Hace un par de días, Isabel Arvide escribió:

“A los mexicanos, cuestión de idiosincrasia ancestral, no les gustan los perdedores. No quieren estar a su lado, no quieren ser parte del fracaso. Por lo tanto, no votan por quienes piensan que van a perder”

La senadora Gabriela Cuevas, que hasta ayer militaba en el Partido Acción Nacional, demuestra que no sólo a la ciudadanía no le gustan los perdedores, tampoco a los políticos que buscan a toda costa la sombra del poder y los poderosos.

Como Cuevas, los políticos “chapulines” que se han sumado a MORENA, demuestran que la lealtad al partido es inversamente proporcional a las encuestas que dan a López Obrador como virtual ganador de la contienda presidencial, sin tomar en cuenta que mucha agua puede correr de aquí al primero de julio.

Y es que en el México de corta memoria, cabe recordar que el 18 de junio de 2012 con el video denominado “AMLO ante el espejo; mentiras y verdades” Gabriela Cuevas pretendió mostrar un reflejo que hoy puede ser usado para describir su -extremo- cambio ideológico.

Entre las frases tronantes que dijo la responsable de pagar la fianza del líder de Morena ante el MP “para evitar que en 2005 se convirtiera en mártir -según sus propias palabras- en el contexto del juicio por desacato que enfrentaba el también ex jefe de gobierno capitalino:

1.- López Obrador es alguien que no acepta la realidad

2.- Es alguien que constantemente ha descalificado instituciones que a los mexicanos nos han costado muchos años de trabajo construir

Para ser justos, a la senadora que -según sus declaraciones- militó en el PAN desde que tenía 15 años, le tomó prácticamente toda una vida aceptar que la realidad de López Obrador siempre sí era su realidad.

Los demás “defectos” del líder de las izquierdas ahora son peccata minuta, simple y sencillamente porque ella -y Cuauhtémoc Blanco, Lilly Téllez, Sergio Mayer, entre otros, ya decidieron -¡sorpresa!- que aquel que llamaron “loco”, “desequilibrado” y “político hambriento de poder” siempre no era así.

Todos los anteriores -y los que faltan por “sumarse” a “la causa”- proclaman ahora que estaban equivocados, que siempre sí se puede construir un país por la vía de “el cambio democrático” (antes no lo vieron) representado por López Obrador.

Es decir, el espejo en el que Gabriela Cuevas pretendió que AMLO se viera, finalmente le devuelve su propio reflejo. Así, sin asomo de pudor.

Por otro lado ¿Cuál es el mensaje que AMLO envía a sus simpatizantes -y a posibles votantes- al integrar a estos políticos chapulines al proyecto de Morena?

Apenas con un tuit, López Obrador afirmó: “Primero la Patria”, pero al paso que va la desbandada en los demás partidos, “La Patria” quedará integrada exactamente por la misma clase política que dijo combatir desde 2006.

¿Y los militantes que han picado piedra desde abajo, casa por casa y en su momento pidiendo el voto casilla por casilla no merecen ocupar el lugar que estos políticos exigen para sí mismos, sólo por “sumarse a la causa” al cuarto para las doce? ¿Y los ciudadanos que han permanecido fieles a su proyecto no merecen una senaduría?

¿Usted qué opina, estimado lector?