Han sido días espantosos para los habitantes de los estados del país que sufrieron la escasez de combustible. Absolutamente ningún ciudadano, tenemos la capacidad de actuar con racionalidad, cuando una decisión gubernamental nos afecta gravemente las actividades cotidianas, y por ende el saldo de los bolsillos.

Desde luego, tampoco habrá ningún ciudadano decente, que se oponga a la decisión del presidente López Obrador, de combatir con todo el millonario robo de combustibles en el país.

Pero, caray, ¿en verdad no podían haberlo planificado mejor, realmente era inevitable ocasionar el desabasto y fastidiarle la vida a la gente? Suena difícil de creer, pero bueno, el presidente ya dijo que no tuvieron de otra, y que por eso tuvo que fajarse muy bien y tomar la decisión, pese a los costos sociales implícitos.

Si así fue, pues ni modo, toca reconocérselo al presidente, porque usualmente son cosas que les da mucho miedo hacer a los gobernantes: tomar decisiones que no nos gustan a los ciudadanos, por muy necesarias que sean.

El presidente, ya también anunció que el problema se agudizó, porque hubo sabotaje en algunas redes de distribución, lo que significa que a alguien le interesó que el asunto se volviera aún más grave.

Si lo números dados a conocer por el gobierno son ciertos, me refirió a los miles de millones de pesos que estaba siendo robados vía combustible, significa que es toda una industria, tan grande como las más grandes, es decir, con un gobierno corporativo y una estructura directiva, amen de las redes financieras, logísticas y comerciales necesarias para garantizar su éxito empresarial, con todo y que el negocio opera en la clandestinidad y con base en el robo.

Este es uno más de los muchos conflictos que el presidente tendrá que enfrentar, si decide seguir adelante con su intención de desterrar privilegios y combatir la corrupción del sistema político y económico, ese que gobierna en México desde hace décadas y que hoy se resiste a ceder el poder ante un presidente astuto y bien intencionado, pero que se ha rodeado de bastantes funcionarios inexpertos, en el mejor de los casos, o ineptos, en el peor de los escenarios.

Lo escribo porque me resisto a aceptar que en verdad no había otra opción que dejar sin combustible a un tercio del país. Pienso que algún nuevo funcionario, ignorante de los alcances de sus decisiones, se aventó al ruedo sin tener dimensión de lo que iba a suceder, sin planeación y sin estrategia suficientes, sin haber hecho bien la tarea pues, y entonces metió en este brete al país, y sobre todo al gobierno.

Aun si no fuera el caso, al menos hay un gravísimo error, y por ende un alto costo político, en la estrategia de comunicación implementada. Cuando un gobierno se equivoca, y afecta con ello la rutina diaria de la población, lo peor que puede hacer, es salir a decir que no está sucediendo lo que la gente está viviendo en la calle. Es como cuando dicen que la deuda no es deuda, o como cuando piden que la gente ya no esté preguntando por los fallecidos. El día a día lo vive la gente, no el gobierno, y eso tienen que entenderlo.

Una excelente intención es plausible, pero puede quedar destruida por una pésima implementación. En materia de administración y dirección, dicen los especialistas que un error te elimina los últimos veinte aciertos, y que por eso hay que tener mucho cuidado al conformar los equipos de trabajo.

Como sea, al presidente le sobran ganas, y creo que también colmillo, pero igual le falta mucho equipo de trabajo. Sin duda podría tener mucho mejor gabinete. Ojalá que ajuste lo necesario, para que le ayuden, porque él solo no va a poder.

Mire que, coloquialmente hablando, el sistema no se va a dejar vacunar tan fácil.

Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado, le corresponde a usted. 

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