Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Es un político hábil, pero nada le va a resultar sencillo. De su capacidad para el diálogo y la negociación, que seguramente ha perfeccionado en anteriores cargos públicos, dependerá que salgan adelante los principales proyectos del presidente Enrique Peña Nieto. Pero no la tiene fácil. El país está dividido, sigue dividido. La herencia panista va a complicar la existencia del señor Osorio.
Secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet Chemor. Experimentado, culto, competente, con carácter. Creo que va a realizar muy bien su trabajo. No tengo la menor duda acerca de que pondrá en orden a la maestra Elba Esther Gordillo.
Secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade Kuribreña. Realizó un muy buen papel al frente de la Secretaría de Hacienda. Es un hombre brillante, académicamente destacadísimo y ya con buena experiencia en el sector público. Por su perfil, cumplirá con calificaciones sobresalientes su nueva responsabilidad.
Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso. Lo considero el político más inteligente de la actualidad. Y no soy el único que piensa eso. En todas partes cuando se habla de Videgaray se afirma que, ante todo, es muy talentoso. Desde luego, no basta con la fama de inteligente para triunfar en el gobierno. Pero es mejor tener ese prestigio que ser conocido por lo contrario, como es el caso de tanta gente en la administración pública. Es un economista muy capaz, se nota que tiene conocimientos de derecho y ha destacado en la política electoral. En los medios de comunicación más importantes del primer mundo se piensa que las reformas estructurales que tanto necesita México dependen de él más que de ninguna otra persona. ¿Su defecto? Dicen que le estorba no haber aprendido a ser un político tradicional, es decir, amiguero y rollero.
Secretario de Economía, Ildefonso Guajardo Villarreal. Si modera su carácter colérico hará muy buen trabajo, ya que tiene experiencia y capacidad.
Secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell. Es uno de los políticos más finos que conozco. En su ya larga carrera nunca ha quedado mal. Fue buen gobernador, destacado senador, cumplió muy bien la primera vez que estuvo en el gabinete presidencial (no es nuevo en estas cosas) y como presidente del PRI hizo muy bien su trabajo.
Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza. No tengo elementos para juzgarlo. Ni a los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, general Salvador Cienfuegos Zepeda y almirante Vidal Soberón Sanz, respectivamente.
Procurador general de la República, Jesús Murillo Karam. Es un político hábil, sencillo (un don raro entre los personajes del sistema político mexicano), experto en derecho, además un tipo valiente que no se echa para atrás a la hora de tomar decisiones complicadas. De lo mejor, sin duda.
Secretario de Trabajo y Previsión Social, Alfonso Navarrete Prida. Un lujo en esta dependencia que, tristemente, Felipe Calderón entregó al frívolo Javier Lozano. Es un funcionario serio, responsable y competente que cuenta con destrezas política notables.
Secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga. No se puede dudar de su inteligencia y, desde luego, su experiencia la califica para ese y para cualquier otro puesto. Pero tiene, me parece, una mala imagen, sobre todo en la izquierda mexicana. A pesar de que fue gobernante de la Ciudad de México, no parece ser muy apreciada entre los capitalinos. Tendrá que trabajar muchísimo para cambiar su imagen. Ya se verá si lo logra.
Secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu. Es una mujer muy lista y preparada. No creo que sea experta en turismo, pero como no se trata de ciencia infusa en un par de meses dominará la materia, fundamental por cierto para generar divisas. Va a hacerla muy bien.
Secretaria de Salud, Mercedes Juan López. Egresada de la UNAM, con vocación para el servicio, es una profesional de la medicina que cumplirá a la perfección con su trabajo. Sus antecedentes, sobre todo en la Fundación Mexicana para la Salud, la hacen la persona ideal para el cargo.
Secretario de Agricultura, Enrique Martínez I Martínez. Un político destacadísimo, honrado, capaz. Ex gobernador de Coahuila es la evidencia que en esa entidad no todo tiene que ver con los escándalos de los Moreira. Es decir, entre los coahuilenses también hay políticos de primera, como Martínez.
El secretario de la Reforma Agraria, Jorge Carlos Ruiz Marín, está llamado, por su capacidad, a realizar tareas mayores en el gobierno de Enrique Peña Nieto.
No puedo opinar del titular de Semarnat, Juan José Guerra Abud, ni del consejero jurídico de la Presidencia, Humberto Castillejos Cervantes. Ya tendré referencias de ellos.
Pocas veces he escuchado hablar del jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño Mayer, pero me dicen que es muy talentoso.
Y del coordinador de la Comunicación Social, David López, solo puedo decir que es un profesional en toda la extensión de la palabra. Buena parte del éxito de Peña Nieto con los medios lo debe al señor López.
Nada sé del secretario particular de Peña Nieto, Erwin Lino, ni de su coordinador de asesores, Francisco Guzmán Ortiz.
Del subsecretario de Planeación y Protección Institucional, Manuel Mondragón, solo diré que fue de lo mejor en el gabinete de Marcelo Ebrard en el Distrito Federal. Y que es una maravilla que alguien como él quede en el cargo que ocupó el desprestigiado Genaro García Luna.
No conozco a Julián Olivas Ugalde, subsecretario de Atención Ciudadana.
De los directores de Pemex y la CFE, Emilio Lozoya Austin y Francisco Rojas Gutiérrez, tengo la mejor opinión.
Ese es el gabinete. Mucho mejor que los de Felipe Calderón y Vicente Fox. El éxito de Enrique Peña nieto dependerá de la forma en que trabaje su equipo. Y su equipo trabajará con eficacia y honradez en la medida en que el presidente sea muy enérgico y sepa transmitir el mensaje de que si le resultó difícil elegirlos entre tantos mexicanos capaces para ocupar los distintos cargos, muy sencillo le resultará despedirlos, pues sobra gente para reemplazarlos, en caso de que se equivoquen.
En tres meses habrá que evaluarlos.