Todos los habitantes de uno de los pueblos más memorables de México, San Garabato de las Tunas, Cucuchan, junto con toda una generación de mexicanos estamos de luto.

Al sepelio de su padre creador, Eduardo del Río “Rius”, asistieron Juan Calzónzin, Don Perpetuo del Rosal, presidente municipal, escoltado por sus guaruras, el Lechuzo y Arsenio.

El rosario fue dirigido, como corresponde, por Doña Eme, líder de la congregación religiosa “La Vela Perpetua”, mientras que, en un rincón: Chon Prieto, Fiacro Franco, el cantinero; Ticiano Truye, el tendero y Don Lucas Estornino, el boticario, brindaban con un curado de tuna por el alma del inolvidable caricaturista, ignorando el rosario.

Pero ¿quién fue Eduardo del Río “Rius”?

Pertenezco a la generación de estudiantes del 68, esos que pasamos del rebelde sin causa, de James Dean y Elvis Presley a los cantantes de protesta, como Bob Dylan y Jim Morrison; una generación que se rebeló a la música, la ropa y la forma de pensar de sus padres, y principalmente, al gobierno del país, bautizado por el Nobel peruano Mario Vargas Llosa como “La Dictadura Perfecta”.

Corrían los tiempos en que criticar al gobierno era un deporte extremo, ya que el poderoso brazo de la censura de la Secretaría de Gobernación amenazaba siempre a quien osara estar en contra.

Pero hubo un escritor y caricaturista que se atrevió a decir todo lo que no podíamos gritar los demás: Eduardo del Río “Rius” un michoacano que encontró en las caricaturas una manera de reflejar la idiosincrasia del mexicano y de criticar a los gobernantes, a los curas, a los empresarios, a las mojigatas y a quien se le pusiera en frente, a través de su arte.

Empezó publicando sus cartones en la revista “Ja Ja” (quizá los mayores la recuerden), y después inventó sus propias revistas de humor social y político, como “La Gallina”, “Marca Diablo”, “La Garrapata”, “El Chahuistle” y “El Chamuco y los Hijos del Averno”.

Fue colaborador incesante en los periódicos El Universal, Ovaciones, La Prensa y La Jornada, y en revistas como Proceso y Siempre.

Y autor de libros hechos a base de caricaturas, que tuvieron una gran influencia en el pensamiento de muchos mexicanos.

Recordamos entre los títulos más célebres: “La Panza es Primero”, “Marx para principiantes”, “La Trukulenta historia del Kapitalismo”, “El Mito Guadalupano”, “ABChé”, “De aborto, sexo y otros pecados” y “El Manual del Perfecto Ateo”, entre muchos otros.

Pero, sin lugar a duda, su gran aportación fue a través de los comics “Los Supermachos” y “Los Agachados”, que lo acercaron al gran público, ya que generaba una singular empatía, con su agudo sentido del humor, con el gran público.

Tuvo tal éxito la historieta de Los Supermachos, cuyo tiraje alcanzó los 250 mil ejemplares, que el editor de la revista, mi amigo Octavio Colmenares, que nunca congenió ideológicamente con Rius, presionado por el gobierno, le quitó los derechos del título y los personajes, por lo que Eduardo tuvo que crear una nueva historieta a la que llamó “Los Agachados” y con la que revivió e incluso superó el éxito de “Los Supermachos”.

El pleito que inició Eduardo para pelear por sus personajes se enfrentó a la muralla infranqueable del gobierno que quería callarlo, por lo que a partir del tercer número de “Los Agachados” tuvo que dar vida a nuevos personajes, como Chon Prieto y Gumaro.

Lo que nadie puede negar es que Eduardo del Río fue un referente cultural en México.

El año pasado recibió el Primer Reconocimiento de Caricatura “Gabriel Vargas”, otorgado por el Gobierno de la Ciudad de México y El Museo del Estanquillo, y al recibirlo entre amigos como Elena Poniatowska y Juan Villoro, afirmó textualmente: “Los homenajes son para cuando se muere uno y aquí se están adelantando un poco. No se está acostumbrado a que hablen bien de uno, pero se siente bonito, lisito”.

Continuó Rius diciendo “Ojalá que siga adelante porque los escritores y literatos tienen un chingo de premios y para los caricaturistas es el primero. Espero que el próximo Nobel sea para un caricaturista”.

No queda más que decirle hasta pronto al gran Rius, irreverente, agudo, divertido, excelente diseñador gráfico, rebelde y siempre controvertido:

Los agachados nunca lo quisieron.