Ni tiempo habíamos tenido para digerir la noticia de la renuncia de Germán Martínez a la dirección del IMSS, cuando una nueva “bomba” periodística se apoderó de la conversación pública: el diario Reforma reveló la lista de comunicadores y empresas que se beneficiaron con la publicidad oficial durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.
Y no es que el rotativo haya descubierto el hilo negro. Para nadie era un secreto que durante los gobiernos del PRI y el PAN existieron siempre periodistas y empresarios de la información que fueron “consentidos” y recompensados con jugosos contratos publicitarios a cambio de sus servicios al régimen.
En la infame Lista del chayote, para sorpresa de nadie, figuran desde las infaltables “vacas sagradas” de la comunicación -Joaquín López Dóriga encabezando el listado, pero también Ricardo Rocha, Eduardo Ruiz-Healy o Pablo Hirirart- hasta bufones patéticos como Jorge Roberto Avilés Vázquez, cuya insignificancia es tal, que nadie lo reconoce a no ser por su apodo: Callo de Hacha. En medio de esta pléyade de mamadores de chichi presupuestal, figuran terroristas de la información como Ricardo Alemán, o mercenarios de la pluma como Raymundo Rivapalacio, sin faltar desde luego cartuchos quemados como Nino Canún, que con todo y lo jodido que se ve, se embolsó en el sexenio de Peña más de un millón de pesos a cuenta de su “labor”.
Debo confesar que cuando vi en la lista chayotera el nombre de Federico Arreola lo primero que e pasó por la cabeza fue una reacción de asombro (además de las ganas de pedirle otra vez que ahora sí ya me pague por mis colaboraciones, porque aunque SDP Noticias es una gran tribuna, con escribir gratis a cambio de “exposición” y “plataforma de difusión” no se pagan las cuentas del mes); sin embargo, creo conveniente aclarar que me parece inexacto atribuirle personalmente a Arreola el cobro de los 151 millones de pesos que se señalan: como todos saben, SDP Noticias pertenece en un 50% a Televisa, y es lógico concluir que los millonarios ingresos que genera el portal se reparten entre quienes ostentan la propiedad del mismo.
Pero volviendo al tema: una vez conocida la lista de la ignominia, muchos de los ahí balconeados comenzaron a rasgarse las vestiduras y señalar con su dedo flamígero al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, como si hubiera sido el Presidente quien hubiera revelado sus nombres y millonarios beneficios, y no el periódico propiedad de Alejandro Junco de la Vega. Porque recordemos que en su momento AMLO mencionó la existencia de la lista, pero de manera tajante afirmó que no la revelaría, precisamente para que los exhibidos en ella no se pusieran a acusarlo de “atacar a la libertad de expresión”.
Pues bien, amigo lector; atacar a AMLO por la publicación de esa lista fue justamente lo que hicieron esos “comunicadores” mencionados. ¡Atacar a quien en su momento NO quiso exhibirlos, con tal de llevar adelante su agenda podrida de desacreditar la Cuarta Transformación a como de lugar! Si no fuera tan patética, daría risa esta oposición chicharronera y sus medios comprados. En vez de apuntar con su dedo acusador al Presidente, debieran decir lo obvio: la publicación la hizo Reforma con un único objetivo: distraer a la opinión pública del escandaloso tema de la secta satánica conocida como NXIVM (Nexium), cuyo fundador ha revelado que entre sus practicantes en México se encuentra un hijo de Carlos Salinas de Gortari, Y LA HIJA DEL FUNDADOR DE REFORMA, Alejandro Junco de la Vega.
Ni una sola línea ha dedicado Reforma al asunto de los abusos, violaciones sexuales y trata de personas en NXIVM, denunciados en los últimos días y en los que habrían participado Emiliano Salinas Occelli y Rosa Laura Junco. El “espíritu de la verdad” que ese diario gusta tanto de presumir cuando emprende campañas negras contra algún político, al parecer no aplica cuando puede perjudicarle a la hija del dueño. En vez de una cobertura periodística similar a la que le han dado a otros asuntos, aquí hicieron caso omiso y prefirieron soltarle un madrazo a sus propios compañeros del gremio, exhibiéndolos en toda su corrupción y cinismo. Como hacen los soplones o chivatos de las organizaciones criminales.
¿Qué opina usted, amigo lector?