Siete de la mañana en punto y amanece en el Palacio. <br>—¡Ánimo! —saluda sonriente. <br>—Buenos días, señor presidente. <br>
Esta semana, un tema trascendental tuvo que ver con el mecanismo para promover la infraestructura y apoyar la reactivación económica en el país, anunciado por el gobierno de México junto con el sector privado. Con este segundo paquete de 29 proyectos de inversión en el sector energético, comunicaciones y transportes, turismo, agua, saneamiento y medio ambiente, se prevé un monto de 228 mil 632 millones de pesos a invertir y la generación de 400 mil empleos.
Por otra parte, la SEDATU, INFONAVIT y FOVISSSTE, informaron sobre las acciones y programas de vivienda llevadas a cabo este 2020. Se compartió que de las 34 millones de viviendas en México, 9.4 millones presentan algún tipo de rezago habitacional.
Pero sin duda el tema de la semana, tuvo que ver con los 2 años de gobierno y transformación del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Desde el Patio Central de Palacio Nacional, el presidente enumeró los logros, avances y pendientes de su administración, así como los retos que ha implicado este 2020 de pandemia y crisis económica.
Con reformas como la de elevar a rango constitucional los derechos sociales, así como tipificar la corrupción, el robo de hidrocarburos y el fraude electoral como delitos graves, se ha avanzado con el objetivo de transformar a México de raíz.
Andrés Manuel ha sido el único presidente que en tan solo dos años de gestión, ha cumplido con 97 de los 100 compromisos adquiridos al inicio del sexenio.
En resumen, son la honestidad y la austeridad, el combate a la corrupción y a los privilegios, la disciplina fiscal, el impulso de proyectos estratégicos y prioritarios para la nación, el apoyo a la población más vulnerable y la reducción de la desigualdad, las banderas que este gobierno popular defiende con orgullo y seriedad.
Dos años han pasado desde aquel primero de diciembre de 2018. Recuerdo haber llorado de felicidad, viendo tantas caras alegres a mi alrededor, gozando de un momento histórico en esa plancha del Zócalo a reventar.
Y es que hay momentos que nos hacen reflexionar y preguntarnos ¿Qué es lo que verdaderamente nos mueve y nos hace participar en una hazaña como la de la Cuarta Transformación de México?
Para mí los símbolos, que se traducen en acciones políticas que promueven una renovación cultural profunda, porque es un orgullo pertenecer a un movimiento que representa un cambio de paradigmas. Una revolución de las conciencias que ha derribado las ideas neoliberales del pasado, que nos decían que el servicio público tenía que ir de la mano con la corrupción y que la impunidad velaría siempre por ella. Que había que normalizar el tráfico de influencias y que grupos de poderosos nos impusieran los gobiernos a placer.
Los hechos, que son la materialización de las palabras, la mejora tangible de la calidad de vida de la población, las oportunidades que cada vez más mexicanas y mexicanos disfrutan bajo un gobierno que procura el bienestar de su gente.
Porque en los hechos, este proyecto entiende la política como un acto de amor y empatía, y está respaldado por millones de voces, que por décadas fueron ignoradas y hoy encuentran eco en cada adulto mayor que recibe a la tercera edad con dignidad y valor o en cada estudiante que recibe un apoyo para que continúe con su educación y no renuncie a sus sueños.
Pero esto no iba a ser fácil, lo sabíamos de antemano. Que más allá de un sexenio, es una lucha de largo aliento, sin embargo, tan difícil como pueda verse, no podemos perder la esperanza.
Sí, la esperanza. Porque el pueblo de esta nación está contando con nosotras y no se le puede fallar.
Porque queremos lograr la hazaña de conquistar nuevos horizontes y sentar las bases de un futuro prometedor, en contra de quienes continuarán diciéndonos que no podemos o debemos. Que vendemos ocurrencias o falsas ilusiones.
Estemos tranquilas y tranquilos, porque en el peor momento contamos con el mejor gobierno, trabajando con mucho empeño, entrega y pasión. Hombro a hombro caminamos los que estamos convencidos de que el proyecto de la cuarta transformación es la ruta para México, porque somos muchos, pero en esta travesía somos uno, un sólo corazón que late fuerte y que jamás perderá la esperanza.
Y en aquellos rincones y momentos donde nos encontremos con el cinismo y las dudas de quienes en su tiempo pudieron y no lo hicieron, responderemos con esa eterna consigna que inmortaliza la esencia de este movimiento transformador en dos muy simples y poderosas palabras: sí podemos, y seremos nosotros y nosotras quienes lo hagamos.
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(La autora, Gaby Osorio, es diputada de Tlalpan en el Congreso de la Ciudad de México. @Gabyosoriohdz).