He leído la columna de Héctor Palacio publicada el día de hoy en este portal, que lleva por título ‘La peor conferencia matutina presidencial hasta el momento: 30-07-20’. Sobre todo, lo he hecho para conocer la opinión de alguien que observa desde otro ángulo las conferencias matutinas de Palacio Nacional.
(Paréntesis: Palacio tiene un libro llamado ‘En busca de Nils Runeberg y otro cuentos’, altamente recomendable y todavía disponible en El sótano, por lo que entiendo. El relato que da nombre a la obra no tiene desperdicio).
No estoy de acuerdo con lo que afirma el autor de la columna. No se puede llamar ‘la peor conferencia matutina’ a lo que fue un intercambio de argumentos muy espontáneo, causado, eso sí, por los malos afectos que levanta la muy polémica Arvide.
En todo caso, fue una muestra del diálogo circular que tanto presume el mandatario, y si el público no pudo escuchar a los reporteros fue simplemente porque el equipo de la Vocería no le dio el micrófono a ninguno; ni tenía por qué hacerlo, para lo que importa. Desventajas de la televisión en vivo, se podría decir.
Escarbando en mi cada vez más frágil memoria, me vienen a la mente dos conferencias que podrían llamarse las peores: la primera de ellas cuando, a principios de marzo, Marco Olvera tomó el micrófono para preguntar al presidente si la UIF podría investigar las finanzas de personas que supuestamente promovían el paro de mujeres del 9 de marzo, entre ellas Frida Guerrera.
“Yo lo que veo para el tema del 9 de marzo es un ejercicio de libertad de expresión. Creo que la posición del presidente ha sido muy clara al respecto, hay absoluto respeto a la libertad de expresión en un Estado democrático como el que se construye día a día en este país”, respondió atinadamente Santiago Nieto, quien estaba presente en la conferencia.
Por cierto, habría que preguntar a Héctor Palacio a qué se refiere cuando menciona a ‘la Falsa Guerrera’ como un “personaje” lleno de “folclorismo” (vaya clasismo) en el texto que aquí se critica. Tal parece que el autor ignora el gran trabajo de la activista.
La segunda mañanera que me viene a la mente, curiosamente, también tiene que ver con temas de la agenda feminista: el pasado 14 de febrero, varias compañeras reporteras lanzaron agudas preguntas sobre los feminicidios en México, justo cuando afuera de Palacio Nacional se llevaba a cabo una manifestación para pedir justicia por estos crímenes.
Luego de que el presidente trastabillara y diera respuestas no muy contundentes, el reportero Carlos Domínguez tomó la palabra, y con un “creo que usted ya habló suficiente del tema. Vamos a cambiar, por favor” espetado a una compañera, apagó el ánimo en la sala; acto seguido, denunció que en algún deportivo de alguna alcaldía no se respeta el uso de algunas instalaciones donde algún grupo practica algún deporte no olímpico. Tema importantísimo, como se puede ver.
Ya que hablamos del tema: sin duda, la mejor conferencia matutina de finales de octubre pasado, cuando se presentó un informe detallado del fallido operativo en Culiacán para detener a Ovidio Guzmán. Un ejercicio de transparencia y rendición de cuentas inédito, en el que las preguntas también estuvieron a la altura.
Lo del pasado 30 de julio fue nada en comparación con la verdadera pena que hemos sentido muchos de los que cubrimos las conferencias matutinas con las ocurrencias de algunos asistentes. He dado sólo un par de ejemplos, pero hay muchos más episodios que sencillamente no deberían repetirse. Desgraciadamente, sabemos de antemano que se repetirán.