Mientras que en México se marcha hacia atrás como los cangrejos, en Nueva York se presenta un fenómeno interesante. Bill de Blasio continúa dando la nota en función de seguir adelante con el propósito “progresista” (él mismo se dice progresista, lo que es notable en un país como Estados Unidos) que lo llevó a ganar la alcaldía de la ciudad: cobrar más impuestos a los ricos y garantizar el pre-kínder a todos los neoyorquinos.
En tanto que se formula la pregunta de hasta dónde lo dejarán llegar (el gobernador del estado, Andrew Cuomo, ofrece fondos estatales con tal de no incomodar a los ricos y el de Nueva Jersey, Chris Christie, ha invitado a éstos a cruzar el Hudson y cargar con sus capitales), grupos conservadores y los medios afines lo ven ya prácticamente como “un peligro para Nueva York”.
Y es que cualquier político progresista en el mundo es asolado por la miseria de la derecha mezquina y los medios a su servicio. En México ya se ha padecido el fenómeno al menos en dos ocasiones aun al grado del fraude electoral. Sin embargo, en Nueva York no pudieron detener el contundente triunfo de De Blasio.
Entrevistado en “The Daily Show With Jon Stewart”, el animador sugiere entre bromas que está haciendo de tal modo las cosas tan opuestas al conservador multimillonario Michael Bloomberg, que en su oficina en City Hall ha de tener ya cuadros de Lenin y Stalin (en México se cita a Hugo Chávez y a Hitler); con humor, el alcalde contesta que “los posters del Che Guevara son muy populares”.
En 1988, De Blasio estuvo involucrado en una misión humanitaria en Nicaragua y aun fue simpatizante de la revolución sandinista. Un contrincante “hispano” a la alcaldía lo acusó de inspirarse en el Che Guevara y Fidel Castro y de apoyar una “dictadura brutal” en Centro América.
No hay sorpresa, el nuevo alcalde, que ha empezado bien su gobierno azotado también por las nevadas, estará recibiendo constantemente críticas, presiones y ataques. Por ejemplo, Stewart insiste en su broma más adelante en la entrevista sugiriendo que se han de asustar en City Hall con su presencia, ante lo cual De Blasio sonríe asegurando que no usa la playera del Che Guevara en la oficina.
Trivialidad gringa o no, el perfil de Bill de Blasio, su discurso liberal y estas bromas “revolucionarias”, son una novedad inconcebible años atrás en la política neoyorquina. El revolucionario argentino, más que un programa representa hoy un símbolo ligado al espíritu rebelde y a las ideas y políticas progresistas.
En fin, ya se verá qué tanto logra De Blasio, quien piensa que sus ideas y políticas locales debieran extenderse a todo el país. Lo cierto es que ha resultado hasta ahora más de izquierda que muchos políticos latinoamericanos; incluyendo al jefe de gobierno Mancera, por supuesto.