Mientras la población hidalguense –y mexicana en general- celebra las tradicionales fiestas decembrinas, al gobierno de Hidalgo se le ocurrió regalar a los ciudadanos el polémico programa de alcoholímetro en su modalidad diurna, mismo del que aseguran, supuestamente es implementado para proteger la seguridad de los conductores, aunque ciertamente se aplica con fines recaudatorios (y hasta de extorsión).
Basta señalar las inconsistencias presentadas en los informes sobre dicho programa para conocer su verdadera finalidad, pues aparentemente de enero a noviembre de este año, solamente 270 conductores han sido remitidos por manejar con mayor grado de alcoholemia del permitido, cuando a decir de los responsables que le operan, su ‘cuota’ asciende a sancionar 40 automovilistas por cada uno de los tres retenes móviles que es instaurado a lo largo del ejercicio en la capital hidalguense, apreciándose poco más de 2 mil 600 sanciones que no serían reportadas en su registro formal, cuya penalización promedio asciende a los 8 mil pesos por persona.
Las matemáticas no se equivocan
Según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi), durante el periodo comprendido entre 1997 y 2005, la proporción de accidentes vehiculares donde hubo presencia de aliento alcohólico en el conductor promedió 8 por ciento del total, en tanto que para el periodo comprendido entre 2006 y 2013, ya con la puesta en marcha en alcoholímetro, el promedio de accidentes donde hubo presencia de aliento alcohólico pasó a ser de 10.5 por ciento, es decir, que hubo más accidentes con la prueba de alcoholímetro que sin ella.
En términos absolutos, el promedio de accidentes anual de vehículos en la entidad donde hubo presencia de aliento alcohólico fue de 378 y la desviación estándar de 175. El único año cuya variación absoluta fue superior a la desviación estándar fue entre 2001 y 2002, lo que quiere decir que no existiría un beneficio real, al menos desde el punto de vista estadístico-matemático, que justificase las pruebas de alcoholemia en lugar de priorizar programas de educación y difusión de la cultura vial, así como del uso del cinturón de seguridad.
La información estadística también se desagregó para los accidentes vehiculares ocurridos los días sábado. Así, entre 1997 y 2005, el número de accidentes ocurridos en los días referidos (que es cuando los enfiestados conducirían en estado de ebriedad derivado de los viernes sociales), los accidentes anuales promediaron 615. Sin embargo, para el periodo comprendido entre 2006 y 2013 el número de accidentes promedio ocurridos de manera anual con presencia de aliento alcohólico se incrementó a 746.
El arte de robar
Son diversos los instrumentos que se han implementado con la intención de incrementar los ingresos por concepto de multas a los conductores hidalguenses y no todos ellos son constitucionales, como sucede con el Operativo Radar, mismo que por deficiencias legales, puede ser sujeto de amparo por sus promoventes; para dicho programa, la empresa que presta el servicio en cuestión se queda con el 90% de los ingresos.
Al anterior también se suman los recién implementados parquímetros, mismos donde el municipio de Pachuca apenas se queda con el 15% de los ingresos –antes se había propuesto sólo el 10%-. Como se publicara en Forbes, la proporción de ingresos para el ayuntamiento es la más baja del país aún después de su pingüe modificación.
La cultura popular dice que los servidores de seguridad pública ‘huelen’ los aguinaldos… pero habría que agregar que los encargados de la política en Hidalgo, también.