Houston, Tx.- Y citando a Fray Luis de León y a don Miguel de Unamuno en sus cátedras de la Universidad española de Salamanca: “Como decíamos ayer”… tres altos directivos de bancos internacionales que operan en Texas consideran que el peso fortachón del que se presume en Palacio Nacional se debe a la “coyuntura” económica que se vive en México debido principalmente al aumento en los envíos de remesas de los paisanos y a las más altas tasas de interés y réditos que pagan en nuestro País los bancos, las acciones de la Bolsa y los instrumentos gubernamentales de deuda soberana.

Les platico ahora la segunda parte del artículo de ayer: Una economía que “crece” por este tipo de coyunturas, tiene sus días contados. ¿Cuántos días? Los que tardan los inversionistas extranjeros en encontrar otros países que les paguen más por su dinero. Tan tan.

Ayer el peso mexicano cerró con una apreciación del 5.8% sobre el dólar. Antier dicha apreciación era del 6.3%. La siguiente moneda más valorada frente a la gringa sigue siendo el rublo, pero lo rusos que antier tenían una apreciación del 5.6%, cerraron ayer a 5.8%, empatándole a nuestro peso el primer lugar entre las monedas de 25 países.

O sea, el peso ya no está solo en el primer lugar, según las cotizaciones de casas de cambio que operan con las llamadas divisas insignias: El dólar, el yen, el yuan, el rublo, el euro y la libra esterlina.

Estos vaivenes que de pronto le dan un peso artificial y volátil a una moneda son debido a las coyunturas de las que hablé en mi artículo de ayer. No son sólidas, no permean hacia las estructuras económicas de ningún país y son simple maquillaje, que los políticos suelen usar para darle atole con el dedo a las masas.

Para que el capital de los inversionistas extranjeros anide por mucho tiempo en un país, la economía nacional debe crecer estructuralmente y no depender del mayor pago de tasas de interés a los dueños del dinero foráneo, mayor al que éstos reciben en sus países de origen.

Esto es lo que hacen las naciones desarrolladas para atraer a capitales extranjeros hacia el tercer piso del que hablé en mi artículo de ayer:

1.- Fortalecer primero la economía interna mediante un impulso al crédito a la industria y al comercio privados, prohibiendo a los bancos invertir el dinero de sus ahorradores en instrumentos de deuda del gobierno o en acciones de la Bolsa.

En México, el 55% de los recursos de la banca se invierte en ese tipo de instrumentos, el 30% se les va en préstamos a los gobiernos federal (remember Pemex y la reunión de este mes de julio de los banqueros en Palacio Nacional) y solo el 15% se va a créditos a los pymes y a personas físicas con actividad empresarial.

Esa es la razón por la cual bancos como Banorte anuncian hoy por todos lados que en el último ejercicio fiscal lograron rendimientos de dos dígitos por primera vez en su historia. Y cómo no lo van a lograr, si están actuando como agiotistas: Pagan un 6% máximo de tasa a sus ahorradores y cobran el doble a los que les piden prestado.

2.- Al hacer lo anterior, el gobierno estaría obligando a los bancos a disminuir sus tasas y esta medida -que ortodoxamente causaría inflación- no la provocaría si una tercera acción se pone en marcha:

3.- Dejar de proteger al peso fortachón del que se presume, para volverlo más esbelto. ¿Qué tanto? Lo que permita a los exportadores mexicanos vender en el extranjero y meter más pesos por cada dólar.

De los tres banqueros de instituciones internacionales con quienes platiqué acá en Houston, los tres me dijeron que el peso está sobrevaluado y con ello, la actividad exportadora deja de ser atractiva.

La jugada de dos bandas que se lograría si se deja de proteger al peso -como actualmente lo hace el sistema bancario azuzado por el gobierno- es que con un peso, por ejemplo a 22x1 frente al dólar, cada venta de productos y servicios al exterior se traducirá en más dinero hacia el interior y al mismo tiempo se desalentarán las importaciones, porque al que quiera seguir metiendo a México mercancía y materias primas de China, EUA y otros países, le costará más caro hacerlo y por ende, volteara hacia los proveedores mexicanos.

Les pregunté a los tres a qué escuela económica pertenece esto que aprendimos de ellos y el director general de WF en Texas (ups, ya se me fue un indicio de quiénes son mis fuentes) me respondió en el único español que se sabe: “Ni madres, a ninguna”. 

Y ya en inglés terminó su frase diciéndome: “Que si la escuela austriaca, que si el neoliberalismo, que si el anti-neo liberalismo, que si la economía socialista, que si la escuela de Chicago, que si esto que si lo otro, todas esas son patrañas, lo que estamos haciendo quienes realmente operamos el dinero de los inversionistas grandes, medianos y pequeños, es proteger su dinero con visión de largo plazo y llevarlo a dónde más valor agregado ofrezca un país. Y para nosotros, valor agregado significa que el dinero extranjero eche raíces y les permita que sus ganancias se midan por generaciones, no por meses, semanas o por días”.

¿Y qué atributos debe tener una economía para ofrecer un crecimiento “estructural” que les dé a ustedes eso? Les pregunté, y me respondieron con el 

4º punto.- Seguridad y certeza jurídica. Autonomía real del banco central. Independencia de acción de organismos como la Comisión Reguladora de Energía. Alto profesionalismo e independencia de Nafinsa respecto a Bancomext. Que los bancos de primer piso presten a bajas tasas de interés. Libertad y autonomía sindical-laboral (porque si no la hay habrá huelgas, paros y falta de garantías para las empresas) y como consecuencia de todo esto, una moneda nacional valuada en forma realista, sin protecciones del gobierno para mantener bajo sus tipos de cambio frente a las divisas insignias.

CAJÓN DE SASTRE

“Como dijo tu abuelita: Quieren más o les guiso un huevo”, dice la irreverente de mi Gaby.

placido.garza@gmail.com