“Futuro 21” nació sin futuro, inspirado en el resentimiento y el odio que Jesús Zambrano y Jesús Ortega, “Los Chuchos”, le tienen al Presidente Andrés Manuel López Obrador.
Antes que Presidente, AMLO es un ser humano de carne y hueso, no una deidad. Tiene errores, se equivoca pero, seguramente, no todo el tiempo como presumen sus enemigos.
Se puede estar de acuerdo o no con el proyecto presidencial de AMLO, pero generar la idea de que es un demonio que va a destruir al país, suena a la misma propaganda de siempre, esa justamente que hizo y sigue haciendo el efecto contrario en la conciencia de millones de mexicanos. Esa propaganda infame que hizo que los partidos opositores al ahora presidente mordieran el polvo, y que lo sigan mordiendo electoralmente hablando.
Por eso es importante voltear un poco atrás para recordar lo que los convocantes asumieron, principalmente el
PRD, como fuerza política en el pasado inmediato. Hoy, por cierto, reclaman al término del casi primer año de gobierno de AMLO, lo que precisamente no solo no hicieron, sino lo que no han sido capaz de rectificar.
Los posicionamientos de los personajes que figuran en la convocatoria de Futuro 21, fueron muy claros: Todos unidos contra AMLO. Se trata del TUCAMLO, no de un proyecto de contrapeso a favor de México. Se trata, a toda costa, de no avalar en lo más mínimo al gobierno de López Obrador, como si tuvieran la moral política suficiente para ello.
Si ellos, la mayoría de los personajes que figuran en Futuro 21, apoyaron plenamente al régimen de EPN, aunque se hundieran con él, no es de extrañar que sigan pensando que eso fue lo mejor para el país y que es importante luchar para que el reino del peñismo regrese.
Total, la estrepitosa derrota no fue porque Peña haya hecho mal las cosas, sino que el responsable fue el maldito de AMLO que manipuló la débil mente de millones de mexicanos. No es broma, la neta que así les conviene pensar a los beneficiarios del régimen anterior.
Lo que pasa es que ellos nunca se han equivocado. No hay por lo tanto autocrítica.
Bajo el rumbo trazado en los discursos de los protagonistas y el antecedente político de los Chuchos, Futuro 21 no tiene futuro. Quieren responsabilizar del entierro del PRD a todos, menos ellos, como si no fueran los culpables de cavar su tumba y echarle las últimas paladas de tierra.
El Manifiesto a la Nación publicado a nombre de Futuro 21, desde el principio hasta el final se centra, única y exclusivamente, en cuestionar furiosamente lo que ha hecho y no el gobierno de AMLO.
El llamado manifiesto prácticamente convoca abiertamente a rebelarse contra el régimen y, sin matices, a derrocarlo.
Esa es su concepción del contrapeso porque, en el documento, no se observa seriamente un proyecto para la Nación.
Cuestionan al régimen, pero no hay un solo renglón para la autocrítica ni ofrecen una explicación de su rotundo fracaso electoral ante el pueblo de México. Su argumento más a la mano es el supuesto autoritarismo del Presidente.
La expresión apasionada, la furia con la que señalan al actual gobierno, no se les conocía. Le reclaman fallas en la lucha contra la corrupción cuando formaron parte, y avalaron, al régimen más corrupto que se tenga memoria.
Ponen en el centro de su argumento el adjetivo y la descalificación de los grandes proyectos como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el aeropuerto de Texcoco afirmando, sin más datos, que suenan a obras descabelladas: Se olvidan que callaron ante el fracaso del tren México-Querétaro, proyecto del
que los Chinos habían ganado la licitación y que, por lo mismo, demandaron al gobierno de Peña Nieto por más de 11 mil millones de pesos.
Nada dijeron de esta señalada mega tranza porque, para birlar a los Chinos, Peña le adjudicó el proyecto a su empresa favorita: Higa, la de Juan Armando Hinojosa, el de la Casa Blanca y otras acciones calificadas como fraudulentas . Por cierto deberían recordar que un día antes que estallara el escándalo de la mansión diáfana, Peña canceló el proyecto del tren. Pero los chuchos y los voceros ahora de Futuro 21 callaron. Tienen demasiada amnesia.
Callaron siempre, desde el llamado “Pacto por México” desde donde se elaboraron y avalaron las reformas dirigidas a vulnerar aún más los bolsillos del pueblo de México, para acabar pronto.
Siguieron callados, pero en jauja económica mientras el PRD se les desmoronaba. Desde entonces todo era por culpa de Andrés y no por ellos.
Callaron ante la promesa de Peña, con la mal llamada reforma energética, de bajar los precios de la electricidad, el gas y la gasolina. Todo resultó un fiasco y, por el contrario, los precios de los energéticos se fueron al doble, como siguen hasta la fecha. Es decir, no le reconocen al gobierno de AMLO el esfuerzo de que no siguieran aumentando.
También callaron ante el compromiso de EPN de construir la refinería “Bicentenario” en Tula, Hidalgo, bajo el argumento que hoy cuestionan: “La necesidad de producción nacional de gasolina y de abatir el 65 por ciento de importación del energético de Estados Unidos”. De pronto la perspectiva les cambió porque con los gringos había que seguir haciendo negocio.
Por cierto que en el proyecto de esta pretendida refinería se gastaron millones de pesos y solo se encontró un terreno bardeado. Otro soberano fracaso y otro soberano acto de corrupción.
Lo mismo ocurrió con los proyectos carreteros del país, (Mazatlan-Durango, Villa-Unión-Tepic, Tepic-Guadalajara), en los que no solo se careció de estudios de impacto ambiental, sino que miles de campesinos fueron despojados de sus terrenos y aún luchan por la indemnización correspondiente. Además de haber invertido cerca de 400 mil millones de pesos y haberlas entregado, la mayoría de estas super carreteras, a Carlos Slim principalmente.
Pero a pesar de esta cantidad, “durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la infraestructura no gozó de crecientes e históricas inversiones, sino todo lo contrario: entre 2013 y 2018, los montos anuales de inversión pública y privada en el sector carretero disminuyeron casi a la mitad.”
En ese periodo, de acuerdo con cifras preliminares estimadas para el cierre del 2018, la inversión carretera sumó 397,769 millones de pesos (mdp), de acuerdo con el último Informe de Gobierno”. También guardaron silencio.
No solo se quedaron mudos con los actos de corrupción que han cimbrado al país: el monumental soborno de Odebrecht y el millonario robo al erario público a través de la llamada Estafa Maestra, sino que ahora, aun con todas las pruebas a la mano, dicen que se trata de una persecución política y de la violación de los procedimientos procesales de los imputados.
Callaron con Ayotzinapa y con las masacres ocurridas en el anterior sexenio; callaron ante el fracaso de la llamada gendarmería y de la relación bilateral con Estados Unidos y la
entrega descarada al régimen de Trump; con el crecimiento desorbitado del crimen organizado y el tráfico de armas, con la devaluación del peso de frente al dólar, con el desmantelamiento de los sectores productivos para priorizar la importación de productos básicos. Callaron con los socavones en las carreteras y con el aumento desorbitado en las casetas de peaje; con el crecimiento de los grupos armados y las autodefensas. Nunca protestaron por los bajos salarios y el aumento continuo de la canasta básica. En suma, al Presidente Peña Nieto no lo tocaron ni con el más pequeño rayito del ya muy, pero muy opaco Sol Azteca.
Les pasó el trailer por encima y no lo reconocen, menos el número de la placa, ni cómo era el chofer.
Lo único que repiten es que ellos son demócratas, que luchan por la justicia y la libertad y por un mejor desarrollo del país. Siempre lo han dicho, pero han hecho todo lo contrario. Esta vez, pese a lo que señalan de AMLO, ¿alguien les va a creer?
El futuro de Futuro 21, carente de un proyecto de nación, con estos personajes al frente, envueltos en la bandera de la dignidad, la
democracia y la libertad, con tamaños antecedentes, de verdad, ¿alguien cree que tiene futuro?