Crispador de protocolos, directo, cercano a la gente, habrá por ahí algunos ateos que simpaticen con él, pues sus ideas se encaminan más al humanismo, al panteísmo y a los valores, que al discurso típico de Jefe de Estado con sotana.
Un Papa cercano, sencillo y con palabras e ideas que han sorprendido al mundo y propiciado al análisis de su contenido a los más grandes pensadores de estos tiempos.
Condena al "dios dinero" y exalta la unión fructífera de la Patria Grande, soñada por Bolívar: Latinoamérica.
Sin demagogia, en contraste con el político corriente, se abre paso y va más allá, poniendo énfasis en la desafortunada actitud, en los latrocinios de los "poderosos".
"El bicentenario de aquel grito de independencia de Hispanoamérica, ese fue un grito nacido de la conciencia de la falta de libertades; de estar siendo exprimidos, saqueados, sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos en turno".
"Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales. En realidad son manifestación de ese difuso individualismo que nos separa y nos enfrenta".
A Francisco lo encumbran Los Andes, sus tradiciones, los indígenas y sus vestimentas como a un colega latinoamericano. Se codea con el llamado "socialismo del Siglo XXI" de Rafael Correa y con Evo Morales, un presidente sin estudios, pero altamente sensible.
Con una política y poética del reconcilio entre los individuos, así llegó Francisco al Ecuador, desde la ciudad de El Vaticano, tras sobrevolar el Atlántico durante un viaje de 13 horas.
Después, arribó a la ciudad más alta del mundo, El Alto, Bolivia, zona metropolitana de La Paz, con una altura de 4070 metros sobre el nivel del mar, circunstancia que obligó a su presidente a acortar su discurso, previsto de 10 minutos, a uno de cinco, para cuidar al llamado "Santo Padre", de la altura. Sin embargo, éste dio uno mucho más extenso, tal vez por el entusiasmo de volver "a casa", como él mismo le ha llamado a nuestro continente.
"Llevo en el corazón especialmente a los hijos de esta tierra, que por múltiples razones no están aquí, que han tenido que buscar otra tierra que los cobije. Me alegro estar en este país de singular belleza, El Altiplano, los valles, las tierras amazónicas, los desiertos, los incomparables lagos, el preámbulo de su Constitución lo ha acuñado de modo poético..."
El llamado "Papa de los pobres" deja en el aire y en las conciencia unificada de fieles y no fieles, palabras de aliento. Da a entender que la gran familia no es la familia nuclear, sino la sociedad entera. Y que sólo con la unión se hace la fuerza de todos los pueblos, el reconcilio del ser humano en contra del falso canto de la guerra, por encima de toda religión e ideología.
Al Papa aún lo espera Paraguay, a donde viajará casi un millón de argentinos para escuchar su mensaje y seguir su recorrido en un "Papamóvil" sin cristal que lo proteja, al descubierto.