Cuando Samuel Morse inventó (1844) el código que lleva su nombre, nunca se imaginó que en el año 2021, 175 años después,  lo fuéramos a recordar y a convertirse en pivote de un tema político en México… tal vez ni siquiera supo que México existía, o por lo menos dónde estábamos pues aún no perdíamos, con el santanazo, la mitad del territorio nacional.

En la actualidad se ha popularizado, a fuerza de las mañaneras, una serie de vocablos que llevan una intención malévola de desprestigiar, atemorizar, banalizar, denigrar, difamar o ningunear a todo un sector de la economía mundial, aunque se refiera particularmente al mexicano. Se han usado vocablos, hasta la saciedad, como fifi, chairos, y muchos más, que, de acuerdo con el experto Fernando Vazquez Rigada, no deberíamos repetirlos, y es por eso que no menciono la letanía de ellos, para evitar darle más profusión a lo que nunca debió existir.

¿Qué no habrá en toda la nación, un personaje que tenga acceso a los rincones del ofendido Palacio Nacional, para que con un tono, no de enfrentamiento, pero sí de sabia recomendación, sugiriera hábil e inteligentemente que le pare a tanta ofensa inútil contra los que sostienen con sus impuestos, llámense empresarios o como sea, a todo el aparato gubernamental y los programas asistenciales que en un acto descarado de “saludar con sombrero ajeno” dilapidan  grosera y torpemente los fondos nacionales que fueron aportados para otros propósitos…?

Si esta intención conciliatoria no tuviera aceptación, como a todas luces pareciera suponerse, deberíamos entonces recurrir al ingenio de Samuel Morse para que, así como inventó el Código Morse, que hasta la fecha utilizamos universalmente, aun con los sistemas modernos de fibra óptica, internet, satélite, etc, nos diseñara una serie de vocablos que contrastaran y se apegaran a la verdad.

En esta forma, lograríamos que todos los sistemas, tanto político, como informativo, educativo lo utilizasen y evitar esta maliciosa y ladina forma  de nombrarlos y que todas las fuerzas políticas, escolares, periodísticas, culturales, religiosas y hasta vocablos familiares, las utilizasen de ahora en adelante en un esfuerzo por dignificar lo que ya de hecho es muy digno.

Pongo unos ejemplos:

en vez de decir “fifís”, decir “esforzados”;<br>en vez de decir “chairos”, decir “mantenidos”…​

…y así sucesivamente hasta lavar las conciencias que  han sido denigradas bajo la tutela del Código de Sao Pablo seguido fielmente por Chavez-Maduro, Ortega y la 4T

Hagamos un llamado a la lengua castellana para que intervenga y evite se distorsione el significado de las palabras; que la Real Academia de la Lengua precise el significado de cada vocablo y que si se fracasara, pedirle a Samuel Morse, si deseara y pudiera volver, ajustar nuestro diccionario para que todas las fuerzas de México, unidas por esta triste y vergonzosa vorágine, las adaptaran a su oratoria, a sus textos, a sus expresiones, y a todo cuanto se diga en el territorio nacional, ya que no somos extensión del Foro de Sao Pablo

Vivamos con un español depurado y desterremos los léxicos que no expresan ni significan la realidad, sino que la distorsionan. Hagamos nuestro diccionario de homónimos y antónimos y pongámoslo en práctica todos juntos para salvar, no solamente a nuestra lengua, sino a nuestro amado Mexico, y hasta Samuel Morse se verá sorprendido y halagado.

El autor es creador de Radio Beep y actualmente Presidente de Marcatel, única empresa de Telecomunicaciones latinoamericana con presencia global