobarde a Lucio Cabañas.
En aquel contexto de los años setentas, jóvenes mayoritariamente universitarios, cargados de idealismo, optaron por la vía armada para cambiar al país. Cerca de una treintena de grupos guerrilleros a lo largo y ancho de la nación se levantaron en armas con sueños de libertad y justicia. Muy caro pagaron sus sueños; no fueron derrotados, fueron avasallados; barridos de la faz de la tierra. Fueron perseguidos con ferocidad y tratados como vulgares criminales. A la mayoría de ellos nunca se les sometió a juicio y se les masacró, torturó, asesinó o desapareció. Los más afortunados pasaron años de cárcel por cumplir sus sueños de libertad. No tengo la menor duda que no sólo eran valientes, eran también revolucionarios.
Algunos de ellos, optaron por los robos a bancos y por secuestros a personajes de la política y del empresariado buscando financiar con los rescates, la lucha guerrillera. Uno de esos grupos fue la Liga Comunista 23 de septiembre.
El comando que pretendió secuestrar a Eugenio Garza Sada era parte de la citada liga. El intento de secuestro terminó en tragedia con el asesinato del empresario regiomontano Eugenio Garza Sada. El trágico hecho se inscribe en el marco de lo que aquí he narrado.
Se puede estar de acuerdo o no con el camino que tomaron los jóvenes guerrilleros, pero a décadas de su lucha, es mezquino querer estigmatizarlos como vulgares criminales y tacharlos de cobardes; mezquino es también que pretendan censurarnos a quienes reivindicamos esas luchas.
Ninguna declaración facciosa designándome “persona non grata”, impedirá que siga pensando con libertad y defendiendo mi criterio; más aún, no habrá declaración de linchamiento público que evite mi compromiso con el pueblo de México, y que evite que siga trabajando por hacer realidad mis sueños de libertad y justicia en favor de nuestro pueblo. Es público y notorio que escogí el camino de la lucha no violenta y que mi compromiso se sigue refrendando por ese camino. Nuestro movimiento es y seguirá siendo de la no violencia.
En cuanto al resolutivo del congreso neoleonés, no me ha llegado el documento, pero no tengan duda que cuando me sea entregado, seguiré la enseñanza del gran Ignacio Ramírez “El Nigromante”, quien al recibir la excomunión enviada directamente por el Papa, declaró: “Archívese donde no estorbe”.
Así que reitero:
¡Vivan los valientes jóvenes que ofrendaron su vida en la guerrilla mexicana! ¡Viva Eugenio Garza Sada y su obra perdurable! ¡Viva México!
El pueblo tiene derecho a vivir y a ser feliz.
México D.F. a 23 de septiembre de 2019.
Gerardo Fernández Noroña.